domingo, 25 de julio de 2010

Sensatez

Editorial Ysuca
Sensatez


La insensatez recorre con frecuencia el ámbito político. Por ello es imprescindible hacer un llamado a ese sentido común que es, en el refrán popular, el menos común de los sentidos. ARENA ha sido insensata con ese discurso y propaganda en la que llama incapaces a las actuales autoridades. Al fin y al cabo el aumento de la pobreza en los últimos años , y con ella de la diferencia social, ha sido fruto de las administraciones areneras. Y no es muy sensato que quienes armaron el “deschongue” pidan a sus contrincantes que las cosas que ellos dejaron mal tras veinte años se arreglen en uno.


Las autoridades del actual gobierno tienen también sus insensateces. Todo el show montado en torno a la residencia del ex presidente Calderón Sol demuestra una clara insensatez política. Y ante ello no basta con pedir disculpas. Es importante decir quién fue el responsable de una medida a todas luces estúpida y deducirle algún tipo de responsabilidad.


A veces la insensatez se repite en ARENA y en el FMLN. Hay funcionarios del actual gobierno que repiten a nivel burocrático tonterías ya realizadas por ARENA. Y hay que exigirles que así como ARENA corrigió sus errores cuando se le dijeron, así ellos corrijan esas mismas insensateces que ahora repiten de nuevo. La burocracia, independientemente de las ideologías, tiende siempre a repetir los mismo errores.


La campaña que trata de desvincular la pobreza de la violencia es bastante insensata. Ninguno de los países que están entre los cincuenta más ricos del mundo tiene los índices de violencia que tienen nuestros tres pobres países centroamericanos norteños. El hecho de que haya países pobres con menos violencia no desvincula la pobreza de la violencia. La violencia es un fenómeno multicausal y una de las causas es ese tipo de pobreza que se da unida a la diferencia escandalosa entre ricos y pobres. Desvincular la pobreza de la violencia solo puede servir para justificar la lentitud en el desarrollo social y acallar la mala conciencia de los ricos y de las clases medias que aspiran a vivir como ricos sin pensar más que en ellos. O al menos sin tener que hacer sacrificios reales en favor de los más pobres. Y también para justificar políticas de mano dura sin tener que invertir en el desarrollo social como uno de los caminos clave de prevención.


Es como desalojar a los vendedores callejeros. Puede ser sensato. Pero en un país como el nuestro, con más de un 40 por ciento de la población económicamente activa en la economía informal sería insensato tratar de desalojarlos a todos sin tener una política seria de formalización de lo informal y sin brindarles recursos para estabilizarse en algún lugar. Sería insensato que ARENA y el FMLN se unieran para desalojar a todos los vendedores de sus alcaldías. Sería mucho más sensato que se unieran para formalizarlos y brindarles lugares adecuados para hacer negocio.


La mano dura no deja de ser insensata también. Hasta la Biblia en tiempos tan antiguos y diferentes a los nuestros lo decía con comparaciones un tanto curiosas al par que simpáticas. El libro del Eclesiástico en su capítulo 20, versículo 4 dice textualmente “Como pasión de eunuco (castrado e impotente) por desflorar a una moza virgen, así el que ejecuta la justicia con violencia”. Tal vez el miedo a que lo comparen con un castrado impotente ayude en nuestro contexto machista a que los partidarios de la mano dura reflexionen un poco más.


Y hablando de la Biblia, ojalá lleguemos a una lectura inteligente de la misma en las Iglesias, y a una educación en valores inspirada tanto en los valores democráticos como en los valores fundamentales transmitidos por la Palabra de Dios: Valores de solidaridad, misericordia, vida, justicia y verdad.


Durante los últimos 50 años han gobernado el país 4 de los partidos políticos que componen nuestro espectro partidario. En esos cinco lustros nunca los homicidios bajaron de 30 por cien mil al año. Durante ese medio siglo hubo de todo: mano dura, mano blanda, guerra civil, conversaciones de paz y sus acuerdos, leyes para salvadoreños, leyes para suizos, etc. Pero nada de eso cambió la grave situación de violencia. Tampoco en ese lapso de tiempo logramos pasar del subdesarrollo al desarrollo, aunque las clases medias hayan aumentado y mejorado su situación. Alguna razón tiene que haber para que el número de homicidios, expresión máxima de la violencia, se mantenga en niveles desorbitados. Sin duda uno de los factores es la permanente debilidad de las instituciones y la impunidad que conllevan. O la escasa educación formal. Pero desvincular la cultura o la debilidad institucional del fenómeno del subdesarrollo y de la pobreza abandonada a su suerte, es poco sensato.


Lo sensato es unirse para estudiar a fondo los problemas y buscar soluciones de largo plazo. No quita que se hagan esfuerzos de corto plazo. Pero hasta ahora con cortoplacismos permanentes ante nuestros graves problemas no hemos avanzado mucho. Todos los Gobiernos prometen vencer la violencia y todos los alcaldes “limpiar” la ciudad de ventas callejeras. Al final todos fracasan porque no se trabaja en el largo plazo ni se emprende una lucha sistemática y eficaz contra la pobreza y el subdesarrollo. Seamos sensatos y en vez de pelear tanto unámonos un poco más.
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“Ningún límite histórico cierra el futuro esperanzado del seguidor de Jesús” (I. Ellacuría)

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