martes, 13 de septiembre de 2011

Honduras: LA RESISTENCIA DEBE RETOMAR LA LUCHA DE CLASES.



ALVARO PINEDA / GRUPO SOCIALISTA-MORAZANISTA
Diferentes sectores sociales continúan su enfrentamiento con la dictadura, espontánea e instintivamente, en defensa de sus más sentidos intereses gremiales y de clase. El último sector beligerante ha sido el estudiantado, y, al igual que pasó con el movimiento campesino, con el magisterio y otros, en la práctica, se enfrentan solitarios contra el régimen. El apoyo de la resistencia ha sido secundario, de comunicados, de alguna “marcha” en el mejor caso; y el régimen no reprime con comunicados, sino con dispositivos materiales, de manera física. Parece que no existe un núcleo político de vanguardia que apoye, proteja, provea, cohesione y oriente a los sectores populares rebeldes.
La tendencia a la evasión del conflicto social se ha profundizado desde el Acuerdo de Cartagena. Tras los primeros meses de acciones casi insurreccionales de las masas populares, la resistencia había caído en un estancamiento, producto del cansancio, la frustración, por la falta de resultados triunfantes, por la carencia de una conducción clara, asertiva, revolucionaria. También debemos reconocer la desigualdad de recursos de todo tipo que el pueblo sufrió en esas duras jornadas. Los soñadores esperábamos que el retorno del compañero Zelaya traería consigo la reactivación y la multiplicación de la energía temible del pueblo, de la lucha de masas. Pero ocurrió exactamente lo contrario: el compañero Zelaya vino a terminar de apagar las ultimas brasas de la rebeldía popular.
Trajo a cambio, una posible alternativa a la lucha de enérgica de masas. La conducción de la resistencia cifra ahora sus esperanzas de manera casi exclusiva, en las elecciones patrocinadas por la dictadura, en donde aducen le ganarán a la oligarquía en su propio juego, y “tomarán el poder”, (como si este fuera un bastón mágico que obedece a la mano que lo empuña, o como si el poder fuera un objeto transferible mediante un traspaso de propiedad).
No deja de ser tentadora la posibilidad de romper la opresión de una manera tan fácil…porque así como uno puede trabajar duro por 40 años para lograr acumular un patrimonio económico, hay casos insólitos donde alguien se enriquece en un día, en un golpe de astucia o genialidad. Pero, ¿es posible algo así en política? ¿Se puede derrocar el poder económico, político y militar de una clase o grupo social, y reemplazarlo por el poder de la clase trabaja-dora, del pueblo, así de fácil, rápido y barato?
¿Es realmente viable la participación electoral, con verdadera opción de triunfo, bajo estas condiciones de exterminio sistemático de la oposición política? ¿O acaso solo pretenden llegar al Gobierno, bajo el permiso y la tutela de los dueños indiscutibles del territorio, ser los bien remunerados administradores de la riqueza y del poder de la inderrocable burguesía golpista?
Zelaya ha expresado que el asesinato del compañero Emmo Sadloo el 08 de septiembre “es una declaración de guerra” a la resistencia, y dejó entrever que se deben tomar decisiones al respecto. ¿Porque era un resistente con una figura mediática y andaba siempre cerca de Zelaya mismo?
Desde el golpe de Estado, centenares de personas del pueblo en resistencia han sido asesinados por la dictadura y sus allegados. El asesinato de más de 50 campesinos, ¿no ha sido una declaración de guerra? ¡¡Vaya!!  ¿Los numerosos maestras y maestros asesinados? ¿Los demás compatriotas, centenares de ellos, obreros, pobladores, militantes en general? A Carlos Turcios del FNRP-Choloma lo secuestraron, le mutilaron las manos y le cortaron el cráneo con una motosierra… ¿Será necesario que asesinen a alguien cercano a cada uno de los dirigentes de la resistencia para que les importe lo suficiente, para que sientan de verdad el dolor genuino y que reaccionen?
Entiendo que el Acuerdo de Cartagena fue un acto de buena voluntad y de ingenuidad burguesa liberal de parte de la conducción de la resistencia (porque el otro sector reaccionario de la burguesía, de ingenuo no tiene nada, es claro, contundente y letal). Los dueños de la riqueza material y del control institucional del país (ganados con las armas), le darían la oportu-nidad a la oposición de derrotarlos limpiamente en las urnas…Un día después de Cartagena comenzaron a deportar opositores (Tamayo, Milla, etc.) y continuaron la represión sangrienta contra el pueblo (estudiantes, campe-sinos); y luego, a enjuiciar y encarcelar a los mismos firmantes del Acuerdo.(!) Pero eso no fue suficiente para hacer reaccionar al compañero Zelaya y su equipo de conducción…ellos parecen estar esperando una matanza “digna de considerar”, (como los 5000 asesinados del partido UP en Colombia).
 La lucha electoral demócrata-burguesa se da en un marco de armonía con las clases dominantes. Ahí solo se disputa el acceso al gobierno, a la admi-nistración de las instituciones bajo el poder de la oligarquía, y ese poder  nunca corre ningún peligro. Pero la lucha de clases pelea por derrocar a la clase oligárquica, destruir su dominación política y reemplazarla por el poder de la clase popular.
Los acuerdos de paz se dan entre dos contendientes que se temen mutua-mente, jamás entre vencedores y vencidos; la oligarquía si podría ceder el poder político al pueblo en las elecciones, pero solo en un escenario de fuerza, ante el temor a la lucha devastadora de las masas. Por eso, la resis-tencia debe retomar la lucha de clases; el compañero Zelaya puede renunciar a ese pacto roto por la misma dictadura; tiene el liderazgo suficiente para conducir a las masas populares a una verdadera lucha, no para reconciliarlas con la dominación, sino para enfrentarla y destruirla. Solo le hace falta la difícil decisión personal y política para hacerlo.
De lo contrario, los dirigentes de la resistencia obtendrán sus ansiadas cuotas de poder político (secundario, administrativo), sobre las osamentas de miles de compatriotas que habrán perdido la vida para que la burguesía golpista siga siendo dueña absoluta de la nación.
09 de septiembre de 2011

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