miércoles, 17 de marzo de 2010

Mujeres que hacen historia: Matilde Elena Lòpez


Matilde Elena López foto de archivo de la familia.

“No debe ser el amor un nudo ni el matrimonio una prisión. Ni aun a nombre del amor se justifican las cadenas”, escribía Floritchica a Groza, con esas palabras que traslucían el pensamiento de Matilde Elena López en un breve epistolario titulado “Cartas a Groza”, publicado en 1970, por la Dirección General de Cultura, del Ministerio de Educación de El Salvador.

Esa y otras frases afines no eran las más propias en boca y letra de mujeres de aquellos tiempos, tiempos en los que las mujeres apenas tenían derechos legales y permanecían enmarcadas en una cultura que las reservaba exclusiva y excluyentemente para la escena doméstica y la reproducción de los hijos y de su injusta condición. Matilde Elena López no cupo en su historia.

A Matilde Elena López se le ha conocido con un epíteto de origen académico que transformó en un epíteto histórico, humano: La Doctora. Fue, en efecto, la primera mujer salvadoreña en acreditarse un doctorado en Filosofía y Letras (Universidad Central, Ecuador 1956). Antes había sido licenciada en Humanidades por la Universidad San Carlos, de Guatemala. Que sus estudios fueran posibles en el extranjero no eran signo de poder económico, eran signos de su rebeldía beligerante contra la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez, quien, comos a muchos más, la condenó al exilio en los años más crueles de su ejercicio dictatorial.

Así, la Doctora se dedicó a la academia y a las letras. Reconocida como una de las mejores ensayistas salvadoreñas -más allá de ser la primera mujer ensayista de alto nivel-, produjo una serie de estudios académicos sobre la cultura nacional, regional y latinoamericana. “Como ensayista, no tiene antecesoras ni sucesoras”, asegura David Escobar Galindo, y sus ensayos no lo dejan mentir.

Ella fue quien, como ella misma enunciaba, la que abrió esa puerta para las mujeres. Destacó como catedrática y educadora de muchas generaciones, ocupó cargos importantes en la Universidad Nacional, pero los cargos nunca fueron su pasión.

Pasión tuvo su lucha vehemente para conseguir la caída de dictadores. Su trinchera fue su pensamiento y su activismo, y la firme creencia de que “la vida es más grande que el destino”. No dudo que con ocasión de su fallecimiento sean muchas las voces que enlisten con más profundidad este y otros valores que constituyen su legado.

La Asamblea la nombró Hija Meritísima, cuando recibió el Premio Nacional de Cultura, cuando le dedicaron -junto a Claribel Alegría- una semana nacional de lectura, en el 2005.

Dicen que la Doctora murió ayer, jueves 11 de marzo por la noche. Es una noticia triste y señala un buen momento para recordar que somos lo que nos dejaron ser mujeres como Matilde Elena López.

No hay comentarios: