jueves, 12 de diciembre de 2013

Fútbol profesional: una crítica necesaria

Se viene el Mundial de Brasil
Fútbol profesional: una crítica necesaria

Marcelo Colussi

¡Fútbol, pasión de multitudes! De eso no caben dudas. El fútbol es, hoy por hoy, el deporte más difundido a nivel mundial. Que sea o no el más bonito de todos, no es el propósito de estas breves líneas discutirlo. Para sus fanáticos, obviamente lo será. Sin dudas tiene algo de atractivo, porque sus seguidores se cuentan por millones, y van en aumento. Años atrás era cosa sólo "de hombres"; hoy son innumerables las mujeres que también lo siguen con pasión, o incluso lo practican. Lo importante a rescatar ahora es que -y en esto podemos estar totalmente de acuerdo- resulta por lejos el más popular.

Para jugarlo no se necesitan aparatos especiales, costosos o sofisticados. Cualquiera, hasta con un símil de pelota, (una pelota de papel, de trapo, una piedrita, una lata vacía) lo puede practicar. Cualquier espacio se presta para hacer las veces de campo de juego: el patio de la escuela, un terreno desmalezado en el medio de la selva, el lobby de un hotel, etc. Dado que es tan versátil y ofrece tantas posibilidades, todos -y todas- desde niñitos hasta viejos, gorditos, fumadores y espantos (incluidos los que pateamos con las dos piernas... al mismo tiempo) podemos jugarlo.

Seguramente todos hemos escuchado alguna vez, dicho por nuestros mayores, que "fútbol era el de antes". Y siempre es posible evocar algún maestro pasado como criterio y garantía de tal afirmación: Di Stefano, Pelé, Maradona. Seguramente en unos años se podrá rememorar como ícono de la "época de oro" a Zidane, Ronaldo, Messi o algún futuro fenómeno que, en estos precisos momentos, está recién aprendiendo a dar sus primeros pasos.

La forma de jugar el fútbol cambia, así como cambia todo, como cambian los estilos, las modas, las tendencias. No pretendemos aquí hacer una valoración de esto. Para quien conoció, muchas décadas atrás, partidos donde se veían como cosa normal 10 goles, ver un planteo defensivo actual, un resultado 0 a 0, un partido definido a penales, puede resultar deprimente. Pero pese a que "el fútbol de antes era mejor" (como más de alguno dirá), la cantidad de población mundial que llega a él es cada vez mayor, y no sólo en términos absolutos, obviamente, dado el crecimiento de la masa humana mundial: las transmisiones televisivas de encuentros de fútbol tienen las audiencias planetarias más inconmensurables. Países donde años atrás no se conocía este deporte, ahora organizan campeonatos internacionales. Nadie deja de conocer alguno de los nombres de los jugadores de moda, aunque no se conozca el del presidente del país vecino, o el actual Premio Nobel de la Paz, por dar algún ejemplo.

El fútbol es en la actualidad, por lejos, el espectáculo más consumido. El aumento siempre constante de fútbol por dondequiera (programas especializados, ropa afín, escuelas de fútbol para niños, sistemas de pronósticos de resultados multimillonarios, contratos por cantidades impensables, etc., etc.), su presencia omnímoda en los medios de comunicación, en la cultura dominante, en la cotidianeidad mundial, justamente por su magnitud -¿"desmedida" podríamos decir?- abre algunos interrogantes. Debatir sobre eso es lo que pretendemos hacer con las presentes líneas.

Su promoción no está acompañada de una genuina política de desarrollo deportivo -"fútbol para todos, salud para todos" o algo por el estilo-. En todo caso, el sacrosanto mercado regulará sus movimientos, sus acomodaciones. Algún crack podrá fichar por sumas astronómicas (de ahí que numerosos padres ven en las escuelas de fútbol un pasaporte para una posible "salvación" económica, según los talentos des sus vástagos), pero la gran mayoría está condenada a ser el gordito o el fumador que envidia a estos pocos afortunados dotados y los mira por televisión, para hablar de ellos al día siguiente.

El fútbol, como todos los deportes -quizá más que todos- dejó hace mucho tiempo de ser un pasatiempo, un entretenimiento dominguero. Pretender desandar ese camino en un mundo hoy globalizado donde todo, absolutamente todo, se mide en términos de beneficio económico, es quimérico, ingenuo, estúpido. Pero al menos se puede intentar no perder de vista el fenómeno en su magnitud global: el fútbol (este circo romano moderno), además de negocio fabuloso, ha pasado a ser una cortina de humo, un mecanismo de control social, de una dimensión increíble.

Los campeonatos mundiales ponen en evidencia de un modo particularmente grotesco lo que ha pasado a ser el fútbol profesional en nuestra aldea global: un fabuloso mecanismo de control social. Sería ingenuo pensar que el Campeonato Mundial, esa parafernalia mediática que cada cuatro años crea un escenario ilusorio de 30 días de duración (hay propuestas de hacerlo de cada dos años), sirve a los poderes fácticos para hacer o dejar de hacer lo que son sus planes geoestratégicos de dominación a largo plazo. No necesitan de él para invadir países, para aumentar el precio de los combustibles o para desviar la atención sobre la catástrofe medioambiental en curso debida al mismo modelo insostenible de desarrollo, sólo por dar sólo algunos ejemplos. Si hay "lavado de cerebro" de parte de las clases dominantes -¡y definitivamente la hay!- ello no se realiza porque durante un mes se inunden las pantallas de televisión con partidos de fútbol y media humanidad ande hablando sólo de los astros de moda, de cuánto ganan en cada fichaje o del nuevo modelo de ropa deportiva. El proyecto es más insidioso, más maquiavélico: se trata de controlar en el día a día, abrumando con partidos y más partidos, y más campeonatos y más ligas… ¿Cuántas horas diarias de fútbol consume por televisión un habitante promedio? ¿Mejora eso de algún modo su relación con el deporte? ¿Por qué ese crecimiento exponencial del fútbol profesional -amateur ya no existe, es casi una pieza de museo- en todo el mundo?

No hay dudas que, al igual que todo gran evento de proporciones enormes, puede funcionar puntualmente como distractor de masas, tal como también lo puede ser la boda real o la muerte de alguna estrella de la música pop, por ejemplo. No otra cosa fue el que organizara la dictadura militar argentina en 1978, con el que se intentó lavar la cara en su sangrienta guerra sucia, o el de la Italia fascista de 1934, en el que se buscaba a toda costa disciplinar y mantener ocupada a una clase obrera demasiado "rebelde". De todos modos quedarse con la estrecha idea que estos campeonatos son las cortinas de humo de gobiernos dictatoriales es ver sólo un lado del asunto, y quizá sesgadamente. En todo caso, los Mundiales evidencian de un modo especial el papel que en la moderna cotidianeidad ha pasado a desempeñar el fútbol profesional. En forma creciente, desde mediados del siglo pasado, y sin detenerse, aumentando cada vez más, el negocio del fútbol sirve como "opio de los pueblos". Ello no es decisión de quienes estamos condenados a consumirlo en forma pasiva sentados ante un televisor sino de grandes poderes que fijan el curso de lo que sucede en nuestro atribulado mundo.

El fútbol -o más bien, su manipulación vía medios masivos de comunicación- da la ilusión de igualar clases sociales (ricos y pobres, explotadores y explotados se abrazan tras la camiseta de su selección nacional o su equipo preferido), distrae, aleja preocupaciones... o al menos lo pretende. Que es gran negocio, es innegable (lo que mueve globalmente cada año representa la decimoséptima economía mundial). Lo que sí puede deducirse es que poderes globales de largo aliento que están más allá de las administraciones gubernamentales de turno, también lo aprovechan como droga social, como anestesia. El Mundial no es sino una dosis un poco más fuerte del "pan y circo" cotidiano al que nos someten, con dos, tres o más partidos diarios durante los 365 días del año, y con una cantidad de torneos que ya cuesta memorizar. ¿Cuántos partidos y cuántas copas se están disputando en este momento, cuando estamos leyendo estas páginas? ¿Cuántos millones de personas están ahora prendidos a un televisor (o radio, o pantalla de computadora quizá) siguiendo una transmisión de fútbol, anestesiados, embobados si queremos decirlo así?

Si algo podemos criticar con fuerza no es el fútbol como deporte (¡que vivan todos los deportes, por supuesto!, y ojalá todos practiquemos alguno -e invitamos que sea fútbol, porque creemos que es muy bonito-) sino todo el circuito político-económico que ha ido formando su profesionalización creciente así como su utilización en tanto mecanismo de control de masas, ahora ya a nivel planetario. Los Mundiales son sólo una pildorita de esa medicina.



Hoy día pareciera imposible pensar en desprofesionalizar el gran circo del fútbol, pues eso implicaría chocar con poderes monumentales. Por ello, sin dudas; pero vale la pena abrir la crítica sobre todo esto. ¿O preferimos quedarnos sentados ante la pantalla y mañana comentar el partido del caso con los amigos, repitiendo el circuito sin sentido crítico y dejando que se amasen fortunas a nuestras espaldas?

martes, 10 de diciembre de 2013

Guatemala: El letargo de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC)

El letargo de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC)

Por Raúl Molina

Caben dos interpretaciones para la palabra letargo. Por un lado, a partir del 1 de diciembre la USAC ha entrado en su anual período de hibernación. Si ya en 1980 estábamos convencidos de que era inconcebible que una universidad nacional cerrara por completo durante más de un mes; más de 30 años después, y con más de 150,000 estudiantes, este letargo es inaceptable.  Es reflejo de un letargo más significativo: el anquilosamiento  de sus estructuras y funcionamiento y su resistencia a la indispensable reforma universitaria. Hubo un intento de reforma universitaria en los 90s, que concluyó con una serie de propuestas importantes para actualizar al alma máter; pero no se tradujo en nada, al engavetarse dicho trabajo, como posteriormente se hizo con el Informe de la Comisión de la Verdad de la USAC, que yo presidí, cuya única función terminó siendo la de servir de insumo para la Comisión para el Esclarecimiento Histórico. Solamente 15 años después, luego de que la Corte de (In) Constitucionalidad violara flagrantemente la autonomía universitaria y por ende la Constitución, los estudiantes por la autonomía (EPA) realizaron la toma de las instalaciones universitarias para exigir que la USAC entrara en un proceso de reforma que la hiciera verdaderamente autónoma, nacional y democrática. Esa corriente de aire fresco ha sido bloqueada, sin embargo, por las autoridades actuales, que han aplicado el “tortuguismo” a cualquier tipo de cambio.
Ante estas condiciones y la inminencia del proceso para elegir a la Rectora o Rector de la USAC, un grupo de universitarios y ciudadanos enviamos una carta al Consejo Superior Universitario (CSU), en noviembre, para solicitar que se modificara la forma de elección. La carta decía, entre otras cosas pertinentes, lo siguiente: “Los abajo firmantes, interesados en la continuidad y desarrollo de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), en su condición de universidad nacional, autónoma y democrática, solicitamos al Honorable Consejo Superior Universitario (CSU) que analice y apruebe el proyecto de ley que acá proponemos y lo someta de inmediato al Congreso de la República, de manera que el próximo proceso de elección de Rector se realice de acuerdo a nuevas condiciones… La elección de Rector se realizará mediante el voto ponderado de profesores, profesionales egresados de la USAC y estudiantes. El 33.33% del cómputo final corresponderá a los docentes, el 33.33% a los profesionales egresados de la USAC y el 33.33% a los estudiantes”. De esta manera, se eliminaría la existencia de cuerpos electorales, siempre sujetos a la manipulación, y por voto directo de todos los profesores y estudiantes, tanto de Facultades como de Escuelas y Centros Regionales, se determinaría a la nueva Rectora o Rector.
Si bien la USAC recibió la carta oficialmente, la respuesta del CSU, pensando en garantizarse la elección del candidato “oficial”, en su última sesión del año, procedió a convocar las elecciones para el 24 de marzo, cerrando toda posibilidad de democratización. Desde luego, es un proceso con vicio de origen, porque al no permitirse la participación de los profesores y estudiantes de las Escuelas y de los Centros Regionales, se aplica una discriminación que es fuente de inconstitucionalidad. Es un proceso que, desde este momento hasta su culminación puede ser cuestionado ante la Corte de (In) Constitucionalidad --desde luego, la respuesta de ésta se inclinará del lado de lo que le convenga a los sectores de poder del país; pero la persona electa quedaría cuestionada. La USAC debe salir de sus “letargos”; los estudiantes universitarios, que siempre han estado en la vanguardia de los movimientos revolucionarios de Guatemala, deben hoy rescatar su propia Casa de Estudios. La refundación del Estado guatemalteco pasa por la transformación de sus instituciones.



lunes, 2 de diciembre de 2013

RPDG|Comunicado de prensa en ocasión de la Autonomía Universitaria

RED POR LA PAZ Y EL DESARROLLO DE GUATEMALA (RPDG)
Comunicado de prensa

El primero de diciembre de 2013 se conmemora el 68º aniversario del otorgamiento de la autonomía universitaria, que dio vida a lo que es hoy la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Como es ya vox populi en Guatemala, nuestra universidad nacional y autónoma pasa por una profunda crisis, semejante y no ajena a la crisis del Estado guatemalteco, que no puede resolverse sin realizar una drástica reforma universitaria que adecúe su desempeño a las realidades de nuestro país y sus aspiraciones a la altura del segundo decenio del siglo XXI.
Ante la inminencia de las elecciones de Rector(a) de la USAC y dado el “paso de tortuga” asumido por el CSU y el Rector en el cumplimiento de su compromiso de organizar las acciones necesarias para llegar al Congreso de Reforma de la USAC, un grupo de académicos solicitó que, como medida mínima, se modificara la Ley Orgánica para permitir una elección genuinamente democrática. Lamentablemente, el CSU ignoró esta petición y convocó a elecciones de colegios electorales para el 24 de marzo, con el propósito de beneficiar al candidato oficial. Al excluir del proceso a catedráticos y estudiantes de las Escuelas no facultativas y Centros Regionales, se abre la posibilidad de plantear un recurso de inconstitucionalidad para el proceso eleccionario.  En todo caso, por ahora, hay que atenerse a las disposiciones vigentes.
En función de lo anterior, planteamos ante la candidata Hada Alvarado y el candidato Carlos Alvarado algunas reflexiones que hace la Red, como parte de la Diáspora de Guatemala. Se estima que más de 1.5 millones de guatemaltecas y guatemaltecos viven hoy en el extranjero. Teniendo en cuenta sucesivos exilios de segmentos politizados de la sociedad guatemalteca que se han extendido de 1954 a la fecha, la Diáspora de Guatemala es todavía más grande, contando seguramente con más de 2.0 millones de personas. Son varias generaciones, cada una de ellas con necesidades distintas en materia educativa, que tendrán acceso a las oportunidades de las sociedades desarrolladas solamente en la medida en que tengan un estatus legal y niveles mínimos de educación  y/o formación. Esta diáspora representa, fácilmente, el 15% de la población guatemalteca, y tiene tanto derecho a recibir servicios de la USAC como el resto de la población del país.
Como se sabe, la Constitución de 1945 otorgó a la USAC una serie de privilegios; pero también le impuso una serie de obligaciones, que no desaparecen al cruzar las y los ciudadanos las fronteras del país. Las disposiciones de 1945 se han mantenido en la Constitución de 1985, pese al carácter contrainsurgente de ésta. Vale la pena recordar los preceptos constitucionales que atañen a la USAC: “Artículo 82. Autonomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala…le corresponde con exclusividad  dirigir, organizar y desarrollar la educación superior del Estado y la educación profesional universitaria estatal, así como la difusión de la cultura en todas sus manifestaciones. Promoverá por todos los medios a su alcance la investigación en todas las esferas del saber humano y cooperará al estudio y solución de los problemas nacionales”.
La primera falla de la USAC con relación a la Diáspora se produce en torno a su responsabilidad de cooperar “al estudio y solución de los problemas nacionales”. El fenómeno migratorio es un problema nacional de gran envergadura, que está drenando al país de valiosos recursos humanos. Nosotros planteamos que la USAC se comprometa con el estudio del fenómeno de la migración de manera interdisciplinaria, vinculándolo con la falta de desarrollo social y económico. Para desacelerar el flujo migratorio se hace necesario elaborar y aplicar planes de desarrollo quinquenales, que integren las variables empleo, educación y formación profesional.
La segunda falla de la USAC se da en torno a otro problema nacional: el analfabetismo. En la Ley Orgánica y en los Estatutos se asume el compromiso de contribuir a la alfabetización del país. Muchos de los migrantes que se originan en las zonas rurales no han superado todavía la barrera del analfabetismo, haciendo más difícil su inserción en las sociedades de acogida. La USAC debe trabajar en la alfabetización en las zonas de expulsión y apoyar los esfuerzos en esa dirección en el extranjero.
 La tercera falla de la USAC se relaciona con “la educación superior del Estado y la educación profesional universitaria estatal” al dejar sin ningún tipo de cobertura al 15% de la población, radicada en el extranjero, habiendo cubierto algunos de los migrantes algunos años de educación universitaria en Guatemala. Se hace indispensable organizar y desarrollar modalidades de educación universitaria en el exterior, tanto para quienes hayan iniciado estudios en el país como para los hijos e hijas de migrantes que terminan la educación secundaria en los países de acogida.
La cuarta falla de la USAC se relaciona con la “educación profesional universitaria estatal”. No solamente se deben desarrollar programas de educación profesional universitaria, sino que se debe procurar que los profesionales que se formen en el extranjero tengan la oportunidad de contribuir al desarrollo nacional y, mediante estímulos especiales, regresar a trabajar en el país. La USAC puede elaborar un plan piloto para la recuperación de talentos.
Consideramos que existen dos modalidades de operación que pueden ser el punto de partida de la presencia de la USAC en el extranjero.  La primera es la realización de convenios con universidades en los lugares de acogida. Se tendría que desarrollar un programa muy dinámico de relaciones internacionales, que llevara a la firma de convenios en el curso de un año. Cada convenio respondería a las necesidades específicas en el área correspondiente. La segunda modalidad buscaría la posibilidad de utilizar los avances de información y comunicación vía el Internet en combinación con la contratación local de profesionales con capacidad y disposición a dar atención personalizada a los estudiantes. Para ello, también se podrían utilizar otros recursos, tales como las teleconferencias vía el Ministerio de Relaciones Exteriores. Sería el momento de desarrollar la Educación a Distancia en la USAC, con repercusiones positivas tanto fuera del país como en zonas poco accesibles dentro del país.
La palabra la tienen los candidatos para dar respuesta, con sus equipos de trabajo, a estos planteamientos. No se trata, desde luego, de “ofrecimientos de campaña”, sino que de verdaderos compromisos que tengan su  realización como plan prioritario.
Guatemala, Estados Unidos, 1 de diciembre de 2013.
Comité Ejecutivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG)