jueves, 20 de junio de 2013

Guatemala: Discriminación étnica como problema a resolver para lograr la construcción de la paz a casi 17 años de la Firma de los acuerdos de Paz en Guatemala.


Por Silvia Socorec

Toda sociedad post-conflicto necesita emprender un proceso de construcción de la paz, en el cual la memoria y la reconciliación no pueden ser obviadas. Es necesario entender satisfactoriamente el pasado como punto de partida hacia una nueva sociedad. De ahí la importancia de la reconciliación, entendida como la generación de procesos de conocimiento, reconocimiento y comprensión, así como ejercicios positivos de encuentro y tolerancia entre grupos o sectores sociales anteriormente confrontados. 
Casi todas las personas reconocemos que en Guatemala hay racismo o discriminación racial contra el indígena, tanto por razones biológicas como culturales. Por lo que en Guatemala la discriminación por etnia, se define de la siguiente manera: “La población indígena, especialmente la más pobre, es objeto de burla por sus rasgos físicos, por su color, su estatura, su vestido, su forma de hablar y su religión”.
Con la firma del Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas se abrió la posibilidad de iniciar un proceso formal de transformaciones en el ámbito de las relaciones del Estado guatemalteco con la población indígena. Si se comparan los enunciados allí planteados con los formulados en la Constitución Política vigente se puede constatar que se dio un paso importante en el reconocimiento de la realidad de marginación, exclusión y discriminación étnico-cultural que viven dichos pueblos en Guatemala. Afirmación que, en consecuencia, hace imperativo desarrollar procesos que contribuyan a enfrentarla y erradicarla. 
El Estado guatemalteco se sustenta en relaciones racistas, discriminatorias y explotadoras, construidas de una manera procesual, sistemática y sostenida a través del tiempo, habiendo conformado una estructura económica, política, social y cultural profundamente desigual. 
Aunque las clases y grupos subalternos reproducen esas relaciones, también construyen otras visiones y perspectivas ideológicas. Asumimos, en tal sentido, que si bien las propuestas ideológicas que se construyen desde el poder tratan de ser hegemónicas, en el proceso social de su reproducción van siendo modificadas, transformadas, alteradas. De tal manera que esos discursos hegemónicos van adquiriendo en la práctica social características que, muchas veces se distancian de lo que el Estado buscaba promocionar y legitimar ideológicamente.
No todas las personas que se dicen llamar “ladinos” o no indígenas, son racistas. Una cosa es la persona y otra, muy diferente, son las opiniones que defiende y las actitudes que mantiene. En cuanto a la postura de los que incurren en discriminación, son ellos quienes aceptan sin discusión que lo indígena es y debe estar subordinado y desplazado ante lo occidental y mestizo, excepto en los campos en que pueden ser rentables como es el caso del folklore y lo turístico, en el cual se invierte para obtener ganancias comerciales y no porque se conciba como derecho fundamental de las personas.
Cuando la mujer indígena se viste de ladina obtiene la aceptación del racista, aunque no tenga la fisonomía de una mujer criolla o ladina. Esto pone en evidencia que el componente cultural del racismo en Guatemala es más fuerte que el componente biológico.
“El racismo ha sido históricamente una bandera para justificar las empresas de expansión, conquistas, colonización y dominación y ha marchado de la mano de la intolerancia, la injusticia y la violencia.
Una de las violaciones a derechos humanos más graves y menos atendidas en la sociedad guatemalteca, es sin duda la discriminación y el racismo, así como la recurrencia de este flagelo a lo largo de la historia de Guatemala, como la versatilidad que le permite renovarse y presentarse de diversas formas en cada época incluyendo la actual.


El racismo es un concepto asociado a cierto de tipo de actitudes y acciones que se fundamentan en corrientes de pensamiento o ideologías que sostienen la superioridad de algunas razas. Con el transcurso del tiempo y a medida que las corrientes de pensamiento han variado, el concepto ha ido adquiriendo complejidad, lo cual se identifica al examinar su proceso de desarrollo histórico. El término racismo encierra multiplicidad de significados, que es necesario distinguir para alcanzar una mejor comprensión del fenómeno y sus consecuencias.


Una de las causas del conflicto armado interno en Guatemala, tan importante como la pobreza o el autoritarismo, es la discriminación, aunque se suele ocultar precisamente porque el Estado de Guatemala ha sido discriminador y excluyente. Las evidencias a lo largo de la historia y con toda crudeza durante el conflicto armado interno, radican en que la violencia fue dirigida fundamentalmente desde el Estado, en contra de los excluidos, los pobres y sobre todo, la población maya, así como en contra de los que lucharon a favor de la justicia y de una mayor igualdad social.
La ideología racista hace más fácil ignorar estos hechos o no condenarlos con la suficiente contundencia, pues aún persisten, en la mentalidad de algunos guatemaltecos, la idea de que la vida del indígena vale menos. Esta noción puede explicar tanto el mayor número de víctimas mayas en algunos periodos del enfrentamiento armado y el por qué de los actos de extrema crueldad y los delitos de lesa humanidad cometidos en sus comunidades.
El genocidio es la expresión más dramática y cruel del racismo en el conflicto armado. A pesar que el tiempo del conflicto armado interno culminó con la firma de los Acuerdos de Paz, iniciados desde antes de los 90´s, aún en 1993, un miembro de la oligarquía se expresaba de este modo: “… yo no encuentro solución más que exterminarlos o meterlos en reservaciones como en los Estados Unidos. Es imposible meterle cultura a alguien que no tiene nada en la cabeza, culturizar a esa gente es obra de titanes, son un freno y un peso para el desarrollo, sería más barato y más rápido exterminarlos”.
Por lo que esta persona es claro exponente de la cultura de intolerancia, la ignominiosa discriminación por razones étnicas y la ausencia de las más mínima solidaridad nacional; aún en esta nueva era, en los años del 2000, todavía prevalecen las secuelas de una cultura de intolerancia y discriminación, que son secuelas nefastas de la confrontación fratricida durante más de 36 años de guerra que finalizó con la firma de Los Acuerdos de Paz, cuyo objetivo principal fue contribuir al cambio de un Estado de naturaleza profundamente excluyente.
En Guatemala se ha desarrollado una cultura de violencia especialmente hacia la identidad de las diferentes etnias en cuanto a su aceptación en la sociedad de la que ha resultado una actitud de falta de respeto y un sentimiento de desconfianza entre los guatemaltecos, que a todas luces se hace necesario reconvertir positivamente en una cultura de respeto mutuo y tolerancia.
Los Acuerdos de Paz constituyen una base fundamental para una convivencia pacífica y tolerante entre los guatemaltecos. Consecuentemente, el conocimiento y asunción del pasado, el conocimiento de las causas de la violencia desatada y del alcance de la misma, así como de los principios básicos de respeto de los derechos humanos, de los mecanismos para su defensa y la solución pacífica de las controversias, son elementos esenciales para la consolidación de un futuro en paz.


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