lunes, 30 de enero de 2012

Guatemala: OLEADA DE HUELGAS DE TRABAJADORES MUNICIPALES EN EL INTERIOR






Por Marcial Rivera
Un tema que ha estado tomando auge desde el año pasado en los últimos meses del gobierno del ex presidente Ingeniero Álvaro Colom, ha sido el de las huelgas protagonizadas por trabajadores municipales en el interior de la República, y que poco se han traído a la palestra de la discusión y al tintero del debate. En estas líneas se pretende analizar las luchas de los trabajadores municipales.
Las protestas
Las causas de las diferentes huelgas han sido muchas. Entre ellas puede enumerarse por ejemplo la de los empleados y las empleadas de la Municipalidad de Santo Domingo Suchitepéquez. Los trabajadores están en paro a consecuencia de  los actos de corrupción ejecutados por el ex alcalde Marco Aurelio Tay, por falsificar documentos y firmas para obtener un préstamo del Banco de Desarrollo Rural por más de Q 5 millones. Las nuevas autoridades municipales se niegan a reconocer esa deuda, por lo tanto el banco embargó las cuentas de la comuna, paralizándose todas sus actividades, incluyendo el pago a los compañeros trabajadores.
Otro hecho importante que debe destacarse es el despido de 300 personas aproximadamente, de la Municipalidad de Masagua, Escuintla; entre otras cosas debido al impago de más de cinco meses que dicha Municipalidad adeuda a las y los trabajadores, además de otras responsabilidades de carácter económicas con diferentes acreedores. La toma del edificio de la Municipalidad de Santa Ana, Petén es también otra medida de protesta que se dio a raíz de la deuda con los trabajadores Municipales. Situación similar se presenta en Puerto Barrios, Izabal; El Tumbador, San Marcos; El Asintal, Huehuetenango.
Para el caso de Pueblo Nuevo Viñas, las y los trabajadores han llegado al punto de paralizar distintas obras que se llevan a cabo, además de la maquinaria respectiva que se utiliza para dicho fin. El caso más crítico fue la suspensión del servicio de agua por parte de trabajadores Municipales en Chimaltenango, como medida de presión para el pago de sus salarios.
El presupuesto de las municipalidades
A inicios de diciembre pasado, la Asociación Nacional de Municipalidades denunció la no entrega de fondos por parte del Gobierno por cerca de Q 800 millones, fondos que son parte del presupuesto de dichas entidades, que por Constitución les corresponde.
El diálogo y las medidas
El gobierno saliente intentó entablar algún diálogo con las entidades que se encontraban en protesta, con miras a buscar soluciones a los problemas que enfrentan las Municipalidades. Sin embargo, también hubo medidas de hecho como la toma del piso 18 del Edificio del Ministerio de Finanzas Públicas, pues los alcaldes necesitan de mayores recursos para implementar obras de desarrollo en sus distintos Municipios, y el pago de obligaciones pecuniarias contraídas con diferentes entidades.
Posteriormente, el gobierno se comprometió a trasladar Q 400 millones a las Municipalidades, finalizando así las protestas. Interesante fue la participación en las protestas por parte de jefes ediles de distintas agrupaciones partidarias ya que en este punto los colores partidarios no han importado para unirse al clamor de mayores fondos.
El turno de los maestros y las maestras
El gremio magisterial estuvo en constantes protestas, en términos similares a las y los trabajadores Municipales. Este es el caso de 29 docentes que trabajaron el año pasado bajo contrato en la comuna de San Andrés, a quienes la municipalidad les debía a inicios de enero hasta siete meses por falta de fondos
Las protestas son causadas, entre otras cosas, por la crisis de financiamiento que vive el Estado desde mediados del año pasado. Los partidos burgueses de oposición impidieron en su momento la aprobación de diferentes préstamos que servirían para el pago de diferentes obligaciones que tenía el Estado, entre ellas la de pago de salarios. Además, las políticas neoliberales de adelgazamiento del Estado han repercutido en las finanzas de las municipalidades. En casos concretos encontramos también una gran corrupción en las autoridades locales, que gobiernan para su provecho.
El Partido Socialista Centroamericano exhorta a las y los trabajadores municipales –tanto quienes todavía conservan sus empleos, como quienes han sido cesados- aumentar las medidas de presión ante el gobierno, el congreso y las autoridades ediles para el pago de las obligaciones adeudadas. Llamamos a otros sectores populares, incluyendo a los estudiantes, a solidarizarse con nuestros hermanos del interior que sufren por la crisis del capitalismo y la corrupción de las autoridades.

¿Acaso alguien sobra en el mundo? La miseria es violencia




Marcelo Colussi

La invocación a la paz es algo tan viejo como el mundo; nadie en su sano juicio la puede desechar o rechazar abiertamente. Nadie deja de hablar de ella como un bien positivo en sí mismo. La historia, por cierto, muestra una interminable sucesión de invocaciones a la paz… pero al mismo tiempo, la historia también es una interminable sucesión de guerras, de negación sistemática de la paz, de situaciones donde lo que prima es el más descarnado enfrentamiento con su secuela de sufrimiento y pérdida de la dignidad.

Extraer de todo ello la conclusión que habría una “esencia guerrera” en lo humano que nos condena fatalmente al conflicto violento (“el hombre como lobo del propio hombre”), puede ser apresurado. O, en todo caso, habría que matizarla: la convivencia pacífica sigue siendo una aspiración, por lo que se ve, siempre bastante lejana, ¡pero sin dudas válida! ¿Es quimérico pensar y buscar un mundo menos violento que el que conocemos? No lo sabemos. No importa incluso. Lo que debe impulsarnos es una ética de la justicia. Esas búsquedas son como las estrellas: inalcanzables en un sentido, pero nos marcan el camino.

Por cierto, la discusión en torno a estos temas está abierta desde hace largo tiempo; la filosofía, la política, el arte en sus diferentes expresiones, las ciencias sociales vienen preguntándose todo esto incansablemente desde el inicio de los tiempos.

No hay ninguna duda que la sola constatación de la vida cotidiana o de la historia, en cualquier momento y en cualquier punto del planeta, nos muestra que la guerra y la conflictividad en sentido amplio son un molde de las relaciones humanas. “Si quieres la paz prepárate para la guerra”, alertaban los romanos del Imperio hace más de dos milenios; quizá con demasiado cinismo, quizá con profundo conocimiento de la condición humana, la invocación no parece descabellada. Esa “preparación”, que no es sino el desarrollo del componente bélico en cualquiera de sus innumerables aristas, ha sido y continúa siendo el sector más acrecentado, dinámico –y hoy día: lucrativo– de los seres humanos.

Se dijo mordazmente que lo primero que hizo el ser humano cuando sus ancestros bajaron de los árboles y comenzaron a caminar erguidos fue un arma: una piedra afilada. Lo cierto es que desde ese primer Homo Habilis hace dos millones y medio de años hasta la increíble parafernalia armamentística actual (que implica un gasto de 30.000 dólares por segundo), la industria de la guerra no se ha detenido nunca. Hoy disponemos de los medios técnicos para hacer volar el planeta varias veces, provocando una onda expansiva que llegaría hasta la órbita de Plutón (portento técnico que, sin embargo, no impide que siga muriendo gente de hambre o que haya enormes cantidades de seres humanos en la miseria). Es evidente que la paz se resiste, que la violencia no nos es ajena.

Las relaciones entre los seres humanos no siempre son necesariamente armónicas. La pretensión iluminista de “igualdad” y “fraternidad” muchas veces no pasa de aspiración. Por otro lado, el llamado al amor, a la paz y la concordia que encontramos en diversas formulaciones, bienintencionadas sin dudas, se estrella con una realidad donde la violencia juega un papel preponderante. La realidad humana está marcada –esto es innegable– por el conflicto. Diversos autores, en diferentes momentos históricos y con distintos contextos, han expresado esta verdad. A modo de síntesis de muchas de esas elucubraciones podría decirse, citando una entre tantas de esas referencias, que “la violencia es la partera de la historia”.

La realidad nos enseña, a sangre y fuego, que a veces hay paz, pero que la tensión está siempre presente. El paraíso bucólico del que nos hablan los pacifismos hace parte muy relativamente de nuestro mundo. El conflicto, en cualquiera de sus manifestaciones, no es externo a la constitución humana sino, por el contrario, estructural. Si algún humano no tomara parte en él, no participaría del todo social.

La marginalidad

Las sociedades se protegen a sí mismas; la cultura reproduce semejantes. Por tanto lo extraño, lo extemporáneo tiende a ser neutralizado. El mecanismo para ello es la segregación, la exclusión. Minuciosamente nos enseña Michel Foucault (“Historia de la locura en la época clásica”) que en la modernidad occidental (capitalismo industrial) se perfeccionó el espacio de marginación de la irracionalidad desarrollándose para ello los dispositivos “científicos” pertinentes: el asilo y el médico alienista. La locura no es sólo la enfermedad mental; es todo aquello que “sobra” en la lógica dominante. Así, describiendo la Salpêtrière –el mayor asilo de Europa en el siglo XVIII–, Thénon dice: “acoge a mujeres y muchachas embarazadas, amas de leche con sus niños; niños varones desde la edad de 7 u 8 meses hasta 4 o 5 años; niñas de todas las edades; ancianos y ancianas, locos furiosos, imbéciles, epilépticos, paralíticos, ciegos, lisiados, tiñosos, incurables de toda clase, etc.”. Marginal, entonces, puede ser cualquier cosa.

La sociedad “produce” sus marginales. En la cosmovisión occidental (hoy día impuesta globalmente) la razón matemática y mercantil es la pauta que guía la marginación; las divergencias respecto a ella son sancionadas como insensatas, inservibles. Por cierto puede entrar en esa divergencia todo lo que se desee (el amplio “etcétera” de la enumeración de Thénon). Toda sociedad mantiene un cúmulo de pautas que constituyen su normalidad; la sociedad industrial, más que ninguna otra (seguramente debido a lo intrincado de su funcionamiento) preserva su normalidad apartando severamente los “cuerpos extraños”. En sociedades menos complejas es menor el espacio para la marginalidad; en un mundo super especializado, con una marcada división del trabajo, hondamente competitivo, es más posible que alguien quede “fuera” en el complejo camino de la integración. En un mundo tan polifacético hay más campo para los así llamados “sub-mundos”. Así es que encontramos los diversos sub-mundos del hampa, de la mendicidad, de las drogas, de la vida en las calles (¿habrá que agregar de los “incurables de toda clase” como en aquella lista?)

La solidaridad, la tolerancia, el altruismo en su sentido más amplio no son, precisamente, lo que más abunda en la experiencia humana. La tendencia a segregar sale con demasiada facilidad. Lo extraño, ante todo, produce rechazo. De ahí a su estigmatización sólo hay un paso. Hoy día no se queman en la hoguera a los poseídos (“incurables de toda clase” y “etcéteras” varios) sino que se los margina con mayor refinamiento: se los confina (asilos de las más diversas categorías: manicomios, cárceles, reformatorios, geriátricos, casas de caridad). Sin ironía: eso es un mejoramiento histórico en la condición humana (“En el Medioevo me hubieran quemado a mí; hoy día, los nazis queman mis libros. ¡Hemos progresado!” dijo Sigmund Freud cuando la anexión de Austria por la tropas alemanas). Pero el discordante sigue siendo el leproso de antaño: encapuchado y con campana para anunciar su paso. Son los menos los países cuyas constituciones (y luego la práctica cotidiana) aseguran la no discriminación de las minorías en desventaja. Ante ello, la beneficencia puede ser también una forma de segregación, pues ratifica al excluido en su condición de tal.

Podríamos concluirse así que la marginación es un proceso “natural” de la sociedad complejizada que apoya en características propias de lo humano. Asusta, y por tanto se margina, tanto a un vagabundo como a un delirante o a un débil mental, a un homosexual cuanto a un seropositivo, a una prostituta o a un delincuente.

Hacia una nueva marginalidad

No son marginales un soldado que regresa de la guerra o un desocupado; ellos tienen la posibilidad de volver a integrarse al tejido social del que, por razones diversas, se han distanciado. Y en sentido estricto, tampoco lo es el ermitaño que eligió la vida solitaria y alejada. La marginalidad conlleva la marca de lo reprochable moralmente, de lo anatematizado. De ahí que se la aísle, incluso físicamente confinándola.

Desde hace algunos años el mundo va tomando tales características que hacen que el fenómeno de la marginalidad deje de ser algo circunstancial para devenir ya estructural. Hoy día asistimos a la marginación no sólo del harapiento, del mendigo en la puerta de la iglesia, sino de poblaciones completas. Se habla de “áreas marginales”. Si bien nadie lo dice en voz alta, la lógica que cimenta esta nueva exclusión parte del supuesto de “gente que sobra”. El temor malthusiano del siglo XIX parece tomar cuerpo en políticas concretas que prescriben no más gente en el planeta (y si se puede menos, mejor). La tendencia en marcha pareciera ser un mundo dual: uno oficial, el integrado, y otro que sobra.

El proceso por el que se llega a esta situación seguramente está ligado al especial desarrollo de la actual productividad: una técnica deslumbrante que termina prescindiendo del sujeto que la concibe y la aprovecha, y para quien debería estar destinada. El ser humano comienza a sobrar. Existe un sexo cibernético en el que el otro de carne y hueso no es necesario; la imagen virtual va reemplazando al sujeto corpóreo. ¿La robótica prescindirá de la gente? Pero ¿es ese el “desarrollo” que queremos?

El peso relativo de los países pobres es cada vez menor en el concierto internacional. Las materias primas pierden valor aceleradamente ante los productos con alta tecnología incorporada. Los pobres son cada vez más pobres; y cada vez quedan más confinados a las “áreas marginales”. ¿Sobran entonces? La pobreza va quedando más delimitada y ubicada en ghettos (quizá nueva forma de asilo). En la ciudad de Guatemala, por ejemplo, con una población total en el área metropolitana de cuatro millones y medio de personas, un 25% vive en zonas llamadas “marginales”. ¿Sobran acaso? ¿Es acaso que alguien puede “sobrar”?

Trágicamente, esos bolsones no son minorías discordantes sino que van pasando a ser lo dominante. En las grandes urbes del Sur (y también, aunque en menor medida, en el Norte) las zonas marginales crecen imparablemente. En algunos casos albergan una cuarta parte de sus habitantes, o más. Evidentemente, entonces, el fenómeno no es marginal. Valga el dato: uno de cada dos nacimientos en el mundo tiene lugar en asentamientos urbano-marginales; ¡y hay tres nacimientos por segundo!

El Banco Mundial define la pobreza como “la inhabilidad para obtener un nivel mínimo de vida”. Probablemente pueda ser inhábil un impedido (un no-vidente, un parapléjico). Pero no lo son poblaciones completas. La imposibilidad de conseguir un nivel mínimo de subsistencia radica, en todo caso, en condiciones que trascienden lo personal. La pobreza creciente que agobia a sectores cada vez mayores en el mundo, la miseria absoluta en que tanta gente vive, no es sólo falta de habilidad para procurarse el sustento; habla, más bien, de un nuevo estilo de marginalidad, consecuencia de estructuras injustas. Habla de relaciones de poder que marginan, que violentan a otros seres humanos.

Es ahí cuando se hace palmariamente evidente que la miseria es una forma de violencia, cruel, despiadada. En Guatemala –país considerado muy violento, que está saliendo de una terrible guerra civil que dejó 245.000 muertos y desaparecidos– se habla hoy día de la ola de violencia que lo asola, con 15 muertes violentas por día debidas básicamente a la criminalidad. Pero no se habla de las 18 muertes diarias debido a la desnutrición crónica. ¿No es eso violencia acaso? La miseria es violencia, sin dudas, y produce más daño que la peor delincuencia.

¿Qué nos espera?

La forma que ha ido tomando el desarrollo del mundo en la actual era post industrial es curiosa, y al mismo tiempo alarmante. Asistimos a una revolución científico-técnica monumental, que se despliega a una velocidad vertiginosa, pero donde lo que debería ser el centro de todo: el ser humano concreto, queda de lado. Era de las comunicaciones satelitales y de la inteligencia artificial, pero mucha gente no tiene ni para comer…, mientras algunos prefieren hablar por Facebook y no cara a cara; auge de la informática, pero una buena parte de la humanidad no tiene siquiera acceso a energía eléctrica. Se gastan 30.000 dólares por segundo en armamentos mientras muchos no alcanzan la dieta mínima para sobrevivir (lo repito: 18 muertos diarios en Guatemala ¡por hambre!). Algo falla en la idea de progreso. Algo anda mal si se puede llegar a aceptar naturalmente la existencia de áreas marginales (barrios, poblaciones, quizá países, ¿continentes?) ¿O es que acaso alguien sobra de verdad?

Cada vez más gente queda marginada de la riqueza que la Humanidad genera. La marginación del nuevo estilo produce islas de esplendor resguardadas celosamente de mayorías “excedentes”. Por supuesto que mientras cada vez más gente quede al margen del festín, más serán las posibilidades de inestabilidad y eventuales estallidos.

Desde hace ya algunos años se ha establecido como parte del discurso “políticamente correcto” en todo el mundo hablar de la lucha contra la pobreza. La iniciativa, por cierto, es loable, altamente meritoria, con la cual nadie podría estar en desacuerdo. Los más diversos sectores, de izquierda y derecha, desde quienes sufren las exclusiones más humillantes hasta los magnates de los listados de la revista Forbes, todos coinciden en que la pobreza es algo contra lo que debe actuarse. Incluso instancias como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, organismos que se encargan de manejar los grandes capitales globales, levantan airados su voz contra este flagelo, y desde hace algún tiempo basan sus iniciativas de asistencia a los países más necesitados en sus “estrategias de lucha contra la pobreza”.

 

Podríamos decir que todo esto es cierto, que efectivamente hay, desde los poderes que rigen en muy buena medida la marcha de la humanidad, una marcada preocupación por terminar con esta lacra de la pobreza y la pobreza extrema. Pero algo sucede que las cosas de base no cambian: los pobres más pobres crecen en número y en distancia en relación a los que no lo son. Y no sólo eso: la pobreza ¡se criminaliza! ¿Pero no es acaso la pobreza una forma infinitamente grosera de violencia? ¿Por qué, entonces, más allá de una declaración bienintencionada, las cosas cuestan tanto que cambien? ¿Por qué el discurso oficial, la conciencia dominante se indigna tanto y actúa contra, por ejemplo, el siempre mal definido “terrorismo” –que produce infinitamente menos víctimas que el SIDA– y no repara en la miseria en que vive buena parte de la humanidad?

 

Como siempre en las experiencias humanas no hay negros y blancos absolutos; hay, en todo caso, luces y sombras interconectadas. La realidad es más multicolor, más plena de matices contradictorios, y por tanto, compleja que un simple maniqueísmo de “buenos” y “malos”. Habrá quien honestamente luche día a día contra este mal en sí mismo que representa la pobreza, o su expresión más descarnada: la pobreza extrema, la miseria. Habrá también quien pueda hacer negocio de estas causas, ¿por qué no? Sólo quienes atraviesan efectivamente esa situación de exclusión podrán saber a profundidad de qué se trata el asunto, puesto que lo viven cotidianamente en carne propia. La cuestión es que la marginación vergonzosa de mucha gente continúa, y no es fácil ver la luz al final del túnel.

 

Según datos de Naciones Unidas, hoy día en nuestro planeta 1.300 millones de personas viven con menos de un dólar diario; hay 1.000 millones de analfabetos; 1.200 millones viven sin agua potable. El hambre sigue siendo la principal causa de muerte: come en promedio más carne roja un perrito hogareño del Norte que un habitante del Sur. En la sociedad de la información, ahora que pasó a ser una frase casi obligada aquello de “el internet está cambiando nuestras vidas”, 1.000 millones están sin acceso, no ya a internet, sino a energía eléctrica. Hay alrededor de 200 millones de desempleados y ocho de cada diez trabajadores no gozan de protección adecuada y suficiente. Lacras como la esclavitud (¡esclavitud!, en pleno siglo XXI… se habla de casi 30 millones de personas a nivel global), la explotación infantil o el turismo sexual continúan siendo algo frecuente. El derecho sindical ha pasado a ser rémora del pasado. La situación de las mujeres trabajadoras es peor aún: además de todas las explotaciones mencionadas sufren más por su condición de género, siempre expuestas al acoso sexual, con más carga laboral (jornadas fuera y dentro de sus casas), eternamente desvalorizadas. Pero lo más trágico es que, según esos datos, puede verse que el patrimonio de las 358 personas cuyos activos sobrepasan los 1.000 millones de dólares –selecto grupo que cabe en un Boeing 747, bien alimentados y probablemente también preocupados por esa “lucha contra la pobreza” para la que destinan algunos millones de dólares desde sus fundacionessupera el ingreso anual combinado de países en los que vive el 45% de la población mundial. Con esos datos en la mano no pueden caber dudas que la situación actual es tremendamente injusta y que la pobreza no tiene más explicación que la mala distribución de la riqueza. No es un destino “instintivo”, definitivamente. Y aunque algunos (Onassis o Maradona, por dar unos ejemplos) hayan salido de pobres proviniendo de estratos humildes, eso no es la regla sino la más radical excepción.

La cuestión, entonces, pasa por ver cómo se combate ese flagelo de la pobreza, y más aún su expresión descarnada: la miseria. ¿Cómo se da esa lucha?

Ahí está la cuestión de fondo: la pobreza no es sino el síntoma visible de una situación de injusticia social de base. En ese sentido “pobreza” significa no ser capaz de controlar la propia vida, ser absolutamente vulnerable a la voluntad de otros, rebajarse para conseguir sus fines propios, empezando por el más elemental de sobrevivir. Junto a ello, la pobreza significa no tener la oportunidad de una vida mejor en el futuro, estar condenado a seguir siendo pobre, con lo que la vida no tiene mayor atractivo más allá de poder asegurar la animalesca sobrevivencia, si es que se logra.

La miseria en que vive tanta gente no es sino la expresión descarnada de la injustica de fondo en que está basada nuestra sociedad planetaria. Por tanto, luchar contra la pobreza y contra la miseria debe ser una acción dirigida a modificar esa injusticia. No es la miseria el objetivo final de esta lucha, como no lo podrían ser, por ejemplo, los niños de la calle, o la delincuencia juvenil, que son los efectos, las consecuencias. Esos son los síntomas visibles de fenómenos complejos. La lucha ha sido y continúa siendo la lucha por la justicia. Como dijo Joseph Wresinski: “Allí donde hay hombres condenados a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado”.


Ponencia presentada en el Coloquio Internacional “La miseria es violencia”, de la Asociación Cuarto Mundo / UNESCO. París, Francia, enero de 2012.

sábado, 28 de enero de 2012

Economía: La distopía del capitalismo


Malas noticias para los apologistas, fans y/o  beneficiarios directos e indirectos  del sistema capitalista. El capitalismo en su fase de globalización ha logrado en menos de tres  décadas lo que sus defensores  han intentado negar durante  más de 300 años: demostrar más allá de toda duda razonable que es una distopía, esto es, un sistema en donde no hay  lugar para las utopías, en el que la vida está llena de dificultades y en donde no hay esperanzas de que las cosas mejoren.
Esta conclusión no está sacada de El Capital de Carlos Marx, y ni siquiera de los Principios de Economía Política de John Stuart Mill; se desprende del informe sobre Riesgos Globales 2012 que acaba de publicar el Foro Económico Mundial, y que  servirá en el próximo Foro de Davos como telón de fondo para las deliberaciones y propuestas sobre cómo salvar al sistema capitalista de sus propias tendencias y contradicciones.
En éste informe se  lee textualmente: “El análisis de las vinculaciones entre distintos riesgos globales revela una constelación de riesgos  fiscales, demográficos y sociales que señalan a un futuro distópico para la mayoría  de la humanidad. La interacción entre estos riesgos podría resultar en un mundo en la que la mayor parte de los jóvenes deben lidiar con altos niveles crónicos de desempleo, mientras que, simultáneamente, el mayor número de jubilados en la historia comienza a depender de gobiernos ya sumamente endeudados. Tanto jóvenes como ancianos pueden llegar a enfrentar una disparidad de ingresos y de habilidades de tal magnitud que podría poner el peligro la estabilidad económica y social…….. Existen señales de  que el mundo es cada vez más fragmentado, inconsistente y desconfiado, la pregunta es hasta qué punto estas tendencias podrían conducir a una distopía global”.
De acuerdo a este documento,  el desempleo y la precariedad laboral se están ensañando   principalmente en contra de la juventud: “Dentro de un período de dos años después de la crisis de liquidez, 27 millones de personas en todo el mundo perdieron sus puestos de trabajo.  Muchas personas tuvieron que aceptar una reducción en su jornada de trabajo, en sus salarios y/o en sus beneficios laborales. Los jóvenes se han visto particularmente afectados por la falta de oportunidades laborales- una tendencia que llevó a la Organización Internacional del Trabajo, a  advertir de la existencia de  una generación perdida. Desde el inicio de la recesión mundial, muchos países han experimentado aumentos en las tasas de pobreza, enfermedad mental, abuso de sustancias, suicidio, divorcio, violencia doméstica y el abandono, la negligencia y el abuso de los niños”.
En otra parte del  Informe se sugiere que las manifestaciones de indignación y rechazo al sistema económico se acrecientan debido al caldo de cultivo de la desigualdad: “El descontento se agrava por la crudeza de las disparidades de ingresos. La  mitad más pobre de la población mundial posee apenas el 1% de la riqueza mundial, mientras que el 1%  1% posee casi la mitad de esa riqueza”.
¿Qué les lleva a tan pesimista visión del futuro a quienes hace unos pocos años afirmaban que la historia había terminado con el triunfo de la utopía capitalista del  progreso y consumismo para todos y todas? Pues como suele ocurrir más tarde o más temprano, la realidad termina por imponerse a la ficción. Más allá de la alienación y/o de los iconos mediáticos que se imponen como modelos globales de la identidad juvenil actual, la realidad muestra que la mayoría de la juventud mundial vive sin oportunidades laborales reales, en la  pobreza y/o en la  exclusión social. Millones de  jóvenes en el mundo sobreviven en los países ricos y en países pobres  sin empleo, sin estudiar, sin casa  y sin esperanzas que su futuro pueda ser mejor que el de sus padres o madres.
Tal parece que parece que la desesperanza combinada con la indignación de la juventud  constituye hoy por hoy  el principal riesgo para la gobernanza del capitalismo mundial,  y el factor que ha logrado finalmente atemorizar al 1% de la población mundial.  En un pasaje de la magistral obra “Las Uvas de la Ira”, John Steinbeck lo advertía en 1939 a su generación: “Cuando la propiedad se acumula en unas pocas manos, acaba por serles arrebatada. Y el hecho que siempre acompaña: cuando hay una mayoría que tiene hambre y frío, tomará por la fuerza lo que necesita. Y el pequeño hecho evidente que se repite a lo largo de la historia: el único resultado de la represión es el fortalecimiento y la unión de los reprimidos………y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia”.
El temor se acrecienta porque el 1% de la población mundial (así como  sus amigos y/o servidores)   sabe  que si bien la desesperanza y de la indignación no representan en sí mismas una amenaza seria para el capitalismo, podrían eventualmente transformarse en conciencia crítica y luego en acción para la construcción de alternativas a este sistema.
El capitalismo funciona bien mientras los oprimidos y oprimidas tengan a uno o más chivos expiatorios en quienes desahogar su ira (el gobierno, los políticos, la recesión mundial,  las pandillas, los extranjeros, los diferentes) y/ o tengan la dosis diaria de entretenimiento para evadir o atenuar el miedo que les produce la realidad (Bailando por un sueño, American Idol, Lady Gaga, la Copa del Rey….). Pero cuando  la indignación trasciende  a la conciencia, se opera una especie de “desconexión de la Matrix” que permite establecer en el plano individual y comunitario la responsabilidad directa del capitalismo frente a los males que aquejan al 99% de la humanidad. Es en ese momento  que las alternativas de solución comienzan a tomar la forma de alternativas al capitalismo.
Porque entonces se cae en la cuenta que el  problema del capitalismo no es la recesión mundial,  la crisis de la deuda soberana ni tampoco ineptitud de los gobiernos o de los políticos/as.  Se tiene claridad entonces que el problema del capitalismo es estructural y que proviene del hecho de estar basado en el egoísmo y  de funcionar  a partir de una racionalidad que busca la ganancia a toda costa, sin  importan los costos sociales y/o medioambientales que pueda generar en esta búsqueda. Y este egoísmo, a diferencia de lo que creía Adam Smith,  ha demostrado con creces que no logra el bienestar  colectivo sino la destrucción masiva de vidas y de esperanzas.
La juventud está en la  mejor posición para des - aprender el egoísmo transmitido generacionalmente y aprender que la solidaridad es la única alternativa para la sobrevivencia de la especie humana sobre este planeta. En las manos de la juventud actual está, no solo multiplicar  la indignación  frente al capitalismo, sino una gran parte de la tarea de construir  la utopía de la sociedad solidaria, en donde se pueda repetir cotidianamente el milagro del compartir.
Para concluir estas reflexiones, se puede citar nuevamente a John Steinbeck, y su propuesta de construir la sociedad alternativa al capitalismo,  que sigue siendo en la actualidad  tan  válida como lo era en 1939: «Un hombre, una familia, obligados a abandonar su tierra; este coche oxidado que cruje por la carretera hacia el oeste. Perdí mis tierras, me las quitó un solo tractor. Estoy solo y perplejo. Y por la noche una familia acampa en una vaguada y otra familia se acerca y aparecen las tiendas. Los dos hombres conferencian en cuclillas y las mujeres y los niños escuchan. Este es el núcleo, tú que odias el cambio y temes la revolución. Mantén separados a estos dos hombres acuclillados; haz que se odien, se teman, recelen uno del otro. Aquí está el principio vital de lo que más temes. Este es el cigoto. Porque aquí «he perdido mi tierra» empieza a cambiar; una célula se divide y de esa división crece el objeto de tu odio: «nosotros hemos perdido nuestra tierra». El peligro está aquí, porque dos hombres no están tan solos ni tan perplejos como pueda estarlo uno. Y de este primer «nosotros», surge algo aún más peligroso: «tengo un poco de comida» más «yo no tengo ninguna». Si de este problema el resultado es «nosotros tenemos algo de comida», entonces el proceso está en marcha, el movimiento sigue una dirección. Ahora basta con una pequeña multiplicación para que esta tierra, este tractor, sean nuestros. Los dos hombres acuclillados en la vaguada, la pequeña fogata, la carne de cerdo hirviendo en una sola olla, las mujeres silenciosas, de ojos pétreos; detrás, los niños escuchando con el alma las palabras que sus mentes no entienden. La noche cae. El pequeño está resfriado. Toma, coge esta manta. Es de lana. Era la manta de mi madre, cógela para el bebé. Esto es lo que hay que sembrar. Este es el principio: del “yo ” pasar al “ nosotros ” »

La autora es profesora del departamento de economía de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador.

martes, 24 de enero de 2012

Europa: Alli Vienen


El Socado. Enero 23, 2012

Comparando el discurso de los partidos derechistas de Europa con los de Latinoamérica, se puede notar claramente que su estrategia es fundamentalmente la misma: echarle la culpa a otros de todo, ofrecer cosas inalcanzables, e infectar odio hacia un grupo o minoría específico.

Echarle la culpa a otros
Para esto son rebuenos esa gente. Todos los demás tienen la culpa de todo. Pero a la vez uno se da cuenta, por los medios o como sea, de sus grandes cagadales, de los cuales ellos obviamente omiten toda palabra. En muchos casos ellos mismos han estado gobernando anteriormente y han desfalcado sin vergüenza alguna al estado. Son muy buenos en confabular y manipular el sistema. En paises como El Salvador, lo ostentan como su propiedad.

Ofrecer cosas inalcanzables
Mentirosos lo son, y superlativos. Llegan al poder mintiendo a lengua suelta. Una vez sentados, hablan de otras cosas evadiendo todo lo que anteriormente han dicho. Crean situaciones que generan estados de urgencia, a sabiendas que son solo cortinas de humo. "No hay pisto? Hagamos guerra", dicen unos, mientras otros salen con tarugadas como : "Hay que ahorrar, Plan de Austeridad", etc, etc..en fin, cada quien con su cortinita.

Infectar odio
"alli vienen los comunistas" siguen gritando los retrógrados de El Salvador, cuando jamás nunca realmente han "venido", pues todo es invento para meterle miedo a la gente. "No voten por esos sino los gringos nos van a dar la espalda" repiten siempre en cada campaña electorera. En Austria, el enemigo es otro: "alli vienen los extranjeros" es lo que repiten los tipos de estos lados y resto de Europa (por extranjero entiendase todo: los barbudos, los negros, los no tan negros, los de pelo negro, los moros, los turcos, los de la otra tribu, los de abajo, los de a la par, los desempleados, los pobres, los feos, los gitanos, los aliens, los no-igual-a-mi, los peludos, los estos, los otros..es una senda lista)

Estas gentes alegan que los estados van a la quiebra por sus programas "sociales", de los cuales los "extranjeros" (o quien sea, vease arriba) son los "únicos" y endémicos beneficiarios. Hacen ver la pobreza, al desempleado, al indigente como a un enfermo que hay que esquivar, erradicar, a toda costa.  Lo más ridículo es que mencionan de "programas sociales" en El Salvador, cuando en la realidad ni existen ni nunca han existido. Lo que hay son limosnitas, muy lejos de ser programas sociales en su completa definición, pues los raquíticos presupuestos asignados apenas cubren para los salariasos.

Lamentablemente las estrategias de esta gente son -en el mayor de los casos-  convincentes, pues en muchos paises llegan al poder, y se está viendo el crecimiento contínuo de la popularidad y aceptación de estos partidos en las sociedades tanto en Europa como Latinoamérica.

Pero esto sólo pasa si existe la masa crítica que les apoye. Y eso es lo más lamentable del caso, pues hay mares de pendejos que les siguen y votan por ellos, pensando que ellos les solucionarán los problemas y traerán finalmente un gobierno humano. Asumen y dicen incluso que esas gentuzas si se identifican realmente con ellos, que hablan por ellos. Mas no saben qué tan lejos están esos partidos y esas gentes de lograr nada así, pues sus intereses reales no son para con las mayorías, sino para un grupo selecto del que son parte o que les ha puesto  a que baile.

La única forma de cambiar esta tendencia es educar a la gente, en decirles la verdad, simple y sencillamente la verdad. Es una tarea muy difícil, pues son un montón de gente y no es tan fácil accederles. Muchos además no aceptan verdades, y estos son los que más me afligen, pues son los que a más garganta abierta siguen gritando "alli vienen", los pobres pendejos.

Centroamérica:Un balance de 20 años de neoliberalismo y de transnacionalización






JuliaEvelyn Martínez*, 17-1-12


Unanueva ola de privatizaciones se acerca a Centroamérica y amenaza conprofundizar y ampliar el proceso de transnacionalización de laseconomías que se inició en los años noventa. Esta nueva forma deprivatización se encubre bajo el disfraz de las concesiones y sejustifica oficialmente como el signo de una nueva era de lacooperación Norte-Sur, basada en las Alianzas Público Privadas y enlos acuerdos para el desarrollo, que promueven los gobiernos deEstados Unidos y de la Unión Europea así como por las agenciasgubernamentales de atracción de la Inversión Extranjera Directa. Esel momento de hacer un balance de los resultados de más dos décadasde control transnacional sobre los recursos y de la vida de laspersonas de la región para actualizar y/o renovar la estrategiapopular de resistencia frente a esta amenaza.


Afinales de la década de los ochenta el modelo de acumulación decapital fordista keynesiano entró en crisis, y abrió paso alsurgimiento de una fase superior del desarrollo capitalistadenominado capitalismo global que constituyó un auténtico “cambiode época” (Robinson, 2001).


Estanueva fase del desarrollo capitalista se caracterizófundamentalmente por la globalización del proceso de circulacióndel capital mediante la fragmentación geográfica de los distintoseslabones que componen las cadenas de producción, circulación yfinanciación involucradas en este proceso, bajo el control de lasempresas transnacionales (ETN), que han pasado a conformar una claseburguesa transnacional, integrada tanto por ETN del Norte como ETNdel Sur.


Laincorporación de Centroamérica a esta nueva división internacionaldel trabajo se inició alrededor de 1982, impulsada por el estallidode la crisis de la deuda de México, y se prolongó hasta finales delos noventa bajo el impulso de los programas de reformas económicasen el marco de los Programas de Ajuste Estructural del Banco Mundial(BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), y bajo la influenciade una nueva ideología económica: el neoliberalismo.


EnCentroamérica, el decálogo del Consenso de Washington (Willamson,1993) se transformó en la década de los noventa en la fuente deinspiración para el diseño de políticas económicas. Uno trasotro, los gobiernos fueron adoptando las privatizaciones de empresaspúblicas, la apertura externa, los incentivos a la InversiónExtranjera Directa (IED), la descentralización del Estado y lasreformas fiscales regresivas, como el nuevo paradigma que conduce aldesarrollo.


Laadopción de estas políticas neoliberales tuvo como consecuencia uncambio en los objetivos, instrumentos e institucionalidad de laintegración económica centroamericana, que se resume en el abandonodel enfoque desarrollista y en la adopción del enfoque delregionalismo abierto. Este nuevo enfoque implicó concebir laintegración de Centroamérica ya no en función de la cooperaciónpara la integración de los aparatos productivos centroamericanossino, más bien, en función de la transnacionalización de laseconomías nacionales y de la incorporación de estas economías alas cadenas globales de la valorización del capital.


Laseconomías centroamericanos comenzaron así una carrera por laatracción de la IED mediante una guerra de incentivos fiscales a lasETN; el desarrollo de “ventajas competitivas territoriales” parapromover la incorporación de las economía locales a las cadenas dela valorización del capital global; la flexibilización de lascondiciones de contratación de la fuerza de trabajo, o las reformarfiscales regresivas, entre muchas otras medidas.


Estasreformas económicas demandaron de reformas en los Estados nacionalespara convertirlos en Estados transnacionales, es decir, en funcióndel éxito del nuevo modelo de acumulación de capital transnacional.


Loanterior supuso un cambio en el concepto de desarrollo y de lasestrategias de desarrollo nacional. Éste dejó de concebirse comoproceso de profundas transformaciones estructurales y se convirtióen sinónimo de reformas económicas para promover el binomio“comercio + inversión”.


Elsujeto político que asumió como suyo el proyecto de la reformaneoliberal fue la elite transnacional centroamericana, surgida de lasentrañas de las viejas oligarquías agroexportadoras y de los gruposligados al modelo de acumulación de industrialización porsustitución de importaciones y al marco del Tratado General deIntegración Centroamericana, suscrito en 1960.


Laexpresión partidaria de este sujeto político fueron los partidospolíticos de “nuevas derechas” o de “nuevas izquierdas” quecomenzaron a gobernar en la década de los noventa bajo la bandera delas reformas neoliberales, y, a partir del siglo XXI, con el lema dela democracia popular o democracia inclusiva y que asumieron en lapráctica los nuevos discursos económicos elaborados por los centrosdel pensamiento único neoliberal de la región (FUSADES, INCAE,FUNDESA, etc.).


Elrasgo principal de esta nueva clase dominante centroamericana es sudisponibilidad de ceder y/o de compartir el control de los sectoresclaves de la valorización y de la acumulación del capital con lasempresas transnacionales; es decir, su disposición a formar parte dela burguesía transnacional.





Losresultados de 20 años de políticas neoliberales


Transcurridasmás de dos décadas de políticas neoliberales y de una estrategiade desarrollo transnacional, en la región centroamericana se haconsolidado una dinámica económica que se fundamenta en ladesigualdad y la exclusión, y que se reproduce de manera ampliada anivel regional, nacional y local, como resultado de cinco grandestendencias:


1.Economías transnacionalizadas: Se ha consolidado el control delas ETN extrarregionales de los sectores económicamente estratégicosde la región: Unión Fenosa, AES, Iberdrola (energía); Millicom,América Móvil y Telefónica (comunicaciones); Holcim (cemento);Monsanto y Pioner (insumos agrícolas), o CITI, HSBC, Santander, BBVA(banca), entre otras.

Respectoal control transnacional del sector financiero, es curioso observarla paradoja que se presenta actualmente en los organismos deintegración económica centroamericana cuando reconocen que latransnacionalización de la banca comercial no está contribuyendo alos proyectos nacionales o regionales de desarrollo, mientras queestos mismos organismos continúan insistiendo en la necesidad depromover más agresivamente la IED que está controlada en un 75 porciento por las ETN.


Estatransnacionalización también ha estado a cargo de los gruposeconómicos centroamericanos que han comenzado a operar con unaracionalidad transnacional. Empíricamente se puede constatar laexistencia de 135 grupos empresariales en la región que agrupan acasi 2.500 empresas y franquicias, que controlan sectores de bajacapacidad de innovación (comercio, turismo, construcción, etc.)gracias a alianzas con ETN extrarregionales, y que utilizaron para suexpansión regional las ganancias extraordinarias que obtuvieron comoresultado de la primera oleada de reformas neoliberales de los añosnoventa. Son estos grupos los que definen el rumbo de la integraciónreal de Centroamérica.


2.Más comercio intrarregional con menos integración económica:Los países de Centroamérica continúan con la tendencia de utilizarlas negociaciones comerciales en bloque exclusivamente como unmecanismo para crear economías de escala en las negociacionesbilaterales con economías más grandes, como lo demostró con crecesla negociación del CAFTA. Se trata de una competencia por ofrecerentornos institucionales menos exigentes para la IED: menos exigentescon el medio ambiente (recursos naturales sobreexplotables; tierras,agua y ecosistemas enajenables); población subcontratable;estatización de los costos de infraestructura de apoyo a lasinversiones privadas; exenciones fiscales; concesiones, etc.


3.Debilitamiento de la capacidad redistributiva de la política fiscal:Las reformas fiscales neoliberales, basadas en el aumento de losimpuestos indirectos y en el aumento del gasto fiscal para financiarlas exenciones fiscales a la IED, y otros incentivos a las empresasexportadoras, han debilitado la capacidad fiscal de los gobiernos dela región y consiguientemente, han (prácticamente) eliminado elpotencial redistributivo de la política fiscal.

Peroel potencial redistributivo de la política fiscal también ha sidoreducido como consecuencia de las reformas neoliberales de la décadade los ochenta que privilegiaron el aumento de los ingresostributarios por la vía de los impuestos indirectos y optaron porincentivar IED por la vía de la eliminación y/o reducción de losimpuestos directos.


4.Profundización de las tendencias estructurales a la desigualdad y ala exclusión: La desigualdad y la exclusión enCentroamérica no son fenómenos surgidos con las políticasneoliberales en los noventa. Sus raíces se encuentran en laconfiguración estructural de las formaciones económicas socialescapitalistas a finales del siglo XIX. Sin embargo, las reformasneoliberales y la transnacionalización de los aparatos productivoshan profundizado y ampliado estas tendencias, al mismo tiempo que hanrestringido la capacidad de los Estados de reducir la desigualdad yla exclusión por la vía de la ciudadanía (gasto social, seguridadsocial).

Laapertura externa y el control transnacional de la IED ha desmanteladola industria nacional y ha precarizado los empleos, mediante elaumento del llamado sector informal en casi todos los países delistmo y la reducción del empleo en la manufactura.


Estatendencia en aumento del subempleo explica en gran medida el hechoque en Centroamérica el 72,8 por ciento de la población no tienecobertura de seguridad social y el 24,5 por ciento no tiene nisiquiera cobertura de servicios de salud.


Frentea la incapacidad de los aparatos productivos de generar empleosdecentes, y la parálisis de la capacidad redistributiva de losEstados, la exclusión social en Centroamérica se vuelve crítica:de cada 100 hogares en Centroamérica, 37 están en situación deexclusión, siendo el porcentaje superior en el área rural en donde46 de cada 100 hogares están en esta situación.


Estoestá incidiendo en la profunda crisis de cohesión social y en lapérdida de legitimidad en los sistemas políticos, que se expresantanto en el aumento en los índices de inseguridad ciudadana como enla tendencia creciente hacia la militarización de la seguridadpública y de los mismos Estados.


5.Políticas económicas transnacionales: Los Estadoscentroamericanos progresivamente han perdido su capacidad de hacerpolíticas autónomas para el desarrollo nacional y/o al margen delos condicionamientos del BM, del FMI, del BID o de la OMC.

Laspolíticas quedan así fragmentadas entre lo que se necesita hacerpara lograr los objetivos del desarrollo nacional y lo que se tieneque hacer para cumplir con las exigencias de los organismossupranacionales que gobiernan la economía global.



Losdesafíos: La necesidad de rediseñar la estrategia de desarrollo enCentroamérica


Centroaméricanecesita revertir los efectos negativos que sobre sus posibilidadesde desarrollo humano han tenido más de dos décadas deneoliberalismo y de control transnacional de sus recursos. Es urgenteavanzar hacia una nueva estrategia de desarrollo fundamentada en tresejes:


 a)Aparatos productivos integrados intra e inter sectorialmente, concapacidad de generar dinámicas endógenas, sostenibles y popularesde producción, distribución y consumo.


 b)Replanteamiento de la integración económica de Centroamérica enfunción del desarrollo nacional y regional (y no de latransnacionalización), con menos discursos y con más acciones deconvergencia de políticas económicas y sociales.


 c)Recuperación de la capacidad de los Estados de hacer políticas dedesarrollo nacional y regional y de redistribución del ingreso tantoprimaria como secundaria.


¿Esposible una nueva estrategia de desarrollo que tenga al menos estascaracterísticas? La posibilidad dependerá del surgimiento de unnuevo sujeto político que pueda asumir como propio este proyecto dedesarrollo y que tenga capacidad de construir relaciones populares depoder para contrarrestar el poder de las alianzas entre elitesregionales y corporaciones transnacionales que por hoy controlan alos Estados centroamericanos.


*JuliaEvelyn Martínez es profesora del Departamento de Economía de laUniversidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de ElSalvador.
Esteartículo ha sido publicado en el nº 49 de Pueblos – Revista deInformación y Debate, especial diciembre 2011.

El Salvador: La pelea por el saqueo de la Alcaldía de San Salvador


Por Marcial Rivera
Hace tres años, en medio de una apretada contienda electoral por la Alcaldía de San Salvador, resultó victorioso el ex candidato y actual alcalde Norman Quijano, postulado por Alianza Republicana Nacionalista ARENA, frente a su contendiente más cercana Violeta Menjívar, entonces Alcaldesa por parte del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.
¿Por qué ganó?
Una cuantiosa y millonaria publicidad, cargada de un abanico de promesas exacerbadas, viajes a diferentes ciudades y las deficiencias de la administración de la época fueron los elementos que dieron lugar a la victoria del Señor Quijano. Tres años y una administración –por demás desprestigiada- después, se hace necesario evaluar dicha gestión al frente de la Municipalidad capitalina. Y ¿por qué este confrontativo personaje de la derecha salvadoreña, será reelecto?
¿Y su administración?
Norman ha llevado a cabo una administración “Make Up” o cosmética, caracterizada en términos generales por el énfasis de la aparente recuperación de los espacios públicos, remodelando y arreglando plazas públicas, parques, redondeles y demás, siendo el más emblemático la Plaza del Salvador del Mundo. Este personaje prometió hacer de San Salvador una ciudad cosmopolita y moderna, lo cual no logró cumplir. Su promesa más prominente y que lo hizo ganar la Alcaldía fue la de llevar el “Metrobús” a San Salvador, para cuyo propósito el Alcalde de la Ciudad de Guatemala Álvaro Arzú prestó una unidad del TransMetro que se utilizó para la campaña del entonces candidato Quijano.
Dicha promesa no ha sido cumplida, fundamentalmente porque no existen recursos económicos para tal fin, además de no existir las condiciones necesarias para implementar el proyecto del TransMetro debido a la infraestructura vial de la capital Salvadoreña, caracterizada por calles estrechas y poco espacio para las y los peatones.
¿Qué ha hecho?
Bajo el pretexto de “no ser de su competencia”, las administraciones de derecha se caracterizan por ser cosméticas y no abonar en nada a la solución de las problemáticas sociales existentes. La administración de Norman Quijano ha tenido como característica esto último. Medio ambiente, seguridad ciudadana, salud, violencia son –entre otros- temas que no han sido tomados en cuenta por la administración de Norman y esto se configura como la tendencia a seguir en la próxima administración. Por otro lado la confrontación de forma abierta y exacerbada ha sido otra de las características de la administración de Quijano, quien ha hecho diferentes desalojos en contra de los vendedores y las vendedoras informales dejando a un lado el diálogo y teniendo como principal método el uso del Cuerpo de Agentes Metropolitanos como fuerza de choque, no como el Cuerpo de Seguridad Municipal que debiera ser.
“Embovedar” las diferentes quebradas y riachuelos que cruzan la Ciudad fue otra de las promesas, que tampoco ha cumplido y que prometían ser parques de diversión para las y los infantes en vez de quebradas. Por otro lado, bajo el tema de la seguridad también prometió la instalación de cámaras en diferentes puntos de la ciudad, lo que puede ocasionar daños a la salud de los diferentes habitantes por las antenas instaladas por el alcalde. El reordenamiento del Centro Histórico y la implementación de la tarjeta estudiantil, también ha sido incumplida. Gran parte del incumplimiento de estas promesas se debe a la derrota que sufrió el otrora ex candidato presidencial Rodrigo Ávila, quien perdió frente al actual presidente Mauricio Funes. Quijano pensaba que ganando Ávila le apoyaría de forma técnica y presupuestaria para el cumplimiento de sus promesas.
Llamamos al voto nulo
Pero tampoco Shafick Handal hijo, candidato del FMLN, representa una alternativa que soluciones los problemas en San Salvador. El FMLN ya tuvo el control de la alcaldía por mucho tiempo, demostrando incompetencia e insensibilidad ante los problemas sociales. El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) exhorta a la población a analizar el proceso electoral en base a resultados y hechos concretos, y no en base a acciones demagógicas que en nada aportan al desarrollo de la ciudad. Estamos seguros de que el resultado de este análisis llevará a la población a la misma conclusión: ¡No hay candidatos capaces de solucionar los problemas del pueblo capitalino, no nos sentimos representados, por tanto, votemos nulo en protesta contra los partidos que sólo perpetuarán los males de nuestra ciudad!

viernes, 20 de enero de 2012




MUPI PARTICIPA EN 80 ANIVERSARIO
INSURRECCIÓN DE 1932
En marco del 80 aniversario de la insurrección indígena de 1932, el Museo de la Palabra y la Imagen, MUPI, se une a las actividades comunitarias, con la participación de las exposiciones Memoria de los Izalcos y 1932, que estarán, en Los Llanitos, Izalco, durante los días sábado 21 y domingo 22 de enero de 2012.
El día 21 a las seis de la mañana se inician los actos comemorativos, una ceremonia del fuego sagrado, memoria oral de abuelos de Izalco, ofrenda floral a cargo del Alcalde del Común y Comitiva, un conversatorio con representantes de la Secretaría de Cultura, Corte Suprema de Justicia y Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, peregrinación, solemne misa y un festival artístico al anochecer. Para el día 22 continuarán las actividades con ponencias y prácticas de la cosmovisión indígena.
Memoria de los Izalcos rescata cien años de historia cultural de los pueblos Izalcos, profusamente ilustradas con fotografías tomadas en 1896 por el etnógrafo Carl Hartman. Mientras que la exposición 1932, es resultado de tres años de investigaciones realizadas por el Museo de la Palabra y la Imagen, retomando la memoria oral de los sobrevivientes del la masacre, e incluyendo un completo registro fotográfico que evidencia el impacto de esos sucesos en las comunidades de occidente.

martes, 17 de enero de 2012

EL SALVADOR.- A 20 años de la firma de los “Acuerdos de Paz” en El Salvador



















Por Marcial Rivera
El 16 de Enero de 1992 constituye una fecha importante en la historia de El Salvador y Centroamérica. Después de más de diez años de conflicto armado interno, de más de cien mil víctimas, miles de desaparecidos y desaparecidas, además de las diferentes masacres y violaciones a derechos humanos, sin dejar de mencionar las enormes pérdidas económicas, al tiempo que el éxito de la canción “Alto al fuego” consagraba a Alux Nahual como el ícono del Rock Centroamericano en la década de los noventas, se logró un acuerdo entre las fuerzas guerrilleras y el gobierno.
Fue en esa fecha cuando se firmaron los Acuerdos de Paz entre el gobierno presidido por Alfredo Cristiani y la delegación firmante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN cuya dirección estaba entonces copada por el Partido Comunista Salvadoreño. 20 años después, conviene entonces analizar el cumplimiento de los mismos, tanto de forma como de fondo.
Contexto Internacional
A finales de los ochentas, en el contexto del fin de la guerra fría se dan los Acuerdos entre Ronald Reagan –entonces presidente estadounidense- y Mijail Gorbachov –presidente de la desaparecida URSS-. Hablar de los procesos de reacción democrática es también importante, pues a grandes rasgos puede afirmarse que a partir de la firma del Acuerdo de Esquipulas II el siete de agosto de mil novecientos ochenta y siete se apaga el fuego del movimiento social que para esa época había sido avivado nuevamente por las demandas sociales de diferentes sectores de la sociedad. Esto apagó el fuego, debido a que los procesos impulsados rumbo a la reacción democrática únicamente buscaban “humanizar” el sistema, es decir otorgar pequeñas cuotas de participación y de validez de ciertos derechos de los pueblos, para desviar la atención de las verdaderas demandas, y con lo anterior darlo todo por resuelto.
A nivel regional, tuvo una gran incidencia la derrota del Frente Sandinista de Liberación Nacional FSLN, frente a Violeta Chamorro, comenzando con los gobiernos neoliberales en aquel país; además por supuesto de la invasión imperialista por parte de Estados Unidos a Panamá; sin dejar de mencionar por supuesto el aislamiento de Cuba a partir de la caída de la Unión Soviética. Frente a esta realidad, el FMLN queda prácticamente aislado, viéndose obligado a firmar los acuerdos, pues aunque el empate a nivel militar era evidente, para la guerrilla el apoyo internacional era esencialmente nulo. En cuanto al ejército, la ayuda militar estadounidense se redujo significativamente –comparado con su momento de mayor algidez, cuando se otorgaban un millón de dólares diarios para financiar la guerra de baja intensidad- a causa, entre otras cosas, de los elevados niveles de corrupción sobre la utilización de la ayuda estadounidense por parte de los altos mandos del Ejército Salvadoreño.
Reacción Democrática
Situar el inicio del conflicto armado salvadoreño es una tarea que resulta complicada, debido a que desde el proceso de colonización y conquista hubo momentos de levantamiento por parte de la población que fueron duramente reprimidos por los gobiernos de turno. El aniquilamiento de Anastasio Aquino y los nonualcos a mediados del siglo XIX, es una clara muestra de ello. Posteriormente, la reconfiguración de la sociedad Salvadoreña y de su economía en la arena internacional gracias al “grano” de oro o café, es otro aspecto, pues al convertirse en una economía monoexportadora, los niveles de explotación laboral eran altos. El tema de la distribución de la tierra es otro asunto, que debe mencionarse, pues en un país que posee menos de veintiún mil kilómetros cuadrados es inaudito que una minoría posea grandes extensiones de terreno.
Los Acuerdos de Paz entonces, se avizoran como la máxima muestra del proceso de reacción democrática impulsado desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos, y que buscaba pacificar la región para posteriormente justificar sus planes de “Apertura Comercial” en la región Centroamericana y con ello privatizar diferentes servicios prestados tradicionalmente por el Estado. Lo anterior como parte de los planes de “ajuste estructural” que fueron el punto de partida para que se dieran los niveles de endeudamiento que actualmente tiene América Latina. A nivel político, surgía una aparente apertura política para la participación de otras fuerzas político-partidarias que no necesariamente fueran de derecha y la participación de diferentes organizaciones de forma plural y abierta, sin temor a la persecución por el solo hecho de “pensar diferente”.
En otro orden, se afirma que los acuerdos de paz han sido cumplidos en la parte formal porque el régimen político se ha desmilitarizado. Como parte del proceso de reacción democrática impulsado desde el Departamento de Estado, ha habido sucesivos gobiernos civiles desde la victoria de José Napoleón Duarte en 1984 hasta la actualidad con el gobierno de Mauricio Funes. Además de la aparente desmilitarización de la seguridad que se creía un logro hasta el reciente nombramiento de un militar al frente del Ministerio de Seguridad Pública y Justicia. Un sistema judicial que ha reducido significativamente sus niveles de corrupción e ineficacia y cuya transparencia judicial, es aceptable en términos generales. Las reformas planteadas por el FMLN como condición para firmar los Acuerdos de Paz, se dieron en su momento.
Y luego….
Sin embargo, en la parte económica se encuentran las mayores debilidades de los Acuerdos de Paz Salvadoreños, pues en éstos no se plasmó el rumbo de la economía del país. Se siguió la tendencia privatizadora y neoliberal que introdujo a El Salvador dentro de la dinámica de la globalización y que ha acentuado aún más los niveles de desigualdad y pobreza, y lo que ello genera como consecuencia, sin dejar de mencionar que con los sucesivos gobiernos de Alianza Republicana Nacionalista, se puso al Estado en función de la clase dominante.
Esto generó sin duda alguna la salida de más de tres millones de Salvadoreños y Salvadoreñas del territorio nacional, quienes residen como gran mayoría en Estados Unidos, y quienes con sus remesas sostienen la economía Salvadoreña, cuyo Producto Interno Bruto PIB depende en más del 20% de las remesas familiares; y como contraparte existe un Estado Salvadoreño que ni siquiera otorga Documento Único de Identidad, DUI, a los y las connacionales fuera del territorio nacional. Además de esto se dolarizó la economía y se firmó un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que esclaviza aún más la de por sí dependiente economía Salvadoreña. No deben olvidarse los estratosféricos niveles de corrupción por parte de los ex presidentes y de sus funcionarios, y que bajo la premisa de no “hacer cacería de brujas” el actual gobierno no ha querido perseguir ni ha tenido la voluntad política de enjuiciar a estos ex funcionarios.
El número de efectivos militares fue reducido, la presencia del mismo en las calles también. El surgimiento de un cuerpo policial independiente también. La hasta entonces guerrilla se convirtió en partido político. Se dejó de lado la práctica del reclutamiento forzoso, entre otras. De fondo, los acuerdos no han tenido mayores avances, aunque la institucionalidad haya mejorado; lo cierto es que las causas que llevaron al estallido del conflicto interno en El Salvador todavía continúan vigentes.
¿Y el papel del FMLN?
Per se, no debe cuestionarse la firma de los Acuerdos de Paz como el hecho que marcó el declive del FMLN, sino más bien su giro hacia una posición reformista y electorera. Lo anterior marcó el inicio de la desarticulación de cuadros dirigentes, de verdaderos obreros marxistas-revolucionarios y del copamiento de la pequeña burguesía que al día de hoy dirige dicho partido, sin dejar de mencionar el salto al vacío de ser un partido –no de masas- en el que convergían verdaderos liderazgos de izquierda, a ser un partido “catch all” o atrapa todo, en el que no hay una identidad ideológica definida; no existe formación política y hay una enorme dispersión.
Ciertamente, hace falta mucho para el cumplimiento pleno de los Acuerdos de Paz. No habrá paz mientras no exista justicia social, y mientras los pueblos no decidan destruir a los Estados burgueses quienes han sometido a los pueblos a lo largo de la historia de la humanidad y que además son culpables de las crisis económicas, sociales, culturales y políticas que actualmente imperan en el mundo. Pero esto no será posible si los pueblos no luchan por sus justas causas y no enarbolan sus banderas de lucha por medio de la organización como máxima expresión de las aspiraciones liberadoras de los pueblos. Pero esta visión debe trascender a las fronteras Salvadoreñas, a partir de la Reunificación Socialista de Centroamérica que por hoy solo es posible por medio del Partido Socialista Centroamericano.