martes, 22 de diciembre de 2009

Ricardo Ribera 2009, UN FORO DE INTELECTUALES DESUBICADOS

El autodenominado Foro de Intelectuales de El Salvador expone en una especie de Manifiesto sus posiciones y pensamiento, tras firmar el pasado 12 de septiembre un Acta de Constitución con 32 personas presentes. El documento resulta bastante patético, por decir lo menos. El Foro amenaza además celebrar un Congreso de Cultura de El Salvador los días 14 y 15 de noviembre. Anuncia la creación de una Editora Nacional y de Premios Florales. El nuevo parto está pues en marcha.

El lenguaje ultraizquierdista que se usa en tal documento no logra disimular su pobreza de ideas y la poca altura académica e incluso intelectual de sus autores. Leerlo es como un viaje al pasado, a los años setenta como mínimo. Resulta una experiencia similar a un recorrido turístico por nuestro Parque Jurásico nativo.

Los del Foro, hablando de sí mismos, aluden a la fecha en que se han constituido formalmente como Foro de Intelectuales: “Ese día forma parte de la historia nacional y quedará grabado desde aquí en adelante hasta la eternidad.” Sólo faltó añadir: “en los anales de la galaxia.”

No es lo único alucinante. Viene después: “el intelectual está en constante crítica, el método para lograr el cuestionamiento y la contradicción los conduce a la formulación de la antítesis.” Se nos informa que “el intelectual es una palanca que empuja el cambio” y se nos dice que “el intelectual es por naturaleza revolucionario”.

Marx deberá estar revolviéndose en su tumba, él que fue tan enfático en criticar a Feuerbach por hablar de “naturaleza humana” cuando el ser humano, para la concepción marxista, es por esencia ser histórico y sólo las construcciones ideológicas le imaginan una naturaleza fija e inmutable.

Pero lo que interesa a los autores del Manifiesto que analizamos es lo que viene después: la crítica al intelectual “institucionalizado” y al “burócrata”, es decir, a quien trabaja en ONGs o en el Estado y se convierte por ello en “ideólogo del sistema”.

El tipo de intelectual que defiende el Foro es el “orgánico”, mismo al que definen así: “que trabaja para los oprimidos”, que es “parte de las luchas populares”. “En muchos casos – se nos advierte – se encuentra desempleado o trabaja independiente”… “es excluido y se automargina”… “él es temido porque este intelectual es libre”. No puede uno dejar de preguntarse si dichos criterios habría que aplicarlos también a los obreros: si encuentran trabajo es que ya se han “vendido”. Requisito es el desempleo o el trabajo informal.

Y finalmente se nos explica, por si no nos han quedado claras las implicaciones: “Si un partido político que se dice revolucionario no cuenta entre su militancia con intelectuales orgánicos y accede al poder político está condenado a darle continuidad al sistema político y modelo económico de la derecha y no hará cambios… se convierte en izquierda light o dietética”.

Por simple respeto a Gramsci, el gran teórico comunista italiano, no debería usarse la expresión “intelectual orgánico” si no se hace en aplicación y conocimiento de la concepción gramsciana. Como es obvio que los autores del Manifiesto que nos ocupa desconocen absolutamente la obra del pensador italiano, habría que pensar en otras acepciones de lo “orgánico” que correspondan al Foro.

Por ejemplo, tal vez sea éste un foro de “intelectuales orgánicos” en el sentido de que no han sido contaminados con químicos, ni fertilizantes ni pesticidas, sino que son una especie que ha crecido de manera silvestre y natural, en el medio rústico donde echaron raíces. Son los “no contaminados”, los “puros”, los “orgánicos”.

También podría pensarse en otra interpretación: son “orgánicos” los tales intelectuales en la medida que no utilizan sólo el cerebro para razonar, sino el resto de órganos del cuerpo humano: por ejemplo el hígado, el páncreas, los genitales, etc.

Dado que Marx utilizó el término “lumpen” yuxtapuesto a la palabra proletariado para referirse a esa capa social inferior a la obrera, no fuera desatinado calificar de lumpen-intelectualidad a sectores que se presentan lejos del nivel mínimo que la palabra “intelectual” o “académico” exige. Por simple dignidad profesional.

Marx hizo referencia a una necesaria “alianza entre los que sufren y los que piensan”, de un modo que siempre me pareció petulante en exceso. La clase sufriente también es clase pensante y la capa dedicada a pensar también sufre. Está quizá mal expresado pero el punto es importante y en sustancia tiene razón Marx: deben luchar y caminar juntos trabajadores e intelectuales.

En las Tesis sobre Feuerbach lo ha dicho con más rigor: “si bien el arma de la crítica jamás podrá sustituir a la crítica de las armas, que para derrotar a una fuerza material se requiere de otra fuerza material, la filosofía dejará de ser simple fuerza espiritual y se volverá fuerza material cuando el proletariado la conozca y la haga suya.” Por eso es crucial para la causa de los trabajadores la conciencia y responsabilidad de los intelectuales.

Pero esas consideraciones quedan muy lejos de los planteamientos y preocupaciones que expresan los del Foro. Mejor deberían darse otro nombre, por ejemplo: “Amigos del Pichón Cea”. Dado que su nacimiento y posterior evolución están ligados a la propuesta de José Roberto Cea para presidente de Concultura, hoy Secretaría Nacional de Cultura, y puesto que el actual mandatario impulsó el surgimiento de “los Amigos de Mauricio” la propuesta podría no ser descabellada. Podría formar parte de una nueva moda.

El problema que no logro resolver es: ¿qué hubiera pasado si en vez de inclinarse por seleccionar a la doctora Breny Cuenca para el puesto, el Presidente hubiera nombrado al eminente escritor? ¿Qué estaría hoy diciendo este coro de intelectuales orgánicos? ¿No será que el gran problema con las instituciones es cuando éstas no nos toman en cuenta?

Ojalá que “el Pichón Cea”, persona digna de elogios en muchos sentidos, sea sólo una víctima de la calentura mental del grupo de sus admiradores y seguidores. Debería mejor entonces tomar una prudente distancia, no vaya a ser que el pueblo tenga razón en su sabiduría cuando inventó el dicho popular: “dime con quien andas y te diré quien eres”.

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