sábado, 29 de mayo de 2010

La soberanía nacional y Ulises del Dios

La soberanía nacional y Ulises del Dios




Algunos de nuestros magistrados acostumbran llenarse la boca con palabras solemnes, creyendo que así engañan fácilmente a la población. El más característico de esta moderna versión de los charlatanes es el magistrado Ulises del Dios. Su nuevo descubrimiento es que atenta contra los intereses del estado y del derecho el hecho de enviar datos sobre el proceso de los jesuitas al juez español que ha encausado a un grupo de militares que participaron en el asesinato de hace 20 años. Un proceso que es histórico, es público, y al que todos los ciudadanos deberían tener derecho de acceso. Los términos para oponerse a entregar datos son solemnes: El Estado, la soberanía y el derecho. Tres pilares de la democracia salvadoreña que tan bien suele defender el magistrado, sobre todo cuando se trata de defender la impunidad de presuntos criminales.

Pues bien, todos sabemos que en lo que respecta a la autoría intelectual el caso jesuitas ha quedado en la impunidad más absoluta por la corrupción, cobardía y práctico prevaricato del sistema judicial salvadoreño. Pero para el eximio magistrado atacar ese tipo de impunidad es atentar contra el derecho, la soberanía y los intereses del Estado. Las mentes que se creen brillantes tienen siempre el peligro de descubrir la pólvora cuando ésta lleva ya demasiado tiempo inventada. Y el pobre magistrado no hace más que descubrir su talante de encubridor de crímenes con esas afirmaciones tan grandiosas sobre el derecho, la soberanía y el estado.

Pero también es cierto que ese tipo de afirmaciones en boca de este magistrado no asustan a nadie. Porque todos recordamos sus razonamientos largos y confusos, defendiendo que no se investigaran las cuentas bancarias del expresidente Flores. Seguro que para el magistrado, aunque entonces no lo dijo, defender la falta de transparencia en las cuentas bancarias de políticos sospechosos de corrupción era un paso más en la defensa del Estado y del Derecho.

Y no quedan ahí las cosas. Conceptos como delitos de lesa humanidad, crímenes imprescriptibles, jurisdicción universal en el caso de graves violaciones de Derechos Humanos, son términos jurídicos completamente desconocidos por el ilustre magistrado. La ignorancia manifiesta, que es causante de destitución en el sistema jurídico nacional, no toca a personas como Don Ulises. Porque cuando la ignorancia es intencional y está al servicio del poder, es mucho más fácil no sólo perdonarla, sino incluso ensalzarla como sabiduría.

Tal vez porque la ignorancia es muy atrevida, por eso se atreve Don Ulises a hablar con la soltura y tranquilidad con la que habla. Porque este señor habla de todo menos de lo que no le conviene. Siendo como es un derecho constitucional la indemnización por retardo judicial, nunca hemos visto a este magistrado hacer esfuerzos notables por agilizar casos pendientes o incluso por sancionar, como manda la constitución, a quienes caigan en retardo judicial. Retardo que, como de todos es sabido, es una de las plagas características de la propia Corte Suprema. Ágil para defender que los magistrados tuvieran corruptamente tres carros a su servicio, pierde agilidad nuestro magistrado cuando se trata de acelerar procesos. Y ni hace, ni deja hacer, según vemos cómo dirige sus invectivas contra la sala de lo Constitucional cuando ésta ha tratado recientemente de acelerar procesos que llevaban un retardo no sólo exagerado, sino delictuoso.

Pobre soberanía nacional, puesta en manos de personas como D. Ulises, en las que se mezcla la ignorancia con el retardo judicial, la irracionalidad argumentativa con el interés tri-vehicular, la defensa de exmilitares acusados de crímenes y expresidentes sospechosos de corrupción con la fraseología solemne de un patriota redomado. Lástima que la represión y opresión judicial de la verdad no sea en nuestras tierras considerada delito de prevaricato.

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