jueves, 22 de noviembre de 2012

Carta de la Red Judía Antisionista Internacional




Somos una red internacional de judíos incondicionalmente comprometidos con las luchas de emancipación humana, de las cuales la liberación de los habitantes de Palestina y de su tierra es una parte primordial. Nuestro compromiso es el desmantelamiento del apartheid israelí, el retorno de los refugiados palestinos, y el fin de la colonización israelí de la Palestina histórica.

Desde Polonia hasta Iraq, desde Argentina hasta Sudáfrica, desde Brooklyn hasta Mississippi, judíos fueron parte en la búsqueda de justicia, manifestando su deseo por un mundo más justo, participando con otros en luchas colectivas. Judíos participaron prominentemente en la lucha de los trabajadores durante la depresión americana, en el movimiento de los derechos civiles, en la lucha en contra del apartheid sudafricano, en la lucha contra el fascismo en Europa y en muchos otros movimientos por el cambio social y político. La histórica y progresiva limpieza étnica de la población palestina de sus tierras por parte del Estado de Israel contradice y traiciona esta larga historia de participación judía en luchas de liberación colectivas.

El sionismo - la ideología fundadora que se manifiesta actualmente en el Estado de Israel - echó raíces en la era del colonialismo europeo y se diseminó a continuación del genocidio Nazi. El sionismo se nutrió de los más violentos y opresivos hechos del siglo diecinueve, limando los numerosos esfuerzos de una militancia de judíos en las luchas de liberación. Honrando estas luchas y para retomar un lugar en los vibrantes movimientos populares de nuestro tiempo, el sionismo, en todas sus formas, debe ser abandonado.

Esto es crucial, primero que nada, por su impacto en los habitantes de Palestina y el resto de la región. El sionismo también deshonra la persecución y el genocidio de los judíos europeos al usar su memoria para justificar y perpetuar el racismo y colonialismo europeos. El sionismo es responsable por el extenso desplazamiento y alienación de los judíos mizrahi (judíos de ascendencia africana y asiática) de sus diversas historias, idiomas, tradiciones y culturas. Los judíos mizrahi tienen una historia en esta región de más de 2.000 años. Mientras el sionismo se arraigaba, estas historias fueron interrumpidas de su propio devenir en pos de la segregación de los judíos impuesta por el Estado de Israel.

Como tal, el sionismo nos implica en la opresión del pueblo palestino y en la denigración de nuestras propias tradiciones, luchas por la justicia y alianzas con nuestro prójimo.

Nos comprometemos a: Oponernos al sionismo y al Estado de Israel

El sionismo es racista. Demanda poder político, económico y legal para las personas y culturas judías y europeas por encima de los pueblos y las culturas autóctonas. El sionismo no solo es racista sino antisemita. Respalda la imaginería antisemita europea y sexista del "judío diaspórico" afeminado y débil y contrapone a éste un "judío nuevo" violento y militarizado, que es un perpetrador y no una víctima de la violencia racializada.

El sionismo por lo tanto busca convertir a los judíos en blancos, a través de la adopción del racismo blanco en contra del pueblo palestino. A pesar de la necesidad de Israel de integrar a los mizrahi para mantener una mayoría judía, este racismo también se manifiesta en la marginación y la explotación económica de la población mizrahi socialmente pobre. Esta violencia racializada también incluye la explotación de los trabajadores migratorios.

Los sionistas diseminan el mito de que Israel es una democracia. En realidad, el Estado de Israel ha establecido e implementado prácticas y políticas internas de discriminación contra los judíos de ascendencia mizrahi y excluye y restringe a los palestinos. Además, el Estado de Israel, en colaboración con los Estados Unidos, socava cualquier movimiento árabe por la liberación y el cambio social.

El sionismo perpetúa el excepcionalismo judío. Para defender sus crímenes, el sionismo cuenta una versión de la historia judía que está desconectada de la historia y las experiencias de otras personas. Promueve la narrativa del holocausto nazi como excepcional en la historia de la humanidad - a pesar de ser uno de muchos holocaustos, desde los aborígenes estadounidenses hasta Armenia y Ruanda. El sionismo separa a los judíos de las víctimas y los sobrevivientes de otros genocidios en lugar de unirnos a ellos.

A través de una islamofobia compartida y un deseo de controlar a Medio Oriente y Asia occidental, el Estado de Israel hace causa común con los cristianos fundamentalistas y otros que llaman a la destrucción de los judíos. Juntos, llaman a la persecución de musulmanes. Esta promoción conjunta de islamofobia sirve para demonizar a la resistencia contra la dominación económica y militar de occidente. Continúa una larga historia de colusión con regímenes represivos y violentos, desde Alemania nazi hasta el régimen de apartheid de Sudáfrica y las dictaduras reaccionarias a lo largo de Latinoamérica.

El sionismo sostiene que la seguridad judía depende de un estado judío altamente militarizado. Pero el Estado de Israel no contribuye a que los judíos estén seguros. Su violencia garantiza inestabilidad y miedo para los que están dentro de su esfera de influencia y pone en peligro la seguridad de todas las personas, incluyendo a los judíos, mucho más allá de sus fronteras. El sionismo voluntariamente coludió para crear las condiciones que llevaron a la violencia en contra de los judíos en los países árabes. El odio que la violencia y dominación militar israelíes generan hacia los judíos que viven en Israel y en otros lugares es usado para justificar más violencia sionista.

Nos comprometemos a: Rechazar el legado colonial y su expansión progresiva

En el momento en que el movimiento sionista decidió construir un Estado judío en Palestina, se convirtió en un movimiento de conquista. Al igual que las conquistas imperiales y las ideologías genocidas de las Américas o de África, el sionismo conlleva la segregación entre las personas, la confiscación de la tierra, la limpieza étnica y la implacable violencia militar.

Los sionistas trabajaron de común acuerdo con la administración colonial británica en contra de los habitantes originarios de la región y sus legítimas esperanzas de libertad y autodeterminación. El imaginario sionista de una Palestina "vacía" y desolada justificó la destrucción de la vida palestina tal como anteriormente ese racismo justificó la exterminación de los autóctonos estadounidenses, el tráfico transatlántico de esclavos y muchas otras atrocidades.

Desde la progresiva expansión de las colonias hasta la construcción del Muro del Apartheid israelí, el compromiso con la dominación colonial del Estado de Israel imprime su marca de destrucción ambiental y del paisaje físico de Palestina. Ante la falla de sus políticas para acabar con la resistencia palestina el Estado de Israel ataca con más y más violencia con políticas que, cuando son llevadas a su máxima expresión, apuntan al genocidio. En Gaza, el estado israelí impide el acceso a la comida, al agua, electricidad, ayuda humanitaria y suministros médicos como un arma dirigida a las bases mismas de la vida humana.

El Estado de Israel, que una vez fue vehículo para el ataque británico y francés contra la unidad y la independencia árabes, actualmente es un socio menor en la estrategia de los Estados Unidos y sus aliados por el control militar, económico y político, de dominación, específicamente de la región estratégica de Medio Oriente / Sudoeste Asiático. El peligro de una guerra nuclear a través de un ataque estadounidense/israelí contra Irán nos recuerda que el estado de Israel es una bomba atómica que debe ser desmantelada urgentemente para salvar las vidas de todas sus víctimas actuales y potenciales.
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Nos comprometemos a: Desafiar a las organizaciones sionistas

Más allá de concretar la creación del Estado de Israel, el sionismo determinó su política internacional de antagonismo y dominación militar hacia sus vecinos y estableció una sofisticada red global de organizaciones, grupos de presión política, empresas de relaciones públicas, clubes en universidades y escuelas para perpetuar las ideas sionistas en las comunidades judías y el público en general.

Miles de millones de dólares americanos fluyen anualmente hacia el Estado de Israel para sostener la ocupación y su ejército sofisticado y brutal. La máquina de guerra que financian lidera la industria global de armas, mengua los recursos ansiados por un mundo que desesperadamente necesita agua, comida, asistencia médica, vivienda y educación. Europa, Canadá y las Naciones Unidas, mientras tanto, apoyan la infraestructura de ocupación bajo el disfraz de ayuda humanitaria para la población palestina. Juntos, los EEUU y sus aliados, cooperan para hacer más profunda la dominación de la región y acabar con los movimientos populares.

Una red internacional de instituciones y organizaciones sionistas apoya los asentamientos judíos militares y militantes con fondos directos. Estas organizaciones también proporcionan el apoyo político necesario para legitimar y promover políticas y programas de ayuda. En cada país, estas organizaciones censuran las críticas a Israel y tienen en la mira a personas y organizaciones a través de listas negras, violencia, vandalismo, encarcelamiento, deportación, despidos y otras privaciones económicas.

Estas organizaciones facilitan la difusión de la islamofobia. Tocan los tambores de guerra en el exterior mientras presionan por una legislación represiva en sus países. En Estados Unidos y Canadá, las organizaciones sionistas ayudaron a promover la legislación "anti-terrorista" convirtiendo todo esfuerzo organizado para apoyar al boicot, retiro de inversiones y sanciones contra el Estado de Israel, o para apoyar organizaciones palestinas, iraníes, iraquíes, libanesas y musulmanas, en sujetos a perseguir acusándolos de ayudar al terrorismo y cometer traición. Tanto en Europa como en EEUU, organizaciones supuestamente "judías" son las primeras en ejercer presión para entrar en guerra con Irán.

Están apareciendo fisuras en el edificio del sionismo así como en la dominación mundial misma de los Estados Unidos. En la región, la resistencia extraordinaria por parte de Palestina y Sur de Líbano en contra de la agresión y ocupación israelí y estadounidense sigue en pie, a pesar de los recursos limitados y muchas traiciones. El movimiento de solidaridad con el pueblo de Palestina y la confrontación con la política de los Estados Unidos e Israel está cobrando ímpetu en el mundo. En Israel, este ímpetu lo vemos en el disentimiento creciente, que favorece las condiciones para retomar dos legados de los años '60: Matzpen, una organización israelí palestina y antisionista judía y el Partido Mizrahi Panteras Negras. Podemos agregar un creciente rechazo por parte de los jóvenes a participar en la conscripción obligatoria del ejército.

Dentro de los gobiernos y las discusiones públicas en los Estados Unidos y Europa, el costo del apoyo incondicional hacia el estado de Israel está siendo cuestionado cada vez más. Israel y EEUU buscan nuevos aliados en el sur global para que se unan a sus conquistas económicas y militares. La relación creciente entre Israel y la India es un ejemplo sombrío de esto. Al compartir un interés en el control político y la ganancia de capital para unos pocos a expensas de muchos, la elite en India y las de Asia Occidental y Medio Oriente, se hallan en connivencia con la economía y la agenda militar occidental en la región.

La propaganda de la guerra global occidental contra el terror repercute en la islamofobia y es requerida y promovida por la elite india; Aprovecha esta oportunidad para reprimir severamente la disensión en regímenes de Medio Oriente así como Asia del sur y Asia occidental. No obstante, surgen levantamientos populares basados en las ricas historias de lucha anticolonial desafiando, y en última instancia, derrocando esta alianza.

Junto con nuestros aliados, intentamos contribuir a ampliar esas fisuras, hasta que el muro caiga y el Estado de Israel sea aislado como lo fue Sudáfrica durante el apartheid. Prometemos emprender la batalla en contra de estas organizaciones que pretenden hablar por nosotros y derrotarlas.

Nos comprometemos a: Extender nuestra solidaridad y nuestro trabajo por la justicia

Comprometemos nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras energías políticas para apoyar al movimiento vibrante y diverso de resistencia del pueblo palestino y a enfrentar las injusticias de las cuales los países donde vivimos son responsables.

Apoyamos inequívocamente el derecho de retorno palestino. Llamamos al desmantelamiento de la ley israelí racista del retorno que privilegia los derechos de cualquier persona que el Estado de Israel estima como "judía" para establecerse en Palestina, mientras que excluye a los palestinos y los convierte en refugiados.

Respondemos sin reservas al llamado de Palestina al boicot, retiro de inversiones y sanciones contra el Estado de Israel.

Apoyamos la exigencia de la liberación de los presos políticos palestinos y de acabar con los encarcelamientos de líderes políticos, mujeres, niños y adultos palestinos como método de control y terror.

No es nuestra tarea prescribir el camino que el pueblo palestino debe tomar para definir su futuro. No pretendemos sustituir nuestras voces por las de ellos. Nuestras estrategias y acciones surgirán de nuestras relaciones activas con quienes están involucrados en la gama de luchas de liberación dentro de Palestina y en el resto de la región. Apoyaremos su lucha por sobrevivir, mantenerse firme y avanzar en su movimiento lo mejor que puedan, en sus propios términos.

Somos copartícipes de los vibrantes movimientos populares de resistencia de nuestro tiempo que defienden y enaltecen las vidas de todas las personas y la del planeta mismo. Somos copartícipes de los movimientos que lideran los más afectados por la conquista del imperio, la ocupación, el racismo, el control y la explotación global de personas y recursos. Defendemos la protección del mundo natural. Defendemos los derechos de los pueblos autóctonos a sus tierras y a su soberanía.

Defendemos los derechos de los inmigrantes y refugiados a la libre circulación y seguridad a través de las fronteras. Defendemos los derechos de los trabajadores - incluyendo a los trabajadores inmigrantes introducidos en Israel para reemplazar tanto la mano de obra palestina como la mizrahi - a la justicia económica y a la auto-determinación. Defendemos los derechos a la justicia racial y a la expresión cultural. Defendemos los derechos de las mujeres y los niños y de todos los grupos explotados a ser libres de subyugación. Y defendemos los derechos universales al agua, a la alimentación, la vivienda, la educación, los servicios de salud y a vivir sin violencia - la única base sobre la cual la sociedad humana puede sobrevivir y florecer.

Nos comprometemos a apoyar la justicia para curar las heridas ocasionadas por la imposición y el funcionamiento de la dominación colonial en Palestina y en el resto de la región; los traumas de la opresión europea de judíos que el proyecto sionista está explotando; los miedos y privaciones sufridas a través de años de derramamiento de sangre; las manipulaciones de la cultura y los recursos usados para explotar a los judíos mizrahi y para separarlos de los palestinos; y la progresiva masacre, violación y despojo del pueblo palestino.

La justicia por la que trabajamos debe ser construida por todos a lo largo de Palestina, incluyendo Israel y por los refugiados palestinos, cuya lucha por su autodeterminación puede llevar a la igualdad y la libertad de todos los que viven allí y en las tierras circundantes.

Te llamamos para que te unas a nosotros

Estas promesas requieren la construcción de un movimiento judío internacional unido que desafíe al sionismo y su pretensión de hablar en nombre de todos nosotros. Ante un adversario internacional, no es suficiente trabajar localmente, o incluso nacionalmente. Debemos encontrar formas para trabajar juntos a través de fronteras, distancias, sectores e idiomas. Existe la posibilidad para muchas iniciativas y organizaciones, establecidas y nuevas, para trabajar independientemente y conjuntamente, en apoyo y colaboración mutuas.

¿Estás en contra del racismo en todas sus formas?
Entonces te llamamos para que te unas a nosotros para acabar con el apartheid israelí.

     ¿Apoyas la soberanía y los derechos a sus tierras de los pueblos autóctonos?
Entonces te llamamos para que te unas a nosotros en la defensa de la soberanía y los derechos de los palestinos a sus tierras.

     ¿Crees que todas nuestras vidas dependen de la sustentabilidad económica y ambiental? ¿Te enfurece el robo y la destrucción de los recursos del planeta?
Entonces te llamamos para que te unas a nosotros para detener la destrucción de la agricultura y la tierra palestina, su robo y el del agua y la destrucción de sus aldeas y plantaciones.

     ¿Buscas terminar con las guerras infinitas por el petróleo y la dominación de los Estados Unidos y sus aliados? ¿Quieres terminar con las culturas militarizadas, la conscripción de nuestros jóvenes y el saqueo de recursos para financiar ejércitos en lugar de las necesidades de la vida?
Entonces te llamamos para que te unas a nosotros para desmantelar una pieza decisiva de la maquinaria de guerra global.

     ¿Deseas desvincularte de la limpieza étnica de Palestina por parte del Estado de Israel y de la destrucción de la historia, la cultura y su autogobierno? ¿Crees que no hay paz sin justicia? ¿Te enfurece y te entristece que el holocausto judío esté siendo usado para perpetrar otras atrocidades?
Entonces te llamamos para que te unas a nosotros para terminar con el colonialismo sionista.

Para que todas las personas del planeta vivan con seguridad, justicia y paz, el proyecto
colonial Israelí debe llegar a su fin. Nosotros jubilosamente asumimos esta tarea colectiva
de socavar un sistema de conquista y saqueo que ha atormentado a nuestro mundo desde
hace demasiado tiempo.

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América Latina: Condena de OSPAAAL al hostigamiento Israelí


CONDENA LA OSPAAAL LOS ATAQUES ISRAELÍES CONTRA EL PUEBLO PALESTINO
EN LA FRANJA DE GAZA




El Secretariado Ejecutivo de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL) condena enérgicamente a las autoridades de Israel por los ataques perpetrados contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza.



Durante los últimos días, Gaza ha sido asolada por los cazas israelíes en una serie de indiscriminados bombardeos aéreos que ya han dejado un centenar de muertos y más de 800 heridos, víctimas civiles inocentes, la gran mayoría mujeres y niños, así como daños materiales incalculables. Estos hechos son una evidencia más de cómo el despotismo sionista, con el apoyo moral y material del imperialismo estadounidense, despliega con impunidad su poderosa maquinaria militar para asesinar brutalmente a la población palestina y devastar económicamente a ese asediado territorio, que ya sufría una severa crisis humanitaria.



La OSPAAAL está convencida de que sólo una oposición efectiva y contundente de la comunidad internacional podría detener esta escalada de violencia y muerte contra la dignidad humana y preservar la vida del pueblo palestino. Por ello, hacemos un llamado urgente a la solidaridad mundial para que se movilice y multiplique iniciativas que contribuyan a poner fin a la política genocida israelí que hoy se manifiesta en una nueva masacre contra el heroico pueblo palestino.



Nuestra organización tricontinental reitera al hermano pueblo de Palestina su solidaridad inalterable y el respaldo militante a su causa; le asegura el más firme repudio a la injusticia ya histórica a la que ha estado sometido, que le ha impedido el derecho inalienable a la constitución de su propio Estado independiente y a su reconocimiento como miembro pleno de las Naciones Unidas; y le reafirma el compromiso de seguir batallando, aunando voces y conciencias, hasta que se ponga fin a la ocupación, a las agresiones y se consagren sus legítimos derechos nacionales.



¡ALTO A LA AGRESIÓN CONTRA GAZA!



¡VIVA PALESTINA LIBRE!



Secretariado Ejecutivo de la OSPAAAL



La Habana, 19 de noviembre de 2012

San Salvador: Oremos por Gaza!


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Guatemala: Sigue la violencia contra el Pueblo

SIGUE LA VIOLENCIA CONTRA EL PUEBLO
El día jueves 15 de noviembre, el gobierno del general Otto Pérez Molina ejecutó con despliegue de fuerza militar, el desalojo en contra de 400 familias de la comunidad 20 de Octubre, ubicada en la finca “Codena SECAM QUIM”, en Cahabón, Alta Verapaz. Esta comunidad se conformó de una ocupación de tierras que campesinos realizaron producto de su clamor de tierra para cultivar alimentos, en un contexto de falta de alternativas económicas y despojo legal e ilegal originado de la expansión del agro negocio para producir agrocombustibles, parte del modelo económico extractivista y orientado a la acumulación de capital por parte de grandes terratenientes y empresas transnacionales.
Este hecho es violatorio del Protocolo de Desalojo de Naciones Unidas del cual es signatario el Estado guatemalteco. También es violatorio del “acuerdo” al cual habían llegado la Secretaría de Asuntos Agrarios y el Fondo de Tierras con los campesinos ocupantes de tales tierras, en específico para la compra de dos fincas a las cuales serían trasladados. El desalojo se constituyó en una clara violación de Derechos Humanos, que incluyó el incendio de viviendas, de más de 1 mil quintales de maíz cosechado, el saqueo de tiendas comunitarias, la sustracción de dinero de las ventas, y los daños a los enceres, vestimenta y otras pertenecías de las familias campesinas. Lo más grave son las agresiones con bombas lacrimógenas, los disparos con arma de fuego en contra de los campesinos, la captura de dos comunitarios y la denuncia de personas desaparecidas, incluidos dos menores y una madre con su niño recién nacido. Es más, las consecuencias de estas acciones de desalojo es la sumisión en condiciones de inseguridad integral para las 400 familias campesinas y su condena a la miseria y al hambre.
En este hecho, ha sido evidente que el Estado ha actuado contraviniendo el mandato constitucional del bien común y del respeto a los Derechos Humanos. Mandato que en concreto debiera traducirse en solución al problema planteado por las familias campesinas en su demanda de tierra para trabajar, de apoyo técnico y financiero. Mandato que debiera concretarse, asimismo, en un modelo económico a favor de las grandes mayorías empobrecidas.
Es evidente que este hecho, como los sucedidos en Barillas, San Rafaél Las Flores, San José del Golfo y Totonicapán, para citar los más relevantes, desnudan a un gobierno que contrario a su discurso de diálogo, está actuando con engaño y violencia en contra de los sectores campesinos y rurales, en contra de los pueblos indígenas. Utiliza tácticas de manipulación y deformación de la realidad, criminaliza la protesta y lucha social, para volverla vulnerable a la represión de Estado. Todo ello para favorecer los intereses de empresas transnacionales y de empresarios locales que buscan apropiarse de las tierras y territorios, explotar los recursos naturales, priorizar la producción para satisfacer demandas del mercado internacional antes que las necesidades de alimentos para la población guatemalteca. En estos hechos, además, ha sido evidente la complicidad manipuladora y desinformadora de los medios de difusión masiva, que como parte de la articulación del capital, se confabulan a favor de las transnacionales y las medidas represivas del gobierno.
Concluimos responsabilizando al gobierno por las consecuencias de esta política de violencia contra el pueblo. Al mismo tiempo, exigimos que se detenga esta política de criminalización y represión en contra de los movimientos sociales y en contra de los pueblos indígenas y las comunidades campesinas e indígenas.
Acciones como la ocupación de tierras no pueden sino ser entendidas como medidas extremas de campesinos que buscan una alternativa de sobrevivencia digna ante la falta de opciones por parte del Estado, obligado a buscar solución a la falta de tierra y alternativas económicas para millones de guatemaltecos que se debaten entre la pobreza y la miseria. Por ello también exigimos al gobierno dar marcha atrás en su política en contra del pueblo e iniciar la transformación económica hacia un nuevo modelo cuya búsqueda se asiente en el buen vivir, en los intereses mayoritarios y no a favor de las empresas transnacionales que están explotando a la clase trabajadora y expoliando al país.
NO MÁS REPRESIÓN CONTRA EL PUEBLO
NUESTRA CONDENA A LA MANO DURA
FRENTE POPULAR
Soberanía, Dignidad, Solidaridad
¡Vamos Patria, la lucha continúa!
Guatemala, 20 de noviembre de 2012.

domingo, 18 de noviembre de 2012

GUATEMALA.-Elecciones en la asociación de estudiantes de Ciencias Políticas de la USAC


Por Fernanda de la Vega y Delgado
Recientemente se llevaron a cabo las elecciones para elegir al nuevo Secretariado de la Asociación de Estudiantes de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala (AECP), hecho que debe ser analizado desde el punto de vista del quehacer político-estudiantil como reflejo del quehacer político en Guatemala.
Las elecciones se realizaron en medio de un ambiente de extrema polarización en el que convergen algunos factores a los cuales es necesario poner atención: En principio, un ambiente per se hostil dada la falta de información proveniente por parte de las autoridades de la Escuela, quienes se niegan a dar información sobre el proceso de reforma curricular impulsado desde la dirección de la Escuela, además del respectivo informe sobre la ejecución presupuestaria de los fondos de la escuela, que es desconocida por la mayoría de estudiantes. Además de esto, el problema de los concursos de oposición para asignación de cátedras a profesores, que a todas luces se da en un claro ambiente de clientelismo político y favores políticos, relacionados con el proyecto político impulsado por la Directora de la Escuela de Ciencia Política Sra. Geidy de Mata, y que afecta a esta unidad académica.
Los Números
Este es el contexto en el que se dan las elecciones, que por sí solas son históricas, tomando en cuenta la poca tradición de participación electoral que las elecciones de asociaciones estudiantiles tienen en la Universidad. Para el caso de la Escuela de Ciencia Política (ECP), -con una población estudiantil de 1627 estudiantes inscritos- se emitieron 569 votos válidos en la primera vuelta, que tuvieron la siguiente distribución: Planilla 1: 210 votos, Planilla 2: 233 votos, Planilla 3: 72 votos y Planilla 4: 40 votos; votos nulos: 12 votos y en blanco: 2 votos. Tomando en cuenta la marcada indiferencia del estudiantado, esto de por sí es un avance. Para la segunda vuelta los resultados fueron los siguientes: Total de votos: 560. Planilla 1: 248 votos, Planilla 2: 288 votos, Votos nulos: 24 votos, Votos en blanco: 2 votos.
Las Planillas
No obstante que los resultados a nivel electoral son alentadores en cuanto a la participación del estudiantado, lo cierto es que hay que hacer algunas acotaciones para entender de mejor forma estos resultados. En principio la campaña se caracterizó por un nivel de debate muy bajo entre las distintas planillas, sobre todo las que lejos de privilegiar el diálogo, privilegiaron las descalificaciones sin sentido, fiestas, exceso de propaganda en todos los niveles, una clara muestra de la falta de propuestas de fondo por parte de estas planillas. Algunos miembros de una de ellas que -la que pasó a segunda vuelta-, están ligados a la desprestigiada Asociación de Estudiantes Universitarios, y fue muy notorio el abierto apoyo de las autoridades hacia este grupo político, incluyendo el hecho de que algunos catedráticos llamaron a sus estudiantes a votar por sus candidatos. Esto fue así porque esta planilla a todas luces está alineada al proyecto político impulsado desde la dirección de la ECP.
¿Por qué Integración Estudiantil?
Lo cierto es que la Planilla 2, que fue la ganadora, supo salir al paso de las otras representaciones estudiantiles, además de impulsar una campaña recatada y con pocos recursos; en términos generales porque supo articular los esfuerzos necesarios para construir un proyecto político y una propuesta programática coherente y que recogiese todas las necesidades y aspiraciones del estudiantado de la ECP. Mónica Mazariegos, secretaria general electa, debe unificar al estudiantado de esta Unidad Académica, realizando un plan de trabajo que, partiendo de las problemáticas diarias le anime a participar activamente no sólo en la vida política de la ECP, sino en la de la Usac en general. Corresponde al estudiantado acompañar los procesos políticos impulsados desde la asociación, y a las planillas que no triunfaron atañe la labor de acompañamiento, fiscalización y auditoría social hacia la planilla ganadora y su secretaria general. Es urgente una Asociación de Estudiantes que cuestione, critique y proponga; y no una que siga las instrucciones emanadas desde la dirección.
El Partido Socialista Centroamericano saluda este proceso; a su vez se solidariza con la actual AECP y el “grupo de profesores dignos”, quienes son víctimas de una persecución directa y sin cuartel por parte de la dirección de la Escuela de Ciencia Política.

San Salvador: Concentración en Solidaridad con el Pueblo Palestino!


martes, 6 de noviembre de 2012

¿Somos más o menos violentos?



Marcelo Colussi


"La guerra diferencia al hombre de los animales."


Pierre-Joseph Proudhom


I


La violencia -"partera de la historia", como decía Marx- en cierta forma define al ser humano. La historia de la humanidad es, sin más, una larga sucesión de hechos violentos: guerras, invasiones, conquistas, revoluciones. Pero no sólo violencia -como estamos tan acostumbrados a entenderla- en el sentido de explotación económica, opresión social, ataque bélico o ejércitos blandiendo sus armas. También, y con la misma virulencia - aunque sus efectos no sean todavía igualmente deplorados- discriminación de género, segregación étnica, verticalismo, autoritarismo de los adultos sobre los niños.


El tema de género, por ejemplo, recientemente en la historia comenzó a formar parte de las reivindicaciones sociales por la justicia. En la Revolución Francesa, inicio del mundo moderno con sus ideales de igualdad y libertad, llevada a cabo enteramente por varones, las mujeres a duras penas entraban en la categoría de ser humano; y el mismo marxismo -indiscutible adalid en la defensa de los explotados- no las tuvo en cuenta como un eje fundamental para la transformación de la sociedad. Todo se redujo a la lucha de clases; mientras tanto, a la espera de la victoria final, los varones podían seguir ejerciendo sus privilegios (solapada forma de violencia de la que casi no se ha hablado hasta ahora, que por supuesto no "supera" a la lucha de clases, pero que se complementa con ella como una forma más de inequidad).


Hoy día, con la caída de las primeras experiencias socialistas surgidas en el siglo XX, queda claro que la violencia no se ejerce sólo en el orden de la expoliación de las masas paupérrimas por parte de las élites dominantes; si no, para demostrarlo, ahí están los fusilamientos en masa de disidentes en la era estaliniana, o el genocidio de Pol Pot contra población urbana en Camboya. Escudándose en "sacrosantos" intereses justicieros, se puede ser ferozmente violento. Las guerras religiosas -por el "amor de dios"- nos lo demuestran de modo trágico.
Violencia ha habido siempre, con distintas formas, con expresiones culturales particulares. Pero ahí está persistentemente, incólume, más allá del tiempo. Quizá hoy día se comienzan a cuestionar ciertas manifestaciones que, hasta hace muy poco, ni siquiera se consideraban como el ejercicio de una violencia. Por ejemplo, en la actualidad va ganando terreno el obligado respeto hacia la comunidad homosexual, incluida apenas unos años atrás en la Clasificación Internacional de Enfermedades como expresión de una psicopatología.


¿La sociedad, entonces, se va haciendo más "civilizada"? ¿Condenamos hoy más formas de violencia, que antaño no eran tenidas por tales? -piénsese en el respeto hacia los discapacitados, una nueva actitud ante las diferencias étnicas, ante las poblaciones marginales-. Esto plantea la pregunta respecto a si el mundo evoluciona hacia formas de mayor tolerancia, de menos violencia y solidaridad.


Respuesta muy difícil, por cierto. Sí y no. No hay dudas que en la historia humana se han dado algunos pasos importantes en el proceso civilizatorio. Actualmente contamos con una serie de mecanismos y procedimientos que -se supone- deberían hacer la vida de toda la población más digna, más agradable, menos violenta. Hay una legislación, ya universalizada, que protege la vida en todos sus aspectos, así como su dignidad y calidad. El discurso de los derechos humanos, en tanto intrínsecos al mismo hecho de existir como seres humanos, y por tanto inalienables, se ha ido incorporando en el grado de desarrollo global que toca a los más de siete mil millones de almas que poblamos el planeta. Existe -aunque pueda abrirse el interrogante respecto a su real efectividad- un sistema supranacional que regula (o debería regular al menos) la vida planetaria: las Naciones Unidas. Para responderlo con un ejemplo quizá sarcástico, pero real: hoy día no se mata al mensajero portador de malas noticias. ¿Progresamos entonces?
II


Vistas las cosas en este sentido, la sociedad global actualmente es menos violenta que antaño. Hasta las guerras están reguladas por marcos jurídicos: la Convención de Ginebra. Se puede seguir matando al enemigo, pero hay que hacerlo conforme a normas. Las "guerras sucias" -aunque de hecho se hagan- están prohibidas, por lo que son condenables. Hoy día un general puede ir preso como "asesino de guerra". ¿Podríamos decir, entonces, que eso es progreso humano?


También en los otros aspectos a que hacíamos alusión como formas de violencia hasta no hace mucho tiempo no visibilizadas en el discurso dominante -la de género, el autoritarismo de padres sobre hijos, etc.- igualmente ahí se ha avanzado. Si bien se puede problematizar en tanto tradición cultural, no deja de abrirse la pregunta sobre la práctica de la forzada circuncisión femenina de tantos pueblos -una mutilación, dicho en términos más ajustados-. Hoy día, aunque no ha cambiado en lo sustancial -el grueso de las propiedades materiales del mundo lo sigue detentado varones- el lugar de obligada sumisión de las mujeres está en entredicho, y las mismas van ganando un protagonismo social desconocido hace apenas una décadas atrás. En otro ámbito, hay ya desde años toda una nueva tendencia que promueve el respeto absoluto y la no violencia para con los menores. El trabajo infantil tiende a estar prohibido -aunque, de hecho, tenga lugar y sea imprescindible para completar el ingreso familiar en innumerables lugares del mundo-. Una vez más, entonces: ¿progresan las sociedades?
Dicho todo esto estaríamos tentados de afirmar que sí, en efecto, el mundo -aunque lejos de ser un paraíso- cuestiona cada vez más el recurso a la violencia (ya no va quedando lugar para dictadores, las mujeres seguirán su paso ascendente hacia la igualdad de derechos y un funcionario corrupto puede ir preso).


No obstante, la violencia está lejos de desaparecer (¿crece incluso?). No sólo eso; podría decirse que se presenta con otra cara, más sutil tal vez, o simplemente: acorde a los tiempos que corren, tiempos de modernidad, o de post modernidad. Tiempos de inimaginables logros científico-técnicos, que abren posibilidades ni siquiera soñadas décadas atrás, no digamos ya siglos o milenios.
Hoy no hay esclavismo, al menos oficialmente; y si nos enteramos que en algún paraje todavía persiste esta infame práctica (y de hecho persiste: alrededor de 30 millones de trabajadores en condiciones de esclavitud, según datos confiables), el mundo puede poner el grito en el cielo seguro que en instantes -medios de comunicación mediante- la opinión pública internacional se indignará ante tamaña forma de violencia. Esto es cierto, y podría hacer pensar -honestamente sin dudas- que le vamos cerrando espacio a la violencia. Pero las formas de la violencia se hacen más sutiles, más refinadas. No hay esclavismo abierto, no se venden esclavos en subastas públicas, pero las condiciones laborales de muchos lugares, con el silencio cómplice de quienes deberían hablar, son realmente esclavizantes (maquilas, unidades agrarias cerradas, prostíbulos). Hoy día, aunque de hecho en algunos lugares aún se puedan escuchar denuncias de tratos esclavistas, la productividad alcanzada por el despliegue técnico no necesita de esta modalidad laboral. El esclavismo actual es más "exquisito": bastan 8 horas de trabajo, y después a mirar televisión (eso funciona mejor que el látigo).
Es, al menos en este momento, quimérico pensar en la erradicación de la violencia de la dinámica humana. Ella es tan fundante, tan constitutiva del hecho humano que conocemos como lo puede ser su calidad de racional, o su capacidad de mentir (lo cual no es sino una forma de la violencia). Se puede, en todo caso, reducirle su espacio, ponerle las cosas más difíciles, lo cual no es poco. Normas, leyes, reglas de convivencia, autocrítica, liberación de prejuicios; la lista para ayudar en tamaña empresa es grande. Y por supuesto, una horizontalización -hasta donde sea posible- del poder, junto a la repartición más justa de la riqueza que la especie ha producido.
III


Ahora bien: retomando la pregunta inicial respecto a si ahora el mundo es más o menos violento, puede decirse entonces que junto a este "mejoramiento" -si no es muy osado llamarlo así- en las condiciones generales con que ahora podemos enfrentar el problema, por la misma potencia que hemos ganado en el desarrollo de nuestras fuerzas productivas, los efectos de la obra humana (al menos en el ámbito material) hoy día son más impactantes; la tecnología es más eficaz, las guerras son más mortíferas, las torturas consiguen mejores resultados. A lo que podría agregarse: las mentiras son más convincentes. "Naturalmente la gente común no quiere guerra. Pero son los líderes de un país quienes determinan su política, y siempre es un asunto simple involucrar a la gente. Con voz o sin voz, la gente siempre puede verse forzada a acatar los mandatos de sus líderes. Esto es fácil. Sólo tiene que decírsele a la gente que está siendo atacada, y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por exponer al país a peligro. Funciona igual en todos los países." (Herman Goering, asesor de Hitler, discurso que podría pronunciar hoy cualquier dirigente de cualquier potencia).


Tal vez no pueda dirimirse la cuestión respecto a si ahora somos, o no, más violentos. Antes había sacrificios humanos; hoy no. Pero hoy hay armas de destrucción masiva que pueden exterminar millones de personas de un golpe. Antes el poder del emperador era incontrolado; hoy día la "democracia" moderna (representativa, por cierto, de la directa no se habla) va ganando espacio. Pero ¿quién controla hoy a los mega-bancos globales, verdaderos dictadores omnipotentes de la escena mundial, que pueden decretar el hambre de millones y millones de seres humanos con una decisión desde un lujoso pent house? Hoy existen otros códigos, hay otra cosmovisión en relación a las culturas de hace 500, 1.000 o 10.000 años atrás. Hay mayores resguardos para la vida humana, para nuestro entorno. Tiempo atrás era inconcebible preocuparse por el deterioro de nuestra casa común: el planeta, simplemente porque la tecnología no era tan dañina. Hoy, hacerlo, es una cuestión de vida o muerte como especie. Ahora existen seguros de salud, de vida, seguros de desempleo, cobertura para la vejez, todos avances en términos humanos, innegablemente. Pero al mismo tiempo vemos códigos culturales que, sin la apología de la tecnología de la que hoy somos víctimas, no hubieran podido concebirse. Ha cambiado el valor de la vida. Las guerras históricamente la hacían los ejércitos combatiendo entre sí cuerpo a cuerpo; en la actualidad vivimos lo que los estrategas estadounidenses han llamado "guerras de cuarta generación", donde la población planetaria es objetivo militar por medio de sutiles manipulaciones mediático-psicológicas sin que siquiera lo sepan, y lo peor de todo: ¡hasta contentas! La violencia, en tal sentido, se ha ido incorporando como normalidad cotidiana.


En el mundo surgido de la era moderna, de la revolución industrial, de la cosmovisión capitalista en definitiva, importa más una máquina, un robot, un automóvil, que un ser humano. Explosión demográfica por medio -que hace cada vez más problemática la vida en este golpeado planeta, pues crece la población pero no la repartición equitativa de los recursos- el mundo que se fue forjando en el siglo XX (el capitalismo hiper desarrollado, digamos con más propiedad) ha generado nuevos valores, desconocidos tiempo atrás (panegírico de la tecnología, del consumo por el consumo mismo, del dinero), que en cierta forma desprecian el valor de la vida humana. Por eso, seguramente, se puede haber concebido (¡y usado!) armamento nuclear. Y nada asegura que no se vuelva a usar. De hecho, las hipótesis de conflicto de la gran superpotencia actual lo contemplan, aunque ello sea una locura en términos humanos. ¿Progresamos humanamente entonces? De ahí también la violencia gratuita que vemos crecer como epidemia -Rambo podría ser su payasesco arquetipo-; de ahí, pandillas juveniles que matan por diversión, consumo alocado de drogas, cultura cotidiana plasmada en mensajes audiovisuales (televisión, cine, videojuegos) que hacen del desprecio por la vida la norma obligada: se puede matar a alguien para robarle un reloj, se pueden dejar morir impasiblemente miles de de personas (Pearl Harbor, torres gemelas de Nueva York) para justificar proyectos de dominación. La vida humana pasa a ser una ecuación matemática más -por eso es posible clonarla-.


Avanzamos en la legislación universal (se comienza a aceptar el aborto, la eutanasia, los matrimonios homosexuales) al mismo tiempo que se fabrican -¡y utilizan!- bombas "inteligentes". En definitiva, eso somos los humanos: podemos avanzar a velocidades vertiginosas en los aspectos materiales, mientras que los progresos culturales -si los hay- son pasitos de hormigas.


Si se tuviera que dar una respuesta sintética - o no- a la pregunta sobre el crecimiento de la violencia, habría que decir que actualmente -era cibernética, era post moderna- se ha generado una nueva forma de la misma. La actual violencia de las megápolis se muestra inaudita; esto es cierto, sin dudas, pero debe reconocerse que esos "monstruos" poblacionales son un elemento nuevo en la historia. Por lo que se podría concluir que somos tan violentos como los imperios de la antigüedad clásica, como cualquier cultura que realizaba sacrificios humanos o como la inquisición medieval, con el agravante que tenemos 1) más capacidad técnica y 2) una nueva forma de desprecio por la vida.


Lo que sí ha crecido, caído el bloque socialista soviético y con un neoliberalismo triunfante, es la injusticia, que no es sino una forma de la violencia. Por último, preguntarse en términos comparativos si somos ahora más o menos violentos que en el pasado, puede ser ocioso, irrelevante; lo importante es ver qué nuevas formas de violencia se han generado y qué hacer al respecto. Hablar de "cultura de paz" mientras se acumulan arsenales termonucleares puede ser un contrasentido. Si tiene sentido hacerse preguntas es para buscarle salida a los cuellos de botella. Y la violencia es un desafío siempre abierto que nos convoca a pensar.