Ética y Política
Noventa días
José M. Tojeira
A partir de esta semana las evaluaciones del gobierno actual se harán muy frecuentes. Es una moda generalizada el reflexionar sobre los primeros cien días de gobierno. En ese contexto valgan para el debate unas primeras consideraciones sobre el ejercicio gubernamental. Dado que en una evaluación de prácticamente tres meses es muy difícil asegurar el rumbo que un gobierno va a tomar, esta reflexión tiene que interpretarse como un aporte al debate ciudadano más que como una opinión acabada.
Para empezar hay que decir que el Gobierno fue traspasado en malas condiciones. La crisis había golpeado muy seriamente la realidad del país y con ella al gobierno de ARENA y su propia gestión de la crisis durante los dos últimos años. Los fondos escaseaban, las deudas de muchos ministerios se acumulaban, la respuesta a la crisis era casi nula, en parte por la misma falta de fondos, por el predominio de lo político-electoral e incluso por el clima de derrota que algunos sectores areneros presentían.
Así las cosas el gobierno del FMLN ha tenido la virtualidad de enfrentar la pésima situación heredada sin grandes escándalos ni alharacas, que hubieran sin duda tensionado a la propia sociedad salvadoreña. Se han quejado de la herencia, y es normal que lo hayan hecho. Pero han encarado la situación y han comenzado a organizarse en medio de una fuerte falta de recursos. La queja ciudadana, muchas veces razonable, es que han ido demasiado despacio en este proceso de superación de la ineficacia, lentitud y falta de recursos de muchas de las diferentes carteras heredadas. Pero hay que ver si empeñarse en una denuncia sistemática y pleitos por el inmediato pasado no habría paralizado todavía más el propio accionar del Gobierno.
La impresión es ciertamente de lentitud, pero al mismo tiempo de estabilidad. Y la estabilidad suele ser un valor que no siempre se combina bien con las prisas. Mal no le viene al Gobierno entender que en algunos temas no puede prolongar el estudio de la situación, y que la ciudadanía quiere ver medidas eficaces. En el caso de la violencia la gente no sólo quiere sentir disminuciones reales de la brutalidad, sino sentir que hay medidas eficaces. Y aunque el enfrentamiento de esa plaga es una tarea difícil, es indispensable para el crédito gubernamental dar pasos visibles y esperanzadores para la gente en los próximos meses. Es cierto que a algunos ministerios llegaron los titulares y sus colaboradores más inmediatos sin experiencia de trabajo en equipo y a veces con poca experiencia de gestión. Pero esa situación tiene que verse superada ya en estos tres meses.
El plan anticrisis, especialmente en lo que se refiere a los sectores más desposeídos, ha sido elaborado con bastante rapidez. Otros sectores sin embargo están preocupados porque no advierten un plan inmediato de reactivación de la economía. Más allá de si esta apreciación es justa, lo cierto es que el esfuerzo por reactivar la economía no depende exclusivamente del Gobierno. Y que el propio Gobierno, por el mero hecho de haber heredado un país con unas finanzas muy heridas, no puede ejercer un excesivo liderazgo en el tema. Sin embargo, el hecho de que se esté invitando a un diálogo que involucra al capital y al trabajo ofrece una vez más un marco de estabilidad importante para el desarrollo de la economía.
El Consejo Económico y Social, ya próximo a instalarse, además de ser una asignatura pendiente desde los Acuerdos de Paz, ofrece una mayor posibilidad de respaldar y encontrar caminos de desarrollo más estables. La confianza y la cohesión social, que sólo se logran realmente a través del diálogo, constituyen un activo importante tanto para el fortalecimiento institucional como para el crecimiento económico y el desarrollo social. Aunque el tema del Fiscal quede pendiente, los avances en la constitución de una Corte Suprema un poco más decente tienen que verse como fruto de las dinámicas de diálogo impulsadas por el Gobierno actual.
El resumen es sin duda positivo. La situación en que fue heredada la gestión gubernamental no fue buena, la crisis internacional nos está golpeando duramente, y el propio equipo gubernamental entró a sus funciones con una dosis de improvisación relativamente alta. Sin embargo se ha logrado crear en un tiempo relativamente corto, un marco de estabilidad y de creciente confianza y diálogo. Con las diferencias y debates propios de la democracia le corresponde al Gobierno, a partir de ahora, un mayor dinamismo para enfrentar los problemas.
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