lunes, 27 de septiembre de 2010

A vueltas con la desigualdad

Editorial YSUCA
A vueltas con la desigualdad




Es el tema del momento en América Latina. La izquierda lo ha tocado siempre y la derecha inteligente, como la de Chile, lo ha asumido plenamente. Sólo nuestra derecha sigue dedicada a entorpecer todo lo que puede sin pensar en otra cosa que en la coyuntura que le beneficie más. Y con su sistemática crítica a casi todo, logra también que nuestro gobierno de izquierda se preocupe más por la coyuntura que por ese futuro que hay que construir entre todos de un modo diferente.


La derecha no ha comprendido aún, en El Salvador, y mucho menos lo ha aceptado, que el modelo que ha privilegiado en estos últimos 20 años es un soberano fracaso. No da más de sí. Si se mantuvo tanto tiempo fue porque todos los recursos del Estado y una buena parte de los de al empresa privada, se emplearon en mantener vestido de rosa con propaganda a un cadáver realmente vestido de luto. No había nada que no se convirtiera en propaganda. Que los gobernantes cumplieran con su obligación era objeto de propaganda. Como que gobernar el país fuera un regalo de los poderosos a los sin poder. Viajar se convertía en propaganda. Reprimir también, si era necesario. Los gastos de publicidad de las administraciones pasadas quedan ocultos en ese río revuelto que fue la bautizada popularmente como partida secreta de la presidencia y continúa sepultada en ese mar de oscuridad que es la Corte de Cuentas.


Pero aunque no ha comprendido nada, y tal vez precisamente por eso, lo que le interesa a la derecha ahora es no dejar gobernar. O simplemente que gobierne la izquierda como ellos gobernaron: Atentos exclusivamente a la coyuntura. Sin embargo los vientos soplan en otras direcciones. Un país tan apretado como el nuestro no puede seguir viviendo intensamente la desigualdad que se palpa y se vive día a día. No puede seguir desangrándose con la migración. No puede permitir que miles de jóvenes, seis mil en tres años, decía un periódico, mueran asesinados. Una vuelta al poder de esta derecha irresponsable, ignorante e incapaz de generar desarrollo con equidad, sería catastrófica. De hecho ARENA ha tenido suerte en perder las elecciones. Y El Salvador también. Porque hoy estaríamos en una crisis mucho mayor si hubiera ganado el que llevaban como candidato.


Y muchos de derecha saben eso. Que han tenido suerte con la victoria del Frente y Mauricio Funes. Porque la gestión de la crisis al menos se está haciendo desde una política internacional que empieza a configurarse con mayor lógica y desde un diálogo más abierto con la sociedad. Realidades estas que con dificultad hubieran logrado quienes hace dos años abanderaban la derecha. Pero incluso sabiendo ésto, son incapaces de crear un nuevo liderazgo, más abierto a nuestra realidad y más enfocado a vencer la desigualdad. Repiten la sopa recalentada de liderazgo viejos y traen al país, no sabemos si para renovarse, a personajes de la ralea de Micheletti.


La desigualdad es el tema a vencer. Y si la derecha hoy es incapaz de entender ésto, se verá condenada, gane o pierda las elecciones próximas, a quedar en la historia como el protagonista que atrasó el desarrollo económico, social y moral de El Salvador hasta límites difíciles de superar.


Los pueblos nunca mueren ni se hacen totalmente ingobernables. Porque la mayoría de la gente es buena. Pero cuando los liderazgos incumplen sus responsabilidades, el viento de la sabiduría popular acaba barriendo con ellos. No hay estados fallidos sino liderazgos políticos fracasados. No se puede confundir el Estado con los partidos que manejan el ámbito de la política. Cuanto más débil se vuelve la gobernabilidad, más asquerosos se vuelven los partidos. Todos, no sólo el que pierde las elecciones. Y más se debilita la democracia, que es hoy indispensable para conducir nuestros pueblos al desarrollo justo. Vencer la desigualdad tiene que ser hoy un objetivo común, que acabará beneficiando, si todos lo tomamos en serio, tanto a la izquierda como a la derecha. Jugar a hacer daño coyuntural al enemigo político es moralmente irresponsable en los tiempos de crisis que vivimos.
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"Cuando la situación histórica se define en términos de injusticia y opresión, no hay amor cristiano sin lucha por la justicia" (I. Ellacuría, 1977)

16 de noviembre de 2010, XXI aniversario de los mártires de la UCA

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