sábado, 26 de agosto de 2017

Guatemala Hospital Roosevelt: la guerra continúa*



Marcelo Colussi

La reciente masacre del Hospital Roosevelt, con 7 muertos y una docena de heridos, es un fenómeno complejo que debe abordarse desde una multitud de aristas. Lecturas simplistas y opiniones viscerales no permiten entender realidades tan complicadas.

Una primera reacción –quizá la más generalizada– fue una mecánica y sentimentaloide respuesta violenta: ¡pena de muerte para los mareros! El hilo se corta siempre por lo más fino. Sin querer, en modo alguno, dulcificar o aminorar la conducta antisocial de los pandilleros que provocaron la masacre, lo importante es intentar entender el fenómeno en su totalidad. En ese sentido, entonces, los hechores materiales, los jóvenes que operaron las armas (¡por Q. 200!, según se dijo), son el último eslabón de una larga cadena.

Las maras, se sabe, son un síntoma social producto de una sociedad desgarrada, empobrecida hasta la médula y con una monstruosa historia de violencia a sus espaldas. Pero más desgarrador y patético que todo eso, es la utilización que pueden hacer de ellas los llamados “poderes ocultos”: grupos criminales que operan en el ámbito de una opaca dimensión política, enquistados en estructuras del Estado.

¿Por qué sucedió la matanza del Hospital Roosevelt? ¿Quién es el responsable? En todo caso, no hay “culpable” único: es una sumatoria de causas, histórico-estructurales en un caso, coyunturales en otro, interactuando todas. Quizá sería más útil preguntarse, dado que esto es un hecho que supera la mera crónica policial alcanzando ribetes políticos, si alguien se beneficia de todo esto. La población común, definitivamente no. ¿Habrá otros actores beneficiados?

Analizando acuciosamente los hechos, se encuentras más preguntas y dudas que respuestas convincentes. Por lo pronto, es preocupante encontrar que el reo finalmente rescatado fue trasladado al hospital para un examen de sangre. ¿Mala práctica o complicidad?

Sin la más mínima intención de apelar a teorías conspirativas (ese día casualmente se daba, al mismo tiempo de la matanza, el sobreseimiento del caso “Bufete de la impunidad”, quedando libres la magistrada Blanca Stalling y la ex directora del Hogar Seguro, Anahy Keller), hay datos que abren interrogantes. Quizá no haya vinculación entre ese sobreseimiento y lo que estaba sucediendo en el Hospital, pero sin dudas hechos de tal magnitud como lo sucedido en el Roosevelt no pueden entenderse solo como casualidades.



Lo cierto es que la violencia descontrolada continúa en el país, y eso, más allá de pomposas declaraciones, tiene una lógica. Tal violencia va de la mano de la corrupción y la impunidad reinante. La “ineficiencia” del Estado –que, sin dudas, la hay– es un corolario de esa corrupción e impunidad. Enviar un preso a un hospital público solo para un estudio hematológico es una expresión de todo ese paquete: ¿ineficiencia, corrupción, Estado debilitado? Se había dicho que eso no volvería a suceder, teniendo en cuenta anteriores experiencias (una matanza similar en el Hospital San Juan de Dios). ¿Por qué sucedió? Es evidente que la satisfacción de la población es lo que menos interesa. ¿Sucedería esto en un hospital privado de jerarquía? ¿No es posible atender una situación similar en la Enfermería del centro carcelario?

Resulta significativo también, y refuerza la situación de corrupción e impunidad –que no es sino otra forma de demostrar la violencia en que seguimos viviendo– el cómo puede operar un grupo criminal. Eso evidencia la catástrofe social que nos envuelve. ¿Quién puede matar por encargo por 200 quetzales? ¿Qué opción tiene un joven de las (mal llamadas) “zonas rojas”? Sobrevivir penosamente –si consigue trabajo–, emigrar de ilegal, ¿o la mara? Es cierto que no todo joven de estas zonas ingresa a una pandilla (contrariando el prejuicioso mito dominante), pero la puerta para la transgresión está siempre abierta (recordemos que personas que no vienen de “barrios marginales” también transgreden, pero por vericuetos de la ¿politiquería?, al mismo tiempo de la masacre estaban saliendo en libertad en la Torre de Tribunales). La desesperación social reinante (la catástrofe humana latente, podría decirse) permite que por 200 quetzales se pueda ir a matar.

La violencia, la cultura de muerte, el desprecio por el otro están enraizadas en la historia del país. Los 245,000 muertos de la guerra son una pesada y no procesada herencia que aún cuenta mucho. La impunidad que se desprende de eso (¿quién se hace responsable de tanto crimen?) marca la historia. A partir de la pobreza crónica y esa impunidad, es que puede haber maras que desprecian la vida, y por unos pocos pesos matan a discreción.

La violencia envuelve todo; también la respuesta inmediata que surgió: el pedido de pena de muerte. Aunque se fusilen unos cuantos mareros, ni la salud pública del Hospital Roosevelt mejorará, ni los asentamientos precarios desaparecerán. Y los corruptos de cuello blanco siguen saliendo impolutos de la cárcel. En otros términos: las causas que encendieron la guerra siguen presentes, por tanto, aunque con otra modalidad, la guerra continúa.



* Material aparecido originalmente en Plaza Pública el 21/8/17.

miércoles, 16 de agosto de 2017

La AEU, en 17 años de estar en el poder, ha creado una estructura mafiosa, corrupta, aliada con las autoridades universitarias. Hay que recuperarla

Elecciones en la AEU / USAC. Entrevista a los estudiantes Daniela Salamanca y Sergio Lobos
La AEU, en 17 años de estar en el poder, ha creado una estructura mafiosa, corrupta, aliada con las autoridades universitarias. Hay que recuperarla

Marcelo Colussi

La Asociación de Estudiantes Universitarios -AEU- de la Universidad de San Carlos de Guatemala, es una vieja institución nacional. Fundada en 1920, ha sido por casi un siglo un importante referente en la vida política del país. Alcanzó momentos de gloria, siendo un verdadero semillero de pensamiento crítico y de cuadros revolucionarios algunas décadas atrás pasando, luego de una feroz represión de que fuera objeto, a estar secuestrada por grupos políticamente de derecha, acríticos y absolutamente funcionales al discurso neoliberal reinante en estos últimos años. Desde hace 16 años no realiza elecciones, y sus dirigentes ya no son ni jóvenes ni estudiantes universitarios. En medio de ese panorama, el 19, 20 y 21 de agosto próximos habrá elecciones. Se presentan 4 listas: CREE (representando a la actual dirigencia, sin ninguna propuesta de cambio), y tres grupos con claras intenciones de transformación: MEUC -Movimiento Estudiantil Universitario Consciente-, RETO-USAC y Frente Estudiantil. Las dos últimas muestran un discurso sumamente crítico con la burocracia dominante, proponiendo alternativas superadoras. Dos miembros de Frente Estudiantil: Daniela Salamanca y Sergio Lobos, así ven el panorama.
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Pregunta: ¿Cómo se da el proceso de las elecciones en este momento?

Respuesta: Las elecciones son necesarias en este momento, por lo que representa la AEU. Esta es una institución histórica, muy importante. Es, de hecho, la máxima representación estudiantil que tiene la Universidad de San Carlos de Guatemala. Surgió en 1920 para botar al presidente Estrada Cabrera, y a través de los años tuvo momentos de mucha trascendencia, como por ejemplo durante la Revolución de 1944, siendo un importante soporte de los gobiernos de Arévalo y de Jacobo Árbenz. Luego, durante los años de la guerra, la AEU cumplió un papel crucial en el acompañamiento de todos los movimientos sociales que se dieron, junto a sindicatos, al movimiento campesino, a la clase trabajadora. Debido a su posición crítica, muchos miembros de la AEU fueron asesinados. Un caso emblemático al respecto es el de Oliverio Castañeda, quien luego de denunciar la masacre de Panzós, en 1978, fue asesinado brutalmente en el Pasaje Rubio, en la ciudad de Guatemala. Por eso oficialmente la AEU lleva su nombre: Oliverio Castañeda de León. ¿Qué pasa ahora? En el año 2000 fueron las últimas elecciones, y allí llegaron unos estudiantes que, si bien fueron elegidos democráticamente en su momento, luego se perpetuaron. Andando el tiempo, se quedaron ahí, vinculándose luego con grupos mafiosos, terminando dedicándose a actividades delictivas, como cobrarles extorsión a los mismos estudiantes, o a los vendedores informales que se mantienen en el campus. Se dice por ahí que controlan los bares que se encuentran en torno a la Universidad, tienen café-internet, son los dueños de muchas de las fotocopiadoras, se habla del tráfico de drogas que manejan. En 17 años de estar en el poder han creado una estructura mafiosa, corrupta, aliada con las autoridades universitarias. En realidad, se han convertido en su grupo de choque, permitiendo así acallar la voz crítica del estudiantado, haciendo que durante esos 17 años desapareciera el poder estudiantil de la San Carlos. Esa ausencia de representación del sector de los estudiantes se da en todos los espacios de la universidad pública. De hecho: fueron tomadas las distintas Asociaciones de Estudiantes, fueron prácticamente suprimidas las Comisiones de Evaluación, que son las encargadas de evaluar el desempeño de los catedráticos, fueron mermados los Tribunales de Oposición, que deberían ser los encargados de permitir, a través de concursos transparentes, la llegada de los catedráticos más idóneos, se cooptó la representación estudiantil ante el Consejo Superior Universitario… Es decir: se le quitó la voz a los estudiantes en todos los espacios, por eso ahora es tan importante recuperar la AEU y todos estos espacios cooptados por las mafias, para democratizarlos genuinamente. Y además de eso, lograr que la AEU vuelva, como en el pasado, a estar vinculada con los problemas nacionales, acorde a lo que debería seguir siendo el mandato constitucional de la Universidad de San Carlos, involucrándose en esos problemas y aportando soluciones.

Pregunta: En otros términos, esta decadencia, esta derechización de la AEU, esta transformación en grupos quasi mafiosos, como decían, ¿es funcional con el proceso de deterioro general que ha venido sufriendo la Universidad de San Carlos en sus distintos aspectos?

Respuesta: Lo que le sucede hoy a la AEU es, en definitiva, resultado de la estrategia contrainsurgente que vivió el país años atrás. Las autoridades, por supuesto que sí, han hecho parte de todos estos pactos cuestionables que se han venido dando. Por ejemplo, esto de la Comisión Transitoria que se formó en el 2012. Eso fue una jugada muy sucia: había que convocar a elecciones, y la gente de la AEU eran todos unos viejos, perpetuados en sus puestos desde hacía años; ya ni siquiera eran estudiantes universitarios. Entonces, por arte de magia, se formó esta llamada Comisión Transitoria, que no está avalada por ningún estatuto. Y ahí mismo el Consejo Superior Universitario los reconoció como AEU legítima, y desde ese entonces no se dio ningún proceso de elecciones. Eso significa desconocer la autonomía del movimiento estudiantil. Ahora, afortunadamente, el Consejo tuvo que dar marcha atrás y finalmente convocar a elecciones.

Pregunta: ¿Qué se puede esperar de este proceso electoral en la AEU? ¿Cómo está la situación?

Respuesta: Lentamente se va dando un clima de mayor participación estudiantil; se comienza a sentir el ambiente electoral. Ahora se han generado más expectativas por parte de los estudiantes. Todo este movimiento arranca del 2015. Cuando se dan las manifestaciones de ese entonces, ahí inician las demandas de luchas contra la corrupción. Sabemos que la corrupción es solo un elemento de los tantos y más profundos que tiene la crisis estructural del país. Pero la corrupción fue la demanda básica del momento, y eso también llegó al movimiento estudiantil. Ahí se puede decir que se da un resurgimiento de la idea de lucha, de movilización. Sin dudas, la USAC fue la que aportó la mayor cantidad de gente para las movilizaciones aquí en la ciudad de Guatemala. En ese contexto pedíamos la renuncia de los corruptos Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, no queríamos elecciones con esas condiciones, pedíamos reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, apoyábamos el llamamiento a una reforma radical del Estado y la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para crear un Estado Plurinacional, y en ese contexto se nos ocurrió mirar hacia dentro de la universidad, y nos planteamos entonces luchar contra la corrupción también dentro de casa. El Rector no nos representa, la AEU tampoco; de hecho, en esa representación estudiantil hay presencia de criminales. Entonces, en ese clima de lucha contra el flagelo de la corrupción surge la idea de recuperar la AEU, nuestra AEU cooptada por bandas mafiosas. En el 2015 se fue gestando la idea. En el 2016 algunas Asociaciones democráticamente electas comenzaron a preocuparse por esto, y la idea tomó forma. La tarea no era fácil, para nada. Los estatutos dicen que en ausencia de una representación legítima, tal como es el caso, 6 Asociaciones democráticamente elegidas pueden juntarse y pedir elecciones transportes. Entonces se hizo: con las primeras 6 Asociaciones se empezó a trabajar en búsqueda de elecciones, a lo que posteriormente se le fueron sumando 5 Asociaciones más, llegando a ser 11 en total. De esa forma, un numeroso grupo de estudiantes hizo lectura de un documento frente a la sede de la AEU donde públicamente se la desconoce por ilegítima e ilegal. De esa manera, esas Asociaciones movilizadas pudimos conformar, siguiendo los estatutos, un Consejo Electoral, y luego hacer la convocatoria a elecciones democráticas y transparentes. Como no había nada claramente normado en relación a elecciones, ese Consejo Electoral se dio a la tarea de redactar el correspondiente reglamento electoral. 



Pregunta: ¿Qué papel jugó el Consejo Superior Universitario en todo esto?

Respuesta: No dijo ni una palabra. Pero en realidad no puede decir nada al respecto, porque en el ámbito de los estudiantes hay total autonomía para la elección de sus propias autoridades. Por eso, el Consejo Electoral siguió adelante y convocó a elecciones. Eso fue para febrero de este año. Pero no se pudieron hacer en esa fecha, porque las autoridades no nos podían dar el padrón electoral en ese momento, pues no estaban terminadas aún las inscripciones, y se nos propuso el mes de agosto. Eso produjo un cierto bajón en los grupos que nos habíamos movilizado: en enero, el mes de agosto se veía como muy lejano. Pero en definitiva estuvo bien, porque permitió un mejor trabajo organizativo y de concientización del estudiantado. Ahora los candidatos de cada lista se eligieron democráticamente en asambleas; por eso, la postergación para agosto finalmente fue positiva. Ahora quedaron cuatro listas: RETO-USAC, que fue la primera lista en inscribirse. Luego se inscribió el Frente Estudiantil, que recupera el nombre del grupo que fuera de Oliverio Castañeda. Posteriormente apareció MEUC -Movimiento Estudiantil Universitario Consciente- y por último CREE, que aunque juren y perjuren que no son la vieja estructura mafiosa y corrupta de la AEU, hay pruebas que demuestran que sí lo son. Entendemos que las dos listas más reconocidas por los estudiantes son RETO-USAC y Frente Estudiantil, las que presentan propuestas de superación de la vieja mafia burocrática.

Pregunta: En estos años hubo algunos intentos de recuperar la AEU, ¿verdad? Por ejemplo, el esfuerzo de EPA, Estudiantes por la Autonomía, en el año 2012. ¿Qué pasó con esa iniciativa?

Respuesta: Ese fue un buen intento, y marcó rumbo. Quedó gente de esa en la universidad, y hoy día han trabajado con RETO-USAC. Pero recientemente hubo una pelea interna, y los viejos miembros de EPA se fueron. En realidad, EPA ya no existe como tal; cuando pudo movilizar estudiantes y cerrar la universidad por varios meses, allá por el 2012, sus dirigentes eran estudiantes de los últimos años. Ahora ya la gran mayoría se ha graduado y dejó la universidad. En su momento su intento fue bueno, pero en varios años de estar apoyando la Reforma Universitaria, debido a los obstáculos que le fueron poniendo las autoridades, no se pudo avanzar prácticamente nada. Los entramparon, los cooptaron, les negociaron plazas, y así los fueron acallando. Esa Reforma nunca avanzó, y nadie supo nunca nada de cómo iba. En realidad, se fracturó la EPA, por las negociaciones en que los metieron. Los dirigentes terminaron con plazas de docente, y todo se vino abajo.

Pregunta: Viendo los tiempos que corren, de derecha omnímoda que todo lo compra, que todo lo frena con dinero, o con balas cuando es necesario, ¿en qué medida es posible recuperar la AEU y la universidad en su conjunto para un discurso alternativo, para una propuesta de transformación político-social?

Respuesta: Es difícil, pero no imposible, por supuesto. A la EPA la acorralaron y la llevaron a su quiebre. Prácticamente les obligaron a cometer esos errores políticos en que terminaron. Había comenzado bien, con mucha fuerza, pero en el camino la cooptaron. Visto ahora a la distancia, de nada valió tener tomada la Rectoría por cuatro meses. Distintamente, el movimiento que arranca en el 2015 y se va solidificando durante el 2016 sí pudo apegarse a los estatutos universitarios, y de momento ha seguido con transparencia todo este proceso de recuperación de la AEU. No es el primer intento, por supuesto, pues ya hubo varios, pero el actual es el intento que llegó más lejos. Por eso lo vemos con mucha potencialidad, porque ahora están sucediendo cosas positivas. En realidad, lleva tras de sí todas las experiencias de estos últimos años, y ahora sí hay más fuerza que hace algunos años. Por supuesto que la política contrainsurgente de años atrás dejó huellas. En otro tiempo, ser miembro de la AEU era casi firmarse una sentencia de muerte. Por eso la AEU cayó tan bajo. La última con propuestas alternativas fue en 1989. Después hubo un largo silencio, acallándose todo. El discurso de la no participación se impuso, el “no te metás”. Ahí fueron modificándose los planes de estudio, quitándose prácticamente todas las cuestiones sociales. Se fue imponiendo el discurso neoliberal, todo pensando solo en el mercado capitalista y la salida personal, individualista. La preocupación político-social salió de escena.

Pregunta: ¿Cómo es posible, entonces, recuperar esa preocupación por lo social, volver a transformar el movimiento estudiantil en un agente político que se plantee seria y críticamente alternativas para el país, para la sociedad global, en medio de este clima de “sálvese quien pueda”?

Respuesta: El desafío es grande, enorme. Hay que empezar por recuperar a los estudiantes. Recuperando el movimiento estudiantil, volviéndolo a hacer que se interese por los problemas de la sociedad y deje de pensar solo en el supuesto “éxito personal”, podremos ir construyendo un opción de poder alternativo. A partir de ahí podremos recuperar otros espacios. Institucionalizar la AEU es el primer paso; luego podremos intentar revitalizar la academia, que está muy caída, muy desprestigiada. Los estudiantes, según el carácter de gobierno tripartito de la Universidad de San Carlos, somos parte de la dirección de toda la casa de estudios. Pero estos últimos años nos han hecho olvidar de eso, nos han amansado. Sin embargo, los estudiantes debemos estar presente en la toma de decisiones universitarias a todo nivel. Debemos recuperar eso, que ha sido borrado de nuestras agendas. Por eso ahora vamos tras la democratización de todos los espacios estudiantiles. Debemos recuperar nuestro papel protagónico. Así, podremos volver a tener injerencia en la elección de los catedráticos, y así volver a recuperar un nivel académico que se ha ido perdiendo. De hecho, hoy día no hay concursos de oposición; la elección de los docentes es hecha totalmente a dedo, por roscas.

Pregunta: ¿La corrupción ha ganado todos los espacios?

Respuesta: Exactamente: la corrupción está por todos lados. Por eso es imprescindible recuperar democráticamente todos los espacios, ganados hoy por la corrupción y la impunidad. No hay concursos, hay catedráticos atornillados a sus puestos, docentes que no avanzan en su producción académica y repiten lo mismo y lo mismo desde hace años, hay mafias que deciden todo, los catedráticos se contratan cada vez más como interinos según los acomodos políticos de las roscas que existen. Pero todo eso se puede cambiar. Hay ejemplos: ya nos hemos movilizado muchas veces, y hemos logrado mover docentes ineficientes y corruptos. Buscamos catedráticos idóneos. Todos esos ejercicios de poder estudiantil cuestionador ya se han hecho en muchas oportunidades. Por eso hay que devolver la confianza, la credibilidad de los estudiantes y de la academia. Eso se logra solamente con transparencia, con democracia directa, con participación. Hay que lograr que los estudiantes se sientan protagonistas, se sientan parte de los problemas y de las soluciones. Por ejemplo: las Escuelas no tienen voto en el Consejo Superior, y de hecho, las Escuelas, que son las que están vinculadas con el campo social (Psicología, Historia, Ciencia Política, Pedagogía, Ciencias de la Comunicación), representan la mitad de la universidad. Eso es inadmisible, y hay que cambiarlo. Los estudiantes deben involucrarse en estos asuntos.

Pregunta: ¿Existe en este momento algún sondeo de opinión para saber cómo van las listas?

Respuesta: No, no lo hay. Pero tenemos la esperanza que el estudiantado masivamente se vuelque a las urnas. Esperamos que haya muchos miles de votos, 50,000 tal vez, más que aquellos con que se eligió al Rector. Eso sería una lección de democracia. Si recuperamos la AEU deberíamos reconstruir todo esto, modificar los estatutos, lograr una activa participación democrática del movimiento estudiantil.

Pregunta: ¿Hay temor que la lista oficial, más allá que ella se diga que no lo es, pueda apelar a manejos antidemocráticos para alzarse con la victoria en las urnas?

Respuesta: Por supuesto que existe ese temor. Los manejos turbios siguen estando. Recientemente hubo el intento de crear un Consejo Electoral paralelo por parte de la AEU tradicional, para manipular las elecciones obviamente, con la venia de las autoridades. Con la inmediata movilización de los estudiantes, se pudo parar eso, y el Consejo Superior no tuvo más alternativa que dejar seguir adelante el Consejo Electoral legítimo, porque habría sido demasiado descarado no aceptarlo. Pero no hay dudas que podemos ver cualquier manejo no transparente. Por eso hay que estar muy atentos, muy movilizados para impedir cualquier cosa de esas. Hay que fiscalizar todo el proceso, con mucha atención. También hay grupos de sociedad civil acompañando las elecciones, además de la Procuraduría de Derechos Humanos y COPREDEH. Es complicado, porque es un proceso de tres días: sábado 19, domingo 20 y lunes 21. Hay que estar muy atentos, por supuesto. No vamos a permitir que nos boicoteen todo el esfuerzo que hemos estado haciendo. Esto es un esfuerzo estudiantil legítimo, autónomo, y no hay involucrado ningún partido político detrás. Quizá aparezca cuando esté la lista ganadora, pero de momento no han aparecido. De momento hablamos de una democracia real, de base, participativa. Es un movimiento genuino.

Pregunta: ¿Algo más que querrían agregar, ya para finalizar?


Respuesta: Invitar al estudiantado que haga un estudio consciente de las planillas que se presentan, de conocer a fondo las propuestas y los planes de trabajo para que puedan elegir con conocimiento, con precisión. Hay que recuperar el protagonismo del movimiento estudiantil y buscar una buena formación en las aulas al mismo tiempo que una sensibilización con los grandes problemas del país. Hay que bregar por un alto desarrollo científico, artístico, cultural y deportivo, siempre enmarcados en la autonomía universitaria. La legitimidad de todo este proceso la va a dar la amplia participación de los y las estudiantes. Lo importante hoy es recuperar la AEU. Invitamos a todo el estudiantado a volcarse a esa tarea.

Cultura de la banalidad: pechos de silicona



Marcelo Colussi

Refiriéndose al pene, es común decir que "el tamaño no importa, sino lo que se hace con él". Con los pechos de las mujeres podría afirmarse otro tanto. Pero sin embargo, los pechos enormes y erguidos han sido transformados en íconos sexuales en estas últimas décadas por obra y gracia de la publicidad; de todos modos, al igual que sucede con el tamaño del órgano genital masculino, su capacidad de dar goce (a varones y mujeres, activa o pasivamente) no está en dependencia de su dimensión. Aunque en apariencia los senos voluptuosos pudieran hacer creer en una mayor capacidad de goce que los más pequeños, de hecho no son más sensibles al estímulo sexual. En todo caso, sí alimentan una pulsión escópica. Ese es el goce específico con el que se ligan directamente, pero ningún orgasmo "mejora" por el tamaño de los pechos, así como tampoco "mejora" por el tamaño del pene.

"Redonda con perfil alto, redonda con perfil bajo y en gota… tenemos la medida justa que necesitas", puede leerse hoy ya como algo común. "Mejora tu imagen. Hazte ya tu implante. Facilidades de pago. Aceptamos todas las tarjetas de crédito"… Anuncios de este tipo pueden encontrarse en muchos países en cualquier revista, en afiches publicitarios, en mensajes de correo electrónico, del mismo modo que se mercadea una prenda de vestir, una licuadora o un rollo de papel higiénico. Pero que la publicidad haya transformado los prominentes pechos (artificiales en casi todos los casos) en un símbolo obligado de sensualidad femenina, no hace que por fuerza todos los varones "compren" el producto mercadeado. Una investigación reveló que un 25% de los varones entrevistados prefiere los pechos grandes mientras que otro 25% opta por los pequeños, en tanto que el restante 50% elige otros atributos físicos en la mujer, no importándole especialmente el tamaño de los senos. Y tampoco en el ámbito femenino las ventas de la nueva mercadería son totales: no todas las mujeres corren desesperadas a hacerse su implante mamario. Pero sí despierta, a veces, preguntas, cuestionamientos, incluso malestares.

"Hacia finales del siglo XIX y principios del XX –nos informa Mónica López Ocón– los senos se transformarían en objeto de estudio de los médicos y en objetos privilegiados de la industria que produjo para ellos todo tipo de aditamentos, coberturas y productos embellecedores: corsés, sostenes, cremas, lociones, máquinas para desarrollarlos. Si en períodos históricos anteriores el pecho como instrumento de la lactancia había sido considerado como un bien social, a mediados del siglo XX llegó a constituirse como un bien económico. En cualquier caso, siempre se ejercía sobre él una presión de propiedad colectiva. No es casualidad, por lo tanto, que los movimientos de liberación de la mujer de los años 60 hicieran de la quema pública de sostenes un símbolo de sus reclamos de libertad que cuestionaban tanto la tiranía de la medicina que las sometía a exámenes continuos, como la de la moda que les imponía una imagen. Hoy la cirugía de mamas es un recurso de belleza generalizado. A tal punto se ha extendido esta práctica que hacerse las lolas parece casi un paso ineludible para una mujer que quiera seguir la moda. Esto ha hecho que los pechos naturales, esos que se achatan al acostarse y están siempre sometidos al acecho de la fuerza de gravedad, parezcan una anomalía o un signo de dejadez".
           
Independientemente de nuestros gustos personales (tanto hombres como mujeres) –siempre en dependencia de nuestros fantasmas inconscientes–, lo cierto es que la "moda" de los grandes pechos se ha instalado, y como sucede en estos fenómenos sociales, una vez instalada la tendencia, es muy difícil –a veces imposible– dar marcha atrás. Llegaron los pechos exuberantes… pero no todas las mujeres los tienen así (digamos que la minoría). Entonces…. ¡hay que hacerlos crecer artificialmente! Y para eso está la cirugía plástica y su aliado incondicional: la silicona.



Químicamente consideradas, las siliconas son polímeros del dióxido de silicio. Desde 1947 se sugirió la posibilidad de aplicarlas en la cirugía plástica, y una vez comprobada su utilidad como reemplazantes de tejidos blandos, en el año 1963 los médicos Cronin y Gerow realizaron el primer implante mamario con este gel, fabricado por la empresa Dow Corning. Consistía en la instalación de unas bolsas de lámina de silicona rellenas de aceite de silicona de grado médico. Hoy día el uso de implantes mamarios que realiza la cirugía estética (aumento de pecho o mamoplastia de aumento) está indicado 1) para la reconstrucción después del cáncer de seno, 2) en cirugías de reasignación de género (comúnmente llamado cambio de sexo), 3) para la corrección de diversas anormalidades que afectan la forma y el tamaño de los pechos y 4) por razones cosméticas.

A instancias de ese mercadeo del que hablábamos, de esas pautas publicitarias y ese modelo de belleza femenina que ciertos poderes establecieron, un 80% de los casos de implantes mamarios se realizan por razones enteramente estéticas, sin ninguna otra necesidad clínica. Según la Asociación Estadounidense de Cirujanos Plásticos, el aumento de pecho es el tercer procedimiento de cirugía estética más realizado en los Estados Unidos, con 291.000 intervenciones de este tipo en el 2005 (797 por día). No es infrecuente que en algunos países (aquellos con mayor poder adquisitivo) los varones –novios, esposos, amantes– e incluso los progenitores, regalen una intervención de este tipo a una mujer. Como dato interesante: para la llegada de las fiestas navideñas se dispara el consumo de siliconas. ¿Santa Klaus será voyeurista?

A través de la historia, no todas las civilizaciones han hecho esta apología del seno femenino prominente casi a nivel de fetiche como ahora ha ido construyendo la moderna cultura hollywoodense, en cierta forma "obligando" a repetir universalmente los patrones que impone. Actualmente, en estas últimas décadas donde la cultura dominante ha impuesto mercaderías por todo el planeta mucho más allá de las necesidades básicas, el culto a la belleza y el cuidado casi fetichista del cuerpo es una "moda obligada" que no cesa de crecer. La cuestión que no debe olvidarse es que hay quien impone esas tendencias, y ello conlleva a un mercado donde las grandes mayorías no hacen sino engrosar las fortunas de quienes fijan esas modas. No todas las mujeres se sienten mal con sus pechos naturales ni todos los varones se mueren por una mujer con dos globos aerostáticos en el pecho. Pero la imposición pareciera llevarnos por esos derroteros: quien no entra en los cánones de lo pautado por las modas… es un fracasado.

Estamos ante la moda del plástico, de lo superficial, la idolatría de lo nuevo, la creencia acrítica en que todo lo novedoso es bueno y superador, cultura de lo "light", culto a la cosmética…, en otros términos: fetichismo extremo de nuestros tiempos en donde los nuevos dioses son la adoración de las cosas materiales, la veneración reverencial de la imagen, de lo externo. ¿Se es más feliz con todo esto? ¿Hay realmente mejores orgasmos con las prótesis de silicona? ¿Somos tan fetichistas –voyeuristas los varones, exhibicionistas las mujeres– que nos llama más la atención el ver o el dejar ver un pecho enorme que ninguna otra cosa? ¿El culto a la imagen fascinante tiene tanta preponderancia en la dinámica humana, o eso es producto de una gran construcción mediática, una mercadería más que se instaló y se mantiene con técnicas de mercadeo porque se vende bien? ¿Por qué ahora hay que "consumir" pechos plásticos? ¿Qué pasa si no se los consume?

"Nuestra sociedad es la más fetichista que jamás ha existido porque valora a los objetos como personas y a las personas como objetos. Fetichismo extremo es ponerse pechos de silicona al pensar que el pecho realza a la mujer, pero la que se opera lo hace para gustar a otra persona. Fetichismo extremo es cuando el que mira sólo ve el pecho o la persona, tan esclava de su cuerpo, que se dedica a reconstruirse mediante la cirugía", nos dice Lucía Etxebarría. En definitiva, el fetichismo como posibilidad humana es simplemente eso: una posibilidad. Los erráticos comportamientos humanos no pueden ser valorados en términos éticos como "buenos" y "malos". Son comportamientos, combinaciones problemáticas de deseos que se nos escapan a nuestra decisión voluntaria, búsquedas interminables de objetos inasibles. El fetichismo no es sino una posibilidad de esos comportamientos. Que se le considere patológico o no, es una cuestión de ejercicio de poderes, de una moral que fija reglas, que dictamina lo correcto e incorrecto.

Esa búsqueda perpetua, perenne, de un objeto que nunca se consigue, de algo que siempre vive escapándosenos, en el campo amplio de la sexualidad es interminable. ¿Alguien tiene derecho a juzgar a una mujer que se implanta dos kilos de silicona en los senos? ¿Se puede ingenuamente abrir juicio de valor respecto a si eso es "bueno" o "malo"? Obviamente no. Cada quien, en definitiva, gozará como pueda. Pero al mismo tiempo, de ese hecho del consumo de esta nueva moda de los pechos siliconados –moderno, producto de una determinada formación económico-social y cultural como es el capitalismo hiper consumista y el culto a la belleza externa incentivado por las industrias audiovisuales– podemos abrir una consideración crítica: ¿por qué ahora hay que hacer eso?, ¿quién decide la belleza?, ¿acaso esos patrones impuestos son una garantía de mayores cuotas de goce?

Toda la parafernalia de la cirugía estética de los senos, además de tener pasivas consumidoras y consumidores, también tiene sus detractoras/es. Desde su aparición, los implantes mamarios rellenos de gel de silicona han sido señalados como los responsables de un sinfín de calamidades: desde asma, artritis y cáncer, hasta causa de suicidios (disparando melancolías profundas que solo necesitaban una causa externa) en no pocas mujeres, insatisfechas con el resultado final del implante. En verdad no existe ningún estudio científico válido que diga que el cáncer de seno o las enfermedades del colágeno son producidas por estos implantes. Pero sí, como toda cirugía, la mamoplastia de aumento que realiza la cirugía estética tiene riesgos. Entre ellos se encuentran: el riesgo general de la anestesia, pérdida de las sensaciones, dolor, posible ruptura del implante, irregularidades en la piel, cicatrices, posible asimetría en el tamaño del busto o localización de los pezones, infecciones, sangrado, dislocaciones o caída del implante lo cual puede causar flacidez o abultamientos en lugares no deseados, formación de tejidos alrededor del implante, interferencia con las mamografías para determinar cáncer o tumores, formación de hematomas, tejido muerto alrededor del implante, rechazo al implante con los consecuentes síntomas (fiebre, infección y otros). Y el mayor riesgo de todos: la cicatrización de la intervención quirúrgica.

Pero fuera de estas posibles complicaciones prácticas, y considerando que no parece haber una relación causal con procesos cancerígenos por lo que fueron demonizados en alguna medida, la pregunta que se abre es: ¿qué significa todo esto? ¿Por qué se impuso de tal manera esta "necesidad" de ser bella a través de unos pechos artificiales? ¿Por qué los implantes en un 80% de casos se hacen sólo para seguir una moda? ¿No nos habla todo esto de una tendencia que impone el sistema capitalista en donde el culto a la superficialidad y al consumismo banal pareciera entronizarse cada vez más? Una consumidora, o un admirador, de estas prácticas cosméticas podrá decir que es retrógrado y no pertinente abrir una crítica ante un producto "embellecedor", que si quien lo usa se siente bien, no hay nada más que agregar al asunto.

Insistimos: no se trata de abrir un juicio de valor en relación a la mujer que se llena de silicona, o al varón que admira esos senos inflados –y eventualmente los paga–; lo que se cuestiona es el meollo del asunto. ¿Por qué el modelo actual de sociedad no puede alimentar a toda la población mundial –el hambre sigue siendo la principal causa de muerte de los seres humanos, pese a que existe un 45% más de comida disponible para todas las bocas del planeta– mientras se gastan cantidades monumentales (más de 10.000 millones de dólares anuales) en productos cosméticos, en cuenta los implantes de siliconas?

Independientemente que nos guste o no tener o ver un seno exuberante, ¿por qué se nos obliga a salir corriendo a consumir este nuevo producto que, a quienes lo obtienen, los coloca en el lugar de "ubicados y exitosos" sociales y los diferencia de los "excluidos y marginales"? ¿Por qué la sociedad consumista moderna pone un énfasis tan grande en la belleza corporal artificial, y en general en todo lo artificial? ¿Por qué se valora tanto una teta de plástico? ¿Qué indica eso? La banalidad se ha instalado. La cultura que genera el modelo capitalista y el consumismo hedonista ¿nos condena finalmente a terminar optando por el sexo artificial, con muñecas de silicona o vibromasajeadores electrónicos?


"El capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos", decía Marx. El modelo civilizatorio generado por el capitalismo hiper consumista de estas últimas décadas nos evidencia que el ser humano de carne y hueso, el sujeto concreto de la historia, para este proyecto efectivamente empieza a sobrar, se le puede destruir: pasa a ser más importante la imagen que la realidad corpórea.

jueves, 3 de agosto de 2017

Venezuela y la Asamblea Nacional Constituyente. ¿Qué sigue ahora?



Marcelo Colussi

Insistir en debilitar doctrinariamente a Maduro, colocando su filiación castrista y comunista (dependencia de los cubanos) como eje propagandístico, opuesta a la libertad y la democracia, contraria a la propiedad privada y al libre mercado.

Parte de la Operación “Venezuela Freedom 2”, del Comando Sur de Estados Unidos


A modo de introducción

En Venezuela acaba de darse un triunfo popular: una masiva elección donde la población se manifestó, una vez más, a favor del proceso en curso. La Asamblea Nacional Constituyente recibió más de ocho millones de votos de aprobación por parte del electorado. Es la décimo novena oportunidad en que el pueblo chavista se impone en una elección democrática sobre veintiún procesos electorales que han tenido lugar en estos años. La oposición, una vez más, salió derrotada.

Pero quedarse solo con el triunfalismo de la victoria, con las consignas chavistas y el festejo desbordante, no terminan de aportar para lo que está en juego. Lo que hay que salvar es el proceso bolivariano que, según se ha dicho, es el camino al socialismo. Allí es donde me parece oportuno abrir una reflexión crítica.

Siendo absolutamente realistas (“Actuar con el optimismo del corazón y con el pesimismo de la razón”, decía Antonio Gramsci), la situación actual en Venezuela es complicada, y el futuro no se ve, siendo veraces, muy luminoso. O, al menos, hay nubarrones que abren preguntas preocupantes. De caer la Revolución Bolivariana, el golpe a los pueblos de Latinoamérica, y seguramente del mundo, sería muy grande. Todo ello serviría a la derecha para demostrar, complementando la caída del Muro de Berlín, la imposibilidad de una opción socialista. En tal sentido, las palabras de Margaret Tatcher serían incuestionables: “No hay alternativa”. O capitalismo… ¡o capitalismo!

¡Pero sí hay alternativas! El socialismo, el poder popular y una economía no centrada en el lucro de la empresa privada, sí son posibles. En la República Bolivariana de Venezuela algo de ello comienza a tomar forma. Pero aún resta mucho por caminar. Y en estos momentos, la coyuntura nos muestra que es posible revertir los pasos dados, acercándonos (o queriéndosenos acercar) más hacia el capitalismo que hacia el socialismo.

Pese al triunfo en la elección del 30 de julio, la derecha tiene bastante a maltraer la Revolución. Esto hay que reconocerlo para no errar el análisis, y consecuentemente, los caminos a seguir. La guerra mediático-psicológico montada, y luego las acciones militares de baja intensidad (las guarimbas), no podemos dejar de reconocer que están resultando un duro golpe. ¿Es la Asamblea Nacional Constituyente la mejor, o la única salida, al actual atolladero? Lo que sigue es un intento de reflexión crítica en total apoyo al proceso bolivariano, y de ningún modo pretende tomar el bochornoso discurso de la derecha que tilda al gobierno de “dictadura” y ve en esta nueva instancia un fraude. Pero es necesario plantearse algunas dudas razonables, justamente pare seguir caminando con claridad.

¿Qué está pasando en Venezuela?

En la República Bolivariana de Venezuela desde hace 18 años hay un proceso político nacional, popular, con tinte socialista, que defiende sus propios recursos naturales. Es imprescindible saber que el país, con un millón de kilómetros cuadrados de mar territorial y 2.394 km. de costa firme sobre el Mar Caribe, es poseedor de las cinco fuentes principales de energía natural: petróleo, gas, carbón, hidroelectricidad y solar. A lo que habría que agregar la orimulsión. De hecho, contiene en su subsuelo las reservas petroleras probadas más grandes del mundo: 300.000 millones de barriles de petróleo, suficientes para 341 años de producción al ritmo actual. Además, de sus entrañas surgen importantes recursos minerales, como hierro, bauxita, coltán, niobio y torio. A lo que habría que agregar enormes yacimientos de oro y de diamantes. Junto a ello hay que destacar que es el noveno país del mundo en biodiversidad en su Amazonia (53.000 km2 de selvas tropicales) –utilizable para la generación de medicamentos y alimentos– y décima-tercera fuente de agua dulce (la enorme cuenca del Río Orinoco).

Todo ello es un botín que enormes corporaciones multinacionales ansían, pero que el actual gobierno, iniciado con Hugo Chávez, y con amplio apoyo popular en la actualidad, con el presidente Nicolás Maduro, defienden en pro de un proyecto nacionalista y de profundo contenido social.

La renta petrolera, principal fuente de recursos del país, desde que iniciara la Revolución Bolivariana, se ha volcado a proyectos sociales de amplio beneficio para las grandes mayorías populares. Salud, educación, viviendas, infraestructura básica, son grandes logros del proceso político-social en curso. De ahí el decidido apoyo que recibe. Eso choca con la apetencia de las gigantescas corporaciones petroleras (Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, Royal Dutch Shell, British Petroleum, Conoco Phillips, Total, Agip, Repsol) –y sus representantes locales: una extendida burocracia tecno-petrolera que vivió en la opulencia durante buena parte del siglo XX–, siempre a expensas de la mayoría de la clase trabajadora venezolana. Algo de esto comenzó a cambiar con la llegada al poder del presidente Chávez y su preconizado Socialismo del Siglo XXI. Por eso apareció la reacción.



Prácticamente desde que comenzara el gobierno de Hugo Chávez, y más aún a partir de sus primeras medidas de corte nacionalista y popular, la reacción (nacional e internacional) no se hizo esperar. Los intentos de reversión del proceso fueron tan numerosos como ineficaces (intentos de golpe de Estado, paro patronal, sabotaje petrolero, guerra económica interna, violencia callejera, desacreditación mediática a nivel global). Pero ahora, desde inicios del 2017, todo indicaría que la avanzada para botar al gobierno de Maduro entró en una fase aparentemente decisiva. Ahí está, al respecto, el “Plan para intervenir a Venezuela del Comando Sur de Estados Unidos: Operación Venezuela Freedom-2”. Ahí puede leerse, solo para ejemplificar, que: “Venezuela se enfrenta ahora a la inestabilidad económica, social y política significativa debido a la rampante violencia, la delincuencia y la pobreza, la inflación galopante, la grave escasez de alimentos, medicinas y electricidad. Violaciones de los derechos humanos por las fuerzas de seguridad y continuada mala gestión del gobierno del país están contribuyendo a un ambiente de incertidumbre, y grandes segmentos de la población dice que el país va por el camino equivocado. Además, la caída de los precios del petróleo y el deterioro económico generan condiciones que podrían llevar al gobierno venezolano a recortar los programas de bienestar social y su política exterior como el programa de subsidio de petróleo (Petrocaribe). Más recortes a los programas de bienestar social y la continua escasez que parecen inevitables, podría prever un aumento de las tensiones y las protestas violentas, fomentando el presidente Maduro y su partido una ola represiva adicional, como medidas contra los manifestantes y la oposición (…). Es indispensable destacar que la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial (sobre todo en esta fase-2) de la Operación Venezuela Freedom-2 en los actuales momentos descansa en nuestro comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la MUD [Mesa de la Unidad Democrática] involucradas en el Plan, por eso nosotros no asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos los diversos recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro.

En otros términos: una estrategia de guerra impulsada por Washington similar a la que se dio en otros puntos del mundo: Ucrania, Irak, Libia, Siria. Es decir: manipulaciones y acciones varias que permiten derrotar al gobierno de turno (en el caso de Siria no fue posible, dado el decidido apoyo ruso), en función de un proyecto geo-hegemónico de la clase dominante de Estados Unidos y de una oligarquía global, que es quien hoy fija buena parte de las políticas del mundo. Países éstos acusados de ser “dictaduras” pero que, casualmente, presentan grandes recursos naturales, petróleo en muchos casos, apetecidos por aquellas corporaciones globales.

Todas estas estrategias, según formula una estudiosa de asuntos internacionales como Ana Esther Ceceña, ya están debidamente probadas en varios lugares, siendo altamente eficaces: “Métodos [terroristas y desestabilizadores] han sido usados en Libia y Siria. Siempre aprovechando y atizando las contradicciones ya existentes y llevándolas a un nivel de confrontación absoluta, que propicia la introducción de fuerzas adicionales (fuerzas especiales de mercenarios), de operaciones encubiertas o incluso de bombardeos del exterior, que no sólo elevan la tensión sino que garantizan el acaparamiento de los lugares estratégicos (pozos petroleros, puertos, pasos o rutas). Generalmente estas intervenciones se combinan también con algunos ataques estrepitosos y fragilizadores, como incendios de infraestructura básica o de hospitales (maternidades, como en Venezuela), para además crear sensación de indefensión.

Según algunas fuentes bien informadas, para el segundo semestre del año en curso estaría planificada la eclosión del actual gobierno de Venezuela. La violencia inducida que está viviendo el país desde hace meses (con alrededor de 120 muertos ya), más la imagen mediática presentada por doquier que muestra un caos generalizado, hambre y represión sangrienta, productos todos ellos de una tiránica dictadura, recuerda el escenario de los países antes aludidos.

En pocas palabras, el Plan estadounidense contempla:

1.    provocar desabastecimiento de productos de primera necesidad
2.    impulsar el mercado negro
3.    fomentar la inflación
4.    crear violencia callejera con bastantes muertos
5.    difundir mundialmente una matriz mediática que muestre al país como un caos total manejado por una dictadura sangrienta que hambrea a su población
6.    inducir una división tajante dentro de Venezuela entre chavismo y visceral antichavismo
7.    buscar una guerra civil
8.    pedir airadamente por todos los medios posibles (incluyendo la ONU y la OEA) una intervención extranjera para “restablecer la democracia”, robada por la actual “dictadura”
9.    no está escrito en el plan, pero es el objetivo real: quedarse con las reservas petroleras.

Asamblea Nacional Constituyente

Ante este embate de la derecha, internacional y vernácula, y ante el clima de violencia creciente que comienza a vivirse desde febrero de este año, el presidente Nicolás Maduro convocó, el pasado 1° de mayo, a la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente, “con la finalidad primordial de garantizar la preservación de la paz del país ante las circunstancias sociales, políticas y económicas actuales, en las que severas amenazas internas y externas de factores antidemocráticos y de marcada postura antipatria se ciernen sobre su orden constitucional”.

En el decreto emitido por el Poder Ejecutivo para establecerla, se fija, entre otros puntos, lo siguiente: “1. La paz como necesidad, derecho y anhelo de la nación, el proceso constituyente es una gran convocatoria a un diálogo nacional para contener la escalada de violencia política, mediante el reconocimiento político mutuo y de una reorganización del Estado, que recupere el principio constitucional de cooperación entre los poderes públicos (...) 2. El perfeccionamiento del sistema económico nacional hacia (…) el nuevo modelo de la economía post petrolera, mixta, productiva, diversificada, integradora, a partir de la creación de nuevos instrumentos que dinamicen el desarrollo de las fuerzas productivas, así como la instauración de un nuevo modelo de distribución transparente que satisfaga plenamente las necesidades de abastecimiento de la población.

Está claro que el objetivo fundamental de la iniciativa es buscar una respuesta no-violenta a la violencia desatada por la oposición, viabilizada básicamente por grupos de jóvenes (mercenarios según pudo establecerse, entrenados por fuerzas militares y paramilitares colombianas, que comenzaron a sembrar el terror ciudadano). El mensaje dominante, desde el momento mismo en que se lanzó la idea de la Asamblea, fue “fomentar la paz”.

Inmediatamente toda la derecha, de Venezuela y del mundo, reaccionó estruendosa acusando de “proyecto dictatorial” la conformación de dicha instancia. La crítica estriba en mostrar cada cosa que hace el gobierno como un acto antidemocrático, nunca apegado a derecho, tiránico en definitiva. Curiosa apreciación, porque en Venezuela cada acción del gobierno, desde Chávez en adelante, se apega rigurosamente a la Constitución vigente. De todos modos, la lucha política admite todo, y en la guerra (lo que se vive es una guerra, decididamente, expresión al rojo vivo de la lucha de clases), la verdad es siempre la primera víctima.

Ahora bien: en sentido estricto, la coyuntura no hace necesaria la reformulación de la Carta Magna, a no ser que se lo hiciera para una profundización real y efectiva del socialismo. Pero todo indica que la estrategia es un emotivo, profundo y enfático llamado a la paz; la construcción del socialismo sigue siendo algo relativamente pendiente. “El perfeccionamiento del sistema económico” que propone, habla de economía mixta (pública y privada). La nacionalización / expropiación de los medios de producción es una tarea aún por realizarse. De ahí que lo que se ha dado en llamar el chavismo crítico abriera también una crítica a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Entiendo que no, de ningún modo, para ponerse al lado de la derecha (como hubo quien así lo interpretó), sino para profundizar la genuina construcción del socialismo. Su pregunta, que entiendo no deja de ser pertinente, apunta a clarificar esto: ¿qué viene luego de la Asamblea?

La crítica, si es constructiva, debe ser escuchada. La derecha, de más está decirlo, no formula crítica sino visceral y frontal ataque. ¡Es terrorismo! Pero si no se acepta la discusión franca, se corre el riesgo de repetir los errores del socialismo real, el socialismo burocrático soviético, por ejemplo. Y justamente la idea de Socialismo del Siglo XXI va de la mano de una superación de ese tipo de autoritarismo.

¿Y ahora?

Lo primero a destacar es que la población masivamente continúa siendo chavista. La derecha, pese a todos sus denodados intentos de desestabilización, aún con su payasesco escenario de una supuesta consulta popular días atrás, no consiguió la cantidad de votos que sí obtuvo el pueblo chavista. La gran mayoría, aun desafiando el terrorismo desatado en estos tiempos, aún pese a todas las amenazas recibidas, a la violencia imperante, al furioso bombardeo mediático antichavista, dio una fenomenal muestra de participación cívica.

Sin dudas que los beneficios de la renta petrolera que ha traído el proceso bolivariano se aprecian. La mejora de la dieta, la alfabetización, el millón y medio de viviendas otorgadas, la cultura popular al alcance de todos, son todas medidas que, aún en medio de dificultades, la gente valora. Por eso los más de ocho millones de votos diciendo sí a la Asamblea.

La acusación de fraude o de dictadura ante la elección de este 30 de julio es ridícula y cae ante su propio peso. La derecha, tanto local como global, no sabe cómo detener esa marea chavista. No hay dudas que la revolución, pese al desabastecimiento, la inflación, la violencia callejera montada últimamente y a toda la desacreditación de que es objeto, se mantiene. La gente ansía la paz. El llamado a la Asamblea Nacional Constituyente funciona como un mensaje político en favor de esa paz.

Ahora bien: la pregunta que se plantea inmediatamente, y que sectores de izquierda, de ese llamado chavismo crítico, sectores que están con el proceso y que siguen esperando la profundización de las medidas revolucionarias, es básica: con esta Asamblea, con una posible nueva Carta Magna, ¿se va de una vez hacia el socialismo? ¿Cómo se construye la paz en medio de este atolladero que los planes de la derecha han creado?

Juan Martorano, por citar alguno de los estudiosos del tema que reflexiona al respecto, lo formula de esta manera: “Ahora ante esta Asamblea Nacional Constituyente, se le impone el reto a Nicolás Maduro y al PSUV [Partido Socialista Unido de Venezuela] de constituirse en el líder y en el partido que puedan hacer la Revolución Socialista y que ésta adopte la senda de la irreversibilidad y del no retorno capitalista. (…) En esta Asamblea Nacional Constituyente, estamos obligados a refundar el Estado. Sin negar los avances de nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aún impera, en buena medida, el modelo del Estado Burgués, y ese modelo está totalmente agotado y ya no es viable en nuestro país.”

A esta violencia desatada por los planes imperiales, secundados por la derecha local, no parece lo más idóneo responderle con “laboratorios de paz”, tal como el presidente Maduro lo formulara, con esta apelación al “amor”. Todo lo que la derecha está haciendo constituye, lisa y llanamente, actos de terrorismo, de odio, de muerte. ¿Se responde eso con paz y amor? ¿Los golpes se responden con flores? Cualquiera de estos actos debe ser considerado terrorismo. Así de simple: lisa y llanamente, terrorismo. ¿Cómo se le responde al terrorismo en cualquier latitud? ¿Con flores? ¿Podemos creernos realmente que se está construyendo una alternativa original, socialista quizá, por hacer que la Guardia Nacional se presente sin armas ante las provocaciones terroristas? ¿No se pagará un precio demasiado caro por ello? La instalación de la Asamblea y lo que vaya a salir de ella es aún una incógnita. Preguntarse por eso, por lo que se elaborará, por la forma en que se afianza la paz y una sociedad nueva, en definitiva: por la sociedad socialista, no es exactamente fomentar ni la derecha ni la contrarrevolución.

Decían los romanos del Imperio que “si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Quizá esto pueda sonar a demasiado “violento”, demasiado “contrario a la paz”, pero pareciera dar la impresión que en Venezuela la revolución no termina de construir a rajatablas lo que se entiende por socialismo. ¡Y el socialismo significa poder popular!, ¡verdadero poder revolucionario! ¿El poder se construye con flores? Dicho casi mordazmente: “si van a invadir, que invadan por algo, y no solo por el petróleo”.

Insisto con la idea: estas son preguntas críticas que intentan apoyar lo que se está edificando en Venezuela en tanto alternativa a un país capitalista y consumista, donde por décadas su ícono dominante fueron las Miss Universo y el “está barato, deme dos”. La apelación al amor y a la ternura ante el ataque despiadado de la derecha no pareciera ser el mejor camino para afianzar la auténtica transformación socialista, la profundización de la revolución, el alejamiento del rentismo petrolero. O, al menos, abre dudas.

Si bien es absolutamente meritorio la realización de una elección como la de los otros días y, en general, el clima de democracia que se vive con más de una elección por año, la pregunta que debe formularse es si el socialismo se agota en esos marcos, no muy distintos a cualquier “democracia de libre mercado”, o debe apuntar a algo más, a la consolidación de una democracia revolucionaria, de base. No hay dudas que eso es una pretensión en la actual Venezuela, pero aún resta un buen trecho por caminar.

Rosa Luxemburgo, analizando la revolución bolchevique de 1917, dijo: “No se puede mantener el “justo medio” en ninguna revolución. La ley de su naturaleza exige una decisión rápida: o la locomotora avanza a todo vapor hasta la cima de la montaña de la historia, o cae arrastrada por su propio peso nuevamente al punto de partida. Y arrollará en su caída a aquellos que quieren, con sus débiles fuerzas, mantenerla a mitad de camino, arrojándolos al abismo”. Otro tanto podríamos decir respecto a la República Bolivariana de Venezuela, símbolo actual de la Patria Grande Latinoamericana. ¡O avanzamos de una buena vez hacia el socialismo!..., o inexorablemente caemos.

Hay una queja interminable sobre la situación económica, viendo cómo la derecha hace negocios (los bancos nunca ganaron tanto dinero como en estos años, ni siquiera durante la IV República), protestando por el dólar paralelo con el que asfixian la economía de la revolución. Pero si coexisten (tan alegremente, podríamos decir) dos modelos antagónicos como capital privado y planteo socialista, ¿no se está casi absolutamente en manos de esos capitales? ¿Cuándo se profundizan las medidas socialistas? Y profundizarlas quiere decir: ¡profundizarlas! ¿Saldrá ese nuevo producto superador de la Asamblea?

Quizá esta cierta lentitud que vemos en la implementación del socialismo se deba a la forma misma en que nació todo este proceso: no fue la revolución de abajo, del pobrerío que salió a tomar el país, sino que vino de arriba, como proceso cupular. Un día apareció Chávez hablando de socialismo, y nos enteramos que íbamos rumbo al socialismo del Siglo XXI. Así nació, y esa fue la marca de origen: de arriba hacia abajo. Pero luego la población (ese pobrerío siempre excluido) salió a rescatar al líder cuando el golpe de Estado, y comenzó la construcción del proceso que ahora se vive. Esa marca, quizá, dejó huellas indelebles: es un proceso tal vez demasiado centrado en la figura de un líder. Poder popular es algo más que una consigna escrita en una pared, que una marcha multitudinaria, que un funeral atorado de gente que llora a su presidente muerto. Poder popular (¡la savia del socialismo!, ¡¡la verdadera savia del socialismo, junto a la economía no basada en el lucro empresarial!!) es más que ganar masivamente las elecciones (que no dejan de ser un mecanismo de la institucionalidad capitalista).

La Asamblea Nacional Constituyente puede ser una buena oportunidad para dar ese salto. Haber ganado, una vez más, una elección no significa que el socialismo ya está instalado. No debe olvidarse que la guerra está al rojo vivo, y un llamado a la paz no necesariamente tranquiliza a los tiburones que acechan. En todo caso, la paz hay que construirla y asegurarla con algo más que buenas intenciones. De momento las fuerzas armadas parecen una garantía. ¿Habrá ya quintacolumnas esperando el momento? Seguramente sí.


Sin el más mínimo ánimo de ser aguafiestas y empañar la celebración del triunfo popular del pasado domingo, la pregunta de ¿hacia dónde va el proceso? es absolutamente válida. Más aún: es imprescindible.