jueves, 21 de mayo de 2009

Mártires Estudiantes FUR-30












1. Notas Preliminares.


2. Introducción. Justificación de la recuperación de la memoria histórica, de la memoria de las y los mártires estudiantiles de la UCA.


3. Reconstrucción de los hechos: Masacre en Catedral 8 de mayo de 1979 y Masacre en la Embajada de Venezuela 22 de mayo de 1979. Vacíos y aciertos en lo que presentaron los medios de información nacional.


4. La Organización Estudiantil de la UCA: FUR 30.


5. Reconstrucción de la vida de los mártires estudiantiles de la UCA.


6. El legado de nuestros mártires en nuestra historia.


7. Conclusiones.






1. NOTAS PRELIMINARES

El presente trabajo ha pretendido recuperar la biografía de aquellas personas que estudiaron en la UCA en el año 79, y que entregaron sus vidas por construir una sociedad nueva para otras generaciones.

La recuperación de todos los datos se ha realizado a través de entrevistas realizadas a las personas que conocieron en vida a los mártires estudiantiles de la UCA, la consulta de diarios locales, revistas universitarias, videos y otros.

Sin embargo, nos hemos valido de la tradición oral, como principal recurso, para recuperar la historia de los mártires estudiantiles de la UCA, historia que había permanecido guardada por cierto tiempo, y que un equipo de estudiantes decidió desempolvar para darla a conocer a la nueva generación y dejar constancia de la identidad de un grupo de estudiantes de la UCA en tiempos de guerra.

Quede este documento como parte de la Memoria Histórica Estudiantil de la UCA, que ella misma inspire a las nuevas generaciones a cuestionarse sobre la identidad y proceder que nuevos tiempos demanda de quienes somos las y los sujetos que forjan cambios en la historia: las y los jóvenes.

2. INTRODUCCIÓN

Recuperar la Memoria Histórica no es tarea fácil en América Latina, las razones por las que la tarea se hace ardua son muchas, sin embargo, la recuperación y el conocimiento de todo lo que nos ha construido como pueblos latinoamericanos tiene un valor único y necesario: es tener identidad, conciencia de la riqueza cultural que nos caracteriza y en la que se amalgama una serie de raíces que producen lo que somos.

Toda persona que investiga en América Latina, además de las dificultades técnicas con las que se encuentra, se ve limitada por la recuperación de una identidad mutilada en diversos aspectos que van desde la carencia de documentación, porque esta se perdió o no se recopiló debidamente, hasta la restricción al acceso a ella, algo que impide llegar al fondo de lo que se investiga.

Nuestra investigación, como un primer intento por recuperar lo perdido, se ha visto afectada no solo por estas limitantes, sino también por el hecho mismo que el testimonio, la recuperación de la memoria a través de la tradición oral de quienes conocieron en vida a los estudiantes mártires, ha supuesto tocar heridas en el corazón de los familiares, amigos o amigas de ellos. Además, la recuperación misma ha tenido sus restricciones o el anonimato de quienes nos han contado una parte de la historia.

Pese a todo los inconvenientes técnicos, metodológicos y afectivos hemos podido acabar una primera parte de esta investigación, es decir, la parte que ha pretendido recuperar el aspecto individual de la historia: la biografía de quienes con su sangre la han escrito. Nos queda por investigar la historia de los movimientos estudiantiles de carácter político-social y cultural de la UCA.

3. RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS

Dos son los hechos importantes en esta recuperación histórica: la masacre de catedral del 8 de mayo de 1979 y la toma de la embajada de Venezuela el 22 de Mayo de 1979. Ambos acontecimientos se ubican dentro de los años más violentos, en que la represión, los asesinatos perpetrados por los escuadrones de la muerte y los cuerpos de seguridad eran parte de la cotidianeidad del país.

Nuestro interés, por recuperar lo sucedido, no es sensacionalista, es decir, que no pretendemos estremecer los nervios al relatar lo sucedido; nuestro interés es presentar algunos datos que han permanecido ocultos, y desde ellos podernos dar cuenta de forma objetiva de lo sucedido.

Masacre en Catedral 8 de mayo de 1979.
El día 8 de mayo de 1979, los sectores aglutinados en el BPR (Bloque Popular Revolucionario) marcharon sobre la 2º Calle Oriente. A la manifestación habían asistido diversas organizaciones: la Unión de Trabajadores del Campo (UTC), el Movimiento Estudiantil Revolucionario (MER), la Asociación de Educadores Salvadoreños (ANDES 21 de junio), las asociaciones de los mercados y tugurios y la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS) que estaba compuesta por los Universitarios Revolucionarios 19 de julio (UR-19, Movimiento de la Universidad Nacional) y las Fuerzas Universitarias Revolucionarias 30 de julio de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”.

La marcha había sido convocada por el BPR, según “Opinión Estudiantil” de mayo de 1979, con el objetivo de apoyar la toma de embajadas y de Catedral como medida de presión, para que los gobiernos de Costa Rica y Francia intercedieran ante el gobierno salvadoreño en la liberación de cinco de sus compañeros. Las personas capturadas eran: Facundo Guardado y Numas Escobar del BPR; Marciano Meléndez (FTC), Oscar López (UPTC) y Ricardo Mena de la UCA.

Según Amalia , cada una de las organizaciones comenzó a trabajar por la liberación de sus respectivos miembros, sin embargo, el BPR los había pedido públicamente, lo que había desatado acciones represivas por parte del Gobierno Militar. En este contexto, el movimiento popular aglutinado en el BPR comenzó su accionar por liberar a las personas capturadas, y dentro del marco de acciones a realizar, el FUR, al igual que las otras asociaciones, realizarían acciones de presión para exigir la liberación de los capturados.

Ante este accionar, el Gobierno Militar del General Carlos Humberto Romero se había pronunciado el 7 de mayo de 1979: “Mi paciencia está por terminarse. Estoy dando la última oportunidad antes de tomar medidas que tengamos que lamentar posteriormente” ; estas habían sido las palabras que preludiaban la masacre de catedral el 8 de mayo de 1979.

La marcha comenzaría con una concentración en el Parque Cuscatlán, se pasaría por el Mercado Central (donde se comprarían alimentos para las personas que ocupaban catedral) y terminaría en la Plaza Libertad. En principio la marcha se realizaría de forma pacífica, sin embargo, todo termino en una masacre que, contrario a las versiones de los periódicos nacionales , fue provocada y llevada a cabo por los cuerpos militares, quienes dispararon contra los manifestantes que se encontraban en la entrada de Catedral.

El tiroteo comenzó alrededor de las 12:45am, dejando un saldo de entre 19 y 22 personas muertas , entre quienes figuraban: Esteban Alvarado, Rosalía Alvarado, Juan de Jesús Serrano y José Francisco Chávez , de San Vicente; Antonio Carmona y José Arnulfo Mejía, de Chalatenango; Silvestre Torres, de Sensuntepeque; Santos Alas, de Aguilares; Guillermo Ronquillo, de Paisnal y el obrero Carlos Humberto López García (todos ellos campesinos); Maximiliano Alirio Cortes, estudiante del Instituto Tecnológico; Norma Sofía Valencia y Manuel, de la Escuela Metropolitana de Ciudad Delgado; Mauricio N., de una escuela capitalina nocturna; Ramiro N., del Instituto Emiliani; Aristides Molina, del Instituto Tecnológico, Delmy N., estudiante de Economía de la Universidad Nacional; Luz Dilia Arévalo, vendedora del Mercado Central; y José Roberto Sarmientos Claros (Estudiante de Psicología) y José Fidel Castro (estudiante de Ingeniería), ambos de la UCA.

Esta cifra de personas fallecidas solo pudo ser conocida hasta las 3:00 pm del día miércoles 9 de mayo, ya que hasta entonces se decidió levantar el cordón de seguridad montado por los cuerpos de seguridad del gobierno, para permitir el acceso al público y el posterior reconocimiento de los cadáveres por sus familiares , que ser realizó 24 horas después.

El sepelio de las personas fallecidas el 8 de mayo en Catedral, se llevo a cabo el día 11 de mayo a las 11:30am, después de una misa oficiada por Monseñor Modesto López. A los actos asistieron alrededor de diez mil personas, quienes coreaban consignas y pedían justicia.

Así sucedieron los hechos en los que fallecieron José Roberto Sarmientos Claros y José Fidel Castro, ambos estudiantes de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA).

Algunas observaciones sobre lo sucedido.
Lo primero, es la forma en que los periódicos manejaron la información, ya que los mismos tergiversaron la información , presentando al grupo de manifestantes como agresores. Sin embargo, varios de los fallecidos presentaban indicios de haber sido asesinados por francotiradores que pertenecían a los cuerpos de seguridad, y no al Bloque Popular Revolucionario. Una masacre con las misma características ocurriría un año después en el sepelio de Monseñor Romero.

Segundo, el proceder de los cuerpos militares, que luego de lo ocurrido decidieron acordonar a los manifestantes, sitiando a los mismos en catedral junto con las personas heridas y los cadáveres. El cordón de seguridad lo levantarían hasta las 3:00pm del día miércoles 9 de mayo . Este proceder pone en evidencia que las ordenes que habían recibido los cuerpos de seguridad eran reprimir violentamente a los manifestantes, no solo con los golpes sino con las balas hasta dejarlos morir.

Toma de la embajada de Venezuela 22 de mayo de 1979.
Este hecho está vinculado al anterior, es decir, a la protesta del 8 de mayo de 1979 del Bloque Popular Revolucionario por liberar las personas capturadas. La toma de la embajada de Venezuela comenzó el día 11 de mayo de 1979, cuando miembros del BPR toman el edificio de la misma y al cuerpo diplomático como rehenes para hacer presión al gobierno. Sin embargo, el día domingo 13 y lunes 14 de mayo, los rehenes lograrían huir; quedando dentro de la embajada los nueve miembros del BPR.

A raíz de esto, el BPR organizó una marcha con el propósito de llevar alimentos y medicinas a las personas que estaban dentro de la embajada. No obstante, todo terminó en represión y las versiones que se presentan sobre lo ocurrido vuelven a ser diversas: un matutino sostuvo que el objetivo de la marcha era “asaltar la sede diplomática para sacar a los nueve miembros del BPR” , otro rotativo presenta una versión en la que el gobierno señala como agresores a los manifestantes . El resultado de todo ese día fue la muerte de 14 personas: Francisco Navidad, Mariano Díaz Martínez, Nelson Ernesto Méndez, Carlos Alberto Mendoza, Esteban Valencia García, Enrique Armando Montoya, Rafael Vásquez Marín, Manuel Antonio Girón Roque, Santos Martínez Rauda, Emma Carpio Rosales de Alegría, Delfi Góchez Fernández, Antonio Girón Martínez, Mauricio Scaffini Siryani y otro.

Estas últimas tres personas (Delfi Góchez, Antonio Girón y Mauricio Scaffini) eran estudiantes de la UCA y miembros del FUR 30. Sus muertes arrojan algunos datos importantes, ya que dos de ellos fueron asesinados, presumiblemente, por francotiradores y otro por la tortura ocasionada por agentes de seguridad y escuadrones de la muerte.

Algunas observaciones sobre lo sucedido.
Delfi Góchez estaba corriendo cuando una bala la alcanzó, según Amalia (seudónimo de una persona entrevistada); Mauricio Scaffini corrió igual suerte, ya que una bala le dio en el corazón muriendo instantáneamente. Diferente suerte corrió Antonio Girón, quien no murió durante la represión del 22 de mayo, sino después. Según sus familiares, Antonio Girón fue herido en el hombro derecho el día 22 de mayo, pero murió a las 6:00am del día siguiente.

Uno de sus familiares nos proporcionó dos datos importantes: el primero, que al momento de reconocerlo, el cuerpo presentaba marcas de choques eléctricos y moretones por todos lados; y segundo, que al ser encontrado aún sangraba de la cabeza debido a los golpes sufridos y que le habían destrozado el cráneo, además, al moverlo sus brazos no tenían la rigidez cadavérica , “estaba fresco... los brazos se nos fueron hacia abajo”, según uno de los familiares que le reconoció. Además, confidencialmente el médico forense que lo reconoció informó a uno de sus parientes que el había muerto alrededor de las 6:00am.

Ambos datos desmienten la versión de que Antonio Girón haya muerto en el lugar de los hechos. Además, nos arrojan una hipótesis: Antonio fue torturado hasta la muerte por escuadrones de la muerte durante ocho o diez horas , lo que es confirmado por otro de sus familiares, que días después sería capturado y llevado al mismo lugar, donde habían torturado y asesinado a Antonio, para torturarlo también a él.

De haber sucedido lo contrario, es decir, que Antonio Girón haya muerte en el lugar de los hechos entre las 3 y 4pm, su cadáver habría presentado rigidez cadavérica, sin embargo, como lo sostuvieron el forense y los familiares de Antonio, no fue así. Por lo tanto, Antonio Girón fue torturaron hasta la muerte por los cuerpos de seguridad o miembros de los escuadrones de la muerte.

4. SUS VIDAS
José Roberto Sarmientos Claros.
Nació el 17 de agosto de 1956, en San Francisco Gotera, departamento de Morazán. Su infancia transcurrió junto a su madre, Lucia Sarmientos, una humilde empleada doméstica que trabajo por muchos años para la familia Scaffini en la ciudad de San Miguel. Desde siempre tuvo que soportar la eventual presencia de su padre, Marcelino Claros, y la sensación de ser “el hijo de la empleada”, a pesar de ser muy querido por la familia Scaffini.

“Nosotros lo veíamos igual, como un hermano”, recuerda Marietta Scaffini. Sin embargo, su madre siempre fue muy exigente con él y más que pedirle, le exigía que guardara distancia con los hijos del patrón. Pero la inocencia de un niño sobrepasó los obstáculos y, a medida que pasó el tiempo, su amor por esta familia fue creciendo y en especial el amor por una de las hijas. Por supuesto que la sola idea sería pecado, así que prefirió guardar silencio entre las líneas de una carta.

Las diferencias sociales entre Mauricio Scaffini y José Roberto no tuvieron mucho peso a la hora de trazar sus destinos. Dos vidas que circunstancialmente se habían unido, años más tarde, terminarían unidas por un mismo ideal: el cambio social.

Luego de concluir sus estudios de primaria y tercer ciclo en la Escuela “Jorge Washington” de el canto “El Divisadero”, se trasladó, a los 17 años, a San Salvador con la ayuda de su padre. Así, inició su bachillerato en el Colegio “García Flamenco” entre jóvenes y un mundo desconocido para él hasta entonces.

José Roberto nunca se olvidó a su familia que lo esperaba en aquel cantón de “San Pedro Carrisal”. “Me acuerdo que en Navidad siempre le traía dulces, carritos y cohetes a los niños... allí en el patio se salían a reventar la pólvora. Y nosotros siempre lo esperábamos con tanto cariño, porque era hijo de mi hermano y él fue muy bueno con nosotros”, recuerda Cleotilde Claros, tía de José Roberto.

Aunque los primeros días de su estancia en San Salvador transcurrieron al lado de su padre, los inexplicables problemas con su madrastra lo obligaron a vivir en un pupilaje. “Siempre me preocupé porque estuviera en casas de familias”, recuerda su padre. Bajo estas circunstancias y luego de obtener el título de bachiller académico del Instituto Cultural “Miguel de Cervantes”, ingresó, a sus 20 años de edad, a la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, para estudiar Psicología. Pero fue admitido para estudiar Letras, sin embargo, su insistencia le permitió cambiarse a Psicología en el año de 1978.

José Roberto perteneció al FUR-30, organización en la que se desempeñaba como Secretario de Propaganda y, a pesar de su tartamudez, siempre iba con su voz y alegría al frente de las marchas.

“Amalia”, una amiga de José Roberto que ha preferido no ser reconocida por su nombre real, fue quizás la persona que compartió mayor tiempo con él. Su amistad universitaria y los lazos afectivos que a ambos los unían marcó por muchos años la vida de ella. Luego que José Roberto insistiera por más de un año en concretizar su relación, por fin “las condiciones se habían dado”. “Amalia” dio el sí, tres días antes de su muerte, sin que ninguno sospechara el desenlace.

“Y cuándo lo vamos a festejar”. “El lunes no puedo porque tengo que meterle a los asuntos de la actividad del martes”, dijo José Roberto. “Entonces el martes”, contestó “Amalia”. “Si el martes, insistió él”. “Que sea en la tarde porque tengo que ir a una actividad en Catedral, pero yo creo que ya a la una de la tarde, ya ha terminado, porque el jelengue es en la mañana”, dijo. “En todo lo que llego, me cambio, me pongo chulo, saco pisto para que vayamos. Dile a tu mamá que vamos a ir y vamos a comer y a saber a qué horas vamos a regresar porque andamos festejando”. Sin embargo, los planes no se dieron.

José Roberto caía asesinado en las gradas de Catedral, el 8 de marzo de 1979. Un disparo se había introducido en la parte trasera de su cerebro cuando asistía a una compañera que había caído herida. “Pudo haberse salvado, sin embargo, perdió la vida al salir a rescatar a una compañera herida”, recuerda su padre. Ni su madre ni sus primos asistieron a sus funerales, ya que nuca pudieron trasladarse desde San Miguel hasta San Salvador.

Nadie volvió a escuchar tu risa José Roberto, ni tu inseparable arma, el megáfono, se escuchó otra vez. Ahora, después de transcurrido los años, recordamos las palabras de tus compañeros: “Chepe Beto, tu amor por el pueblo no tartamudeaba”.

José Fidel Castro Hernández.

José Fidel Castro Hernández, mejor conocido por sus seres queridos como “Fidelito”, vino a la vida en 1959. Una vida que empezó, irónicamente o por simple coincidencia, el día de la independencia de Estados Unidos, pues fue un 4 de julio cuando abrió los ojos por primera vez en la ciudad de San Miguel, tierra que se encargó de ponerle al desnudo una realidad innegable los siguientes 19 años.

El 29 de diciembre de 1978 cumplió su sueño de ingresar a la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), para estudiar Ingeniería Eléctrica. En marzo de 1979 llevó sus primeras materias. Luego se incorporó al FUR-30, organización estudiantil de la UCA.

El medio del 8 de mayo de 1979, José Fidel participó en la manifestación pacífica que convocó el Bloque Popular Revolucionario frente a Catedral Metropolitana. Soldados de la Guardia Nacional abrieron fuego y masacraron a la gente que estaba aglutinada frente al templo capitalino, que pertenecía a las organizaciones de campesinos, obreros y estudiantes.

José Fidel tuvo oportunidad de huir, sin embargo, optó por recoger a una compañera que quedó en las gradas. En ese instante, un francotirador le apuntó y acertó en el pecho del estudiante... se llevó, en cuestión de segundos, sus 19 años de vida.

Delfina Góchez Fernández.
Nació el 16 de junio de 1958, se caracterizaba por ser una joven tímida pero de carácter fuerte, tenía una afición al arte, en especial a la poesía y la música.

En 1977 ingreso a la UCA y comenzó a estudiar Psicología. En lo académico, era una persona dedicada, que supo combinar sus responsabilidades académicas con las responsabilidades que el pertenecer al FUR 30 le demandaban. Su incorporación al FUR 30, organización estudiantil de la UCA perteneciente al Bloque Popular Revolucionario, había ocurrido el primer año de estudios de su carrera.

Dentro del FUR 30 desempeñaba funciones que demandaban mucha responsabilidad, de hecho fue seguridad personal del coordinador del BPR y el día de la manifestación estaba desempeñando labores en las que su vida estaba en riesgo.

Delfy Gochez murió el 22 de mayo de 1979, cuando una bala la alcanzó mientras realizaban una manifestación en las afuera de la embajada de Venezuela, que tenía por objetivo llevar alimentos y medicina a los compañeros que se encontraban ocupando la misma. Sin embargo, la manifestación convocada por el BPR fue violentamente reprimida por los cuerpos de seguridad. En el hecho murió Delfy, junto a dos compañeros más, no sin antes expresar, poéticamente, su amor al pueblo, su muerte a manos del enemigo y su convicción de hacer lo que debía: dar la vida por los demás.



Algunos de sus poemas.

Soy feliz.
Hoy conozco la felicidad.
Hoy supe que no es que yo esté en el camino
ni junto al camino ni con el camino.

¡Yo soy el camino!

Nunca me sentí tan pueblo como hoy,
ni tan fuerte
ni tan tanta ni tan cuánta como hoy.

Es una sólida y concreta certeza,
es límpida agua transparente coloreada de futuro
tras un rojo sol bañado de esperanzas.

Es fe inquebrantable que paraliza la duda
y rompe el silencio que movió la sangre.

Así concreticé mis pasos,
aquellas inciertas –inútiles- huellas
que volaron como hojas
sobre el cielo fugaz.

Proletaricé mi sangre antes congelada
-ahora viva-
en las simientes que palpitan.

El instante es más humano y claro
porque hoy más que nuca
lo sentí respirar transparencias rojas y amarillas
como amores revoloteando,
iluminando canciones.

Soy feliz
porque a tiempo vislumbré el sendero que ahora construimos
porque es sólida y concreta la certeza
de que el canto de nuestra América es uno,
porque mi mano es puño contra el enemigo
pero siempre está cálida y abierta al compañero,
porque el amor besó mis ojos
y se hizo luz.

Hoy me sentí más pueblo que nunca
y sentí la felicidad más feliz que nunca
porque ya no es propiedad privada
sino de todos.

Con gusto moriré.
A mí me van a matar.
¿Cuándo? No sé...

Lo que sí tengo claro es que moriré así,
asesinada por el enemigo.

Como quiero seguir luchando, siempre estaré luchando para morir así.
Como quiero morir junto al pueblo, nunca me separaré de él.
Como es nuestro grito el que llegará, deberé gritarlo siempre.
Como el futuro y la historia están con nosotros, jamás me desviaré del camino.
Como aspiro a ser revolucionaria,
mis puntos de vista y todas mis aspiraciones estarán a partir de ello.

No tendré miedo nunca.

Todo lo que haga tiene que ser un golpe al enemigo,
en cualquier forma que se dé.
Siempre estaré activa.

Lo que si es seguro es que me van a matar.

Y mi sangre regará nuestra tierra
y crecerán las flores de la libertad.
Y el futuro abrirá sus brazos y caluroso,
lleno de amor, nos acogerá en su pecho.
Nuestra madre,
nuestra patria,
reirá feliz al estar de nuevo con su hijo, con su pueblo,
con el niño que lloraba un pedazo de pan
Y que hoy crece como río.
Con la madre que moría lentamente
y hoy vive su lejano sueño de ayer.
Con el eterno combatiente cuya sangre
alimentó el día que algún día llegará.
Sí, con gusto moriré, llena de amor.

Quiero morir de la manera más natural en estos tiempos en mi país:
¡Asesinada por el enemigo de mi pueblo!


Rafael Antonio Girón Martínez.
Nació el 27 de noviembre de 1956 en la ciudad de Santa Ana, hijo de Antonio Girón (QEPD) y María Hortensia de Girón. Realizó la primaria en la Escuela Experimental Tomás Medina y la secundaria en el Instituto Nacional de Santa Ana (INSA). En octubre de 1976 ingresó a la carrera de Ingeniería Mécanica en la Universidad José Simeón Cañas (UCA), carrera que cursó hasta su tercer año. Dentro de la universidad perteneció al FUR-30, organización vinculada al Bloque Popular Revolucionario (BPR).

Algunos datos importantes: en la colonia en que vivió, Antonio era conocido por varios sobrenombres como Chenquita, Toño Chamayoya y el Tierno. Este último sobrenombre caracterizaba su personalidad, según una su hermana con quien se relacionaba bastante bien y con mucha confianza. Quizás sea esta ternura la que lo llevo a estar comprometido con una organización política dentro de un contexto de injusticia social.

Dentro de sus pasatiempos estaban el practicar judo, basketball y fútbol, además de tocar la guitarra y cantar, actitud y vocación que había heredado de su familia.

Su muerte ocurrió el día 23 de mayo de 1979, y no el 22 de mayo de 1979 como lo comunicaron los periódicos nacionales, ya que el apareció en la morgue del cementerio Francisco Menéndez a las 11:30am del día 23, y según nos cuenta su hermana al momento de reconocerlo su cuerpo presentaba señales de haber sido golpeado y torturado y aún presentaba movilidad, es decir, que no presentaba rigidez cadavérica, además, el forense de manera personal le dijo que su hermano no había muerto el 22 de mayo sino a tempranas horas del 23 por golpes.

A continuación reproduzco fragmentos de la composición literaria No me importa morir, si es por mi pueblo, que un estudiante de la UCA elaboró en conmemoración de un año más de su muerte.

Ingeniería mecánica decidí estudiar,
Me inscribí y el estudio tomé con seriedad,
Pero mi entorno empezaba a resaltar
Y en aquella época me di cuenta de la realidad.

Con mi hermano Alfonso viví en San Salvador
Y con mi hermana Imelda había visitado ya esta gran ciudad.
En Santa Ana, lejos, no me daba cuenta del gran dolor
Que el sistema ejercía con su persistente hostilidad.

¡Qué jodido! Dije en aquel momento
y el FUR-30 me apareció de repente.
Para hacer algo me puse en movimiento
Y aquella idea persistió en mi mente.

Lograr un cambio social,
Pregonaban estudiantes y artistas.
Era el gran ideal
Luchar contra los elitistas.

Ver a mi gente sufrir, no pude aguantar más;
El corazón se me partía y entonces decidí luchar.
Frente a la embajada de un Venezuela tal,
Cobardemente nos obligaron, de sangre la tierra manchar.

Mi cuerpo, un impacto de bala recibió,
En mi hombro derecho, según recuerdo yo,
Pero causa es no fue de mi muerte,
Sino de la tortura que el sistema me propinó.

La electricidad mi cuerpo soportó,
El dolor y el destrozo con miedo aguanté,
Pero mi alma sufrida, con dolor, optó
Por dejar mi cuerpo y se fue.

Mi cuerpo apareció entre los demás,
Mas ya no tenía vida para dar;
Solo quedaba la esperanza... y se fue:
Que mi familia me fuera a encontrar.

Ahora, todo esto ha pasado ya.
Aquella época quedó atrás,
Aquellos ideales,
Aquellos sueños.
Pero estoy vivo,
Vivo en aquellos que recuerdan lo que fui:
Mis hermanos, mi madre,
Mis amigos y mis compañeros.

Jorge Mauricio Scaffini Siryani.
Nace el 6 de noviembre de 1957, en Jucuapa, departamento de Usulután. Hijo de padres divorciados, pasa sus primeros años de vida en un ambiente cargado de inestabilidad familiar. Al casarse su madre nuevamente, integra una familia y comienza a trasladarse por el trabajo de su padrastro. Vive en Guatemala y en Costa Rica.

Regresa al país y en 1975 entra al Colegio García Flamenco, de donde se graduaría de Bachiller Académico en 1976. En 1977 entra a la UCA a estudiar Ingeniería Eléctrica. Perteneció al FUR-30.

Mauricio era un joven alto, delgado, de mirada bondadosa y serena. Tenía un gran corazón y siempre estaba preocupado por el prójimo. Sus familiares recuerdan que desde pequeño era entregado a los demás. Era amistoso, respetuoso, soñador, tenaz, enemigo de las injusticias y desigualdades sociales. Su espíritu humanitario lo llevó a defender la causa de los más necesitados y a ir en contra de las violaciones de los derechos humanos que se cometían día a día en la época de los setenta.

Uno de sus mejores amigos comentó: “él murió por un ideal. Su perfil humano estaba bien definido; estaba impregnado de mucho romanticismo de izquierda”.

Mauricio murió frente a la embajada de Venezuela, un martes 22 de mayo de 1979, en horas de la tarde. Una bala cruzó su corazón, muriendo instantáneamente. Su familia sobrellevó este duro golpe y, junto a sus amigos y toda la gente que lo quería, fue velado en la funeraria “La Piadosa” y enterrado en el Cementerio General de San Salvador. Sus restos se encuentran en un nicho aéreo, en el cuadro Masferrer. A su alrededor, jóvenes que también cayeron en masacres ocurridas por ese tiempo, lo acompañan.

“Cuando él murió, para mi fue un impacto espantoso... solo llorando pasaba. En esos días, tuve un sueño que jamás se me olvidará: “él estaba sentado en una piedra en medio del mar y me dijo: ¿por qué estás triste, Chele? Aquí me siento mejor que en la tierra. Aquí estoy mejor que en la tierra” (Marietta). “En la Biblia dice: No hay amor más grande que el de aquel que otorga la vida por su prójimo (Pepe). “Yo no dudo que Mauricio esté en el cielo, porque realmente lo que hizo, lo hizo por amor” (Bessy). “Dios me quitó un hijo bueno, muy lleno de virtudes... Toda la vida andaba pensado que la gente necesitaba de él” (Doña Blanca). “Todo lo que hacía él era entregarse. Lo quise tanto y lo quiero todavía. Mi hermano no murió (Gina). “Mauricio, no sé dónde estarás, no sé cómo estarás pero yo siempre te quiero como un padre, como siempre” (Don Hugo).

Aquel muchacho de andar elegante y mirada serena, ha dejado este mundo. Como una suave y fresca brisa pasó por la vida dejando a su paso una estela de amor y entrega incondicional por aquellos que más lo necesitaron.

Adiós, Mauricio. Adiós, amigo. Adiós, hermano... tu sangre fue derramada, pero tu espíritu permanecerá vivo en las mentes y corazones de quienes te han querido año tras año y de quienes, ahora aprendimos a quererte...

2 comentarios:

Compañero Marcial dijo...

Nota Aclaratoria: Esta investigacion fue hecha por Estudiantes de Comunicacion Social de la UCA, en un esfuerzo de la Coordinacion de Asuntos Estudiantiles, CAE...

Rafael Francisco Góchez dijo...

Un poema de Delfy hecho música ► clic aquí.