martes, 20 de octubre de 2009

El Ejército en las calles

Ética y Política
El Ejército en las calles
José M. Tojeira


A lo largo de la semana se ha discutido la posibilidad de poner masivamente al ejército en las calles. Es un error. Lo que el país necesita en las actuales circunstancias es menos ejército y más policía. Lo demás son recetas ya experimentadas y fracasadas.


La presencia masiva de miembros d ela Fuerza Armada en un barrio puede, en el mejor de los casos, devolver durante un tiempo la tranquilidad a sus habitantes. Y decimos en el mejor de los casos, porque el exceso de fuerza suele ser tentación permanente para los militares. Además sería un tranquilidad temporal. Los delincuentes no tienen más que emigrar a otro sector del país y comenzar de nuevo su espiral de violencia.


En el pasado la Fuerza Armada luchó por expulsar a la guerrilla del volcán de Guazapa y en algún momento consiguió. Pero eso no significó nada. La guerrilla se reagrupó en otro lugar y cuando el ejército buscó el nuevo objetivo, los guerrilleros ocupaban de nuevo Guazapa.


Hoy la delincuencia tiene una organización en red que le facilita enormemente la movilidad. Creer que con presencia militar se va a calmar el tema es simple y sencillamente un sueño. Lo que es necesario es más labor de investigación e inteligencia, mejor servicio policial, más cercanía a la población. Y por supuesto un proceso de despistolización de la sociedad riguroso. Para ello lo que se necesita es mayor número de policías y no presencia del ejército en las calles. Por eso la respuesta al problema de la violencia no debe ser militar sino policial. La solución no es soldados en la calle sino en todo caso, para aumentar realista, rápida y económicamente el número de miembros de la PNC, trasladar, con la debida formación y utilizando el mismo presupuesto, a una porción del ejército a la propia policía.


En medio de debate sobre si poner o no a la fuerza Armada en la calle el general Vargas decía que el ejército estaba formado para definir y no para investigar. Y que si le daban un objetivo concreto ellos definían. Pero si se les daba un objetivo falso, que la responsabilidad de los hechos (la definición) cayera sobre la PNC o las autoridades políticas. Este tipo de discurso refleja muy bien la mentalidad del ejército. Están formados para la guerra y el choque y no para la investigación, el apoyo al ciudadano o el respaldo a autoridades como la fiscalía, el sistema judicial etc. Poner al ejército en la calle entraña siempre el peligro de respuestas masivas y con exceso de fuerza a cualquier desorden. Y el exceso de fuerza siempre trae consigo víctimas inocentes.


Algunas personas piensan que disminuir el número de oficiales y soldados en el ejército, aumentando con ellos las filas de la PNC tras la debida formación, es una táctica para eliminar a la Fuerza Armada. Al contrario. Lo que puede en definitiva hacer absurda a la Fuerza Armada es ponerla de nuevo en el escenario previsible de un uso no racional de la fuerza. Si en la actualidad la Fuerza Armada tiene prestigio en la opinión pública es porque se retiró a los cuarteles, dejó de violar derechos humanos fundamentales como lo hacía durante la guerra y renunció a interferir en la vida política del país. Y aunque todavía tenga la deuda histórica de pedir perdón por los crímenes del pasado, la opinión pública le agradece su retiro civilizado a los cuarteles. Ponerla ahora en la calle para una función para la que no está preparada y para la que tampoco es idónea, es exhibirla y ponerla en un verdadero peligro de críticas y de desprestigio.


¿Qué hacer entonces? Mientras no se debata con seriedad la ampliación rápida, adecuada, cualitativa y sistemática de la PNC, tal vez pueden aumentarse los grupos de tarea conjunta, pero con la adecuada inducción y formación a los miembros militares, como muy bien decía nuestro arzobispo, y bajo el control operativo y mando de la PNC. La idea de traspasar miembros del ejército a la PNC y reconvertirlos en policías sólo trataba de aportar una solución rápida a la necesidad de más policía que tiene este país. No a involucrar a la Fuerza Armada en labores de Seguridad para las que no está preparada. En ese sentido el desafío sigue. Necesitamos más policías, más agentes capacitados en investigación, más cercanía a las comunidades y vecindarios. Además de las medidas preventivas, económicas y sociales que nos incorporen a un desarrollo más equitativo.

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