viernes, 12 de febrero de 2010

Seguridad, crimen y prevención

Editorial YSUCA

Seguridad, crimen y prevención



Las recientes masacres, la poca eficacia del ejército en su salida a las calles, la presión constante de los hechos criminales, ha vuelto a poner en el escenario público una vez más el tema de la delincuencia. El Presidente Mauricio Funes ha presentado a través del Ministerio de Justicia y Seguridad la política anticrimen. Y el tema está en los medios permanentemente, porque está también en la realidad desde hace 14 años.

Como el fenómeno de la violencia es complejo, también debe ser múltiple la respuesta. Muchos apuestan por la prevención, y ciertamente es un camino básico. A mayor desarrollo económico, social, comunitario y cultural el crimen se reduce drásticamente. De hecho en comunidades de fuerte cohesión social, aunque no haya desarrollo económico especial, el crimen es mucho menor y más fácilmente contenible.

Los caminos de la prevención habituales suelen insistir en mayor permanencia del joven en la escuela, oferta de un primer trabajo juvenil adecuadamente remunerado y lugares accesibles de expansión, descanso, deportes, etc. La educación en valores, que no sólo compete al Ministerio en Educación, sino a toda la sociedad, añade cohesión a los puntos anteriores. Otros elementos como las despistolización y desarme de la ciudadanía suelen también dar resultados positivos.

Pero la prevención no es suficiente. Es también importante contener al crimen, desmotivarlo y castigarlo adecuadamente. Para desmotivarlo nada mejor que reducir los márgenes de impunidad. Un sector de nuestros diputados piensa equivocadamente que aumentando el castigo el candidato a criminal se desmotiva. Pero nada más falto de razón. Lo que desmotiva al delincuente es la posibilidad de ir preso, no la cantidad de años que le vayan a caer. Si las penas son muy altas, pero la posibilidad de ir preso es mínima, porque ni la policía, ni la fiscalía, ni el sistema judicial funcionan bien, el que tiene tendencias delincuenciales no tiene ninguna razón para sentirse amenazado. Y lamentablemente esa es la situación en nuestro país. Las posibilidades de ser condenado e ir preso por la comisión de un delito no llegan ni siquiera a un diez por ciento.

Lo que esta realidad nos dice es que hay que mejorar sustantiva y sistemáticamente la capacidad de investigación policial al mismo tiempo que se aumenta su operatividad y presencia en la sociedad. Mejorar la capacidad de investigación del delito y aumentar el número de policías debería ser la base del trabajo dedicado a la contención del crimen. Y por supuesto establecer una buena coordinación entre policía, fiscalía y sistema judicial. Sin un buen funcionamiento de la Fiscalía y del sistema judicial la labor policial puede convertirse en simple actividad vacía. Y todos sabemos que la Fiscalía tiene también que mejorar en número y calidad, y el sistema judicial en calidad y eficiencia.

Hoy por hoy el plan de contención del crimen del Presidente Mauricio Funes se ha centrado en la parte que le corresponde al Ministerio de Justicia y Seguridad, que es, sobre todo en el aspecto de seguridad, la labor policial de contención del crimen. En ese contexto a las autoridades del Ministerio de Justicia y Seguridad les corresponde informar con mayor exactitud del número de policías que sería necesario para revertir la ola de criminalidad y los costos que supondrán tanto el mayor número de salarios como la inversión en mejora de la investigación y adquisición de tecnología y medios. A la ciudadanía le corresponde apoyar en la inversión de seguridad, pero también exigir resultados, aun sabiendo que los resultados no serán inmediatos. Pero debe empezar a verse pronto que la línea ascendente del crimen comienza a descender.

Y por favor que ARENA, que ha sido durante 12 años la gestora e incluso en parte causante de este desastre delincuencial e impune que nos golpea, no salga ahora dando demasiados consejos. Y menos presentando a Rodrigo Ávila o a Mauricio Sandoval como maestros de seguridad que vienen a dar lecciones. El pobre Mauricio Sandoval si de algo puede dar lecciones es de cómo quedar impune después de dirigir una campaña radial a nivel nacional incitando a asesinar a obispos y sacerdotes. Y eso ni es ni fue nunca una buena recomendación para dirigir la seguridad de un país. Mucho menos para pretender dar lecciones policiales.
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Marzo 2009 – marzo 2010, año de todos los mártires de El Salvador
“Ningún límite histórico cierra el futuro esperanzado del seguidor de Jesús” (I. Ellacuría)
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