lunes, 5 de septiembre de 2011

El Salvador y Libia: Comparaciones Históricas de la Intervención Imperialista



El Salvador y Libia: Comparaciones Históricas de la Intervención Imperialista

Antes de profundizar sobre el tema; debe hacerse alusión a algunos aspectos de carácter geográfico, que orienten sobre el contexto en torno al cual gira el tema. Para el caso de El Salvador, según Wikipedia[1]: El Salvador es un país localizado en América Central, con una población de 7.744.113 habitantes. Debido a su extensión territorial (20.742km2) tiene la densidad poblacional más alta de América continental.

El territorio que comprendía, en su mayor parte, el territorio de El Salvador (Intendencia de San Salvador), adquirió su independencia de España en 1821 junto a la Capitanía General de Guatemala, y dejó de ser parte de la República Federal de Centroamérica en 1839. Anteriormente, en la época precolombina, buena parte de la zona comprendida al oeste del río Lempa era conocida con el nombre de Cuscatlán, que significa “Lugar de Joyas o de collares”, en lengua nahuat.

Una guerra civil de 12 años, cuyo costo humano es de aproximadamente 75.000 vidas, finalizó el 16 de enero de 1992, cuando el gobierno y al guerrilla firmaron los Acuerdos de Paz, que dieron lugar a reformas militares, sociales y políticas.
Esta guerra, tuvo muchas causas, en 1967, por todos los medios “legalmente” constituidos, se intenta inscribir por última vez el Partido Comunista Salvadoreño, siéndole negada su inscripción; comenzando entonces a articularse esfuerzos de organizaciones sociales, que buscaban incidir en la vida nacional, y con pequeñas acciones como quema de buses, manifestaciones y demás, situar el inicio del Conflicto Salvadoreño, resulta complicado, aunque la mayoría de personas lo relaciona con el asesinato ordenado por la CIA, y la derecha Salvadoreña, del Arzobispo Metropolitano de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

Sobre Libia, como se plantea en Wikipedia[2] Libia es un país del norte de África, ubicado en el Magreb. Su capital es Trípoli. Limita al norte con el Mar Mediterráneo, al oeste con Túnez y Argelia, al suroeste con Níger, al sur con Chad, al sureste con Sudán, y al este con Egipto.
Actualmente al país se le adjudica la esperanza de vida más alta de África continental (si se cuentan las dependencias sólo es superada por la isla británica de Santa Helena), con 77,65 años. También cuenta con el PIB (nominal) per cápita más alto del continente africano, y el segundo puesto atendiendo al PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA). Además, Libia ocupa el primer puesto en índice de desarrollo humano de África.
Hoy en día, Libia se encuentra en un contexto de invasión extranjera, y de conflicto interno, el segundo originado por el descontento social generalizado por más de cuarenta años, de gobierno presidido por el Mandatario Muammar Al Gadafi, y en cuanto a la invasión extranjera autorizada por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, desde el 19 de marzo del presente año; esta coyuntura puede analizarse desde muchos puntos de vista, desde cualquiera que se analice, al cuestionante que debe traerse a la palestra, es ¿por qué se da la invasión hasta ahora, después de más de cuarenta años, por qué se justifican algunos gobiernos con tintes dictatoriales, en medio oriente, y se ataca directamente a Libia? O ¿será acaso otra confabulación más –a la que ya se está acostumbrado históricamente- como la que se dio con las armas de destrucción masiva en Iraq?

Libia, no es precisamente un Estado con estadísticas negativas, con la esperanza de vida más alta de África, un índice de desarrollo humano, también positivo, y un PIB pér cápita que coadyuva en sobremanera a la capacidad adquisitiva de la población. Pese a lo anterior, debe indagarse y hacer un análisis profundo de las razones por las que las potencias del Mundo, Francia, Gran Bretaña, declararon en su momento una zona de exclusión aérea sobre Libia, y los bombardeos comenzaron hace un par de meses, sobre territorio Libio.

A nivel Geopolítico, el Consejo de Seguridad de la ONU, la Unión Africana de Naciones, y algunos países asiáticos, están asolapando este proceso por demás injusto, por lo que habría que indagar si estos conglomerados actúan en función de resguardar por la Seguridad Mundial, por la integración regional, y/o a todo nivel; estos estados en vez de intervenir militarmente, deberían hacer uso de su diplomacia para resolver el conflicto que se analiza en las presentes líneas. Probablemente este conflicto esté originado en torno a una temática importante: Petróleo. La inquietud es, si estos “Señores de la guerra” como los cataloga el Mandatario Venezolano Hugo Chávez, estarán detrás del petróleo Libio, debido al uso irracional que se les da en estas naciones, y debido también al desabastecimiento que tienen; resulta curioso que ahora están combatiendo en un país petrolero, cuando no lo han hecho en otras naciones que viven bajo “dictaduras”.
Trascendiendo al contexto actual, bien podría especularse respecto al “Cheque en Blanco” que está emitiendo la OTAN, y los países que hoy por hoy invaden territorio Libio, pues el proceso actual, en el que la OTAN está dotando de armas a los “rebeldes” en un futuro puede servir, de paladín para “justificar y legitimar” el nuevo gobierno impuesto por estas potencias mundiales y además, la extracción, sustracción y robo de los recursos naturales, de esta nación, fundamentalmente el petróleo.

Rusia, ha tomado una actitud bastante prudente al apartarse de los ataques militares; aun siendo parte del Consejo de Seguridad de la ONU, hay que destacar que este conflicto, surge como parte del Efecto Dominó que se dio a partir de las Revueltas en Egipto, con el derrocamiento de ese gobierno; el conflicto es grave pues no únicamente puede tener efectos geopolíticos a nivel regional sino a nivel mundial, repercutiendo en los precios del Petróleo; tal como plantea García Iturbe[3]Estados Unidos y sus aliados confrontan un serio problema en Libia. Mientras más días se extienda la guerra, el precio del petróleo continuará subiendo.  Si como consecuencia de los combates se afectan las refinerías y campos petroleros es seguro que el precio aumentará aún más, lo cual afectará negativamente los planes de recuperación económica de Estados Unidos y muchos países europeos”.
Importante son las declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, las cuales son citadas en una Reflexión del Compañero Fidel[4]: “El Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, en su intervención del pasado 1º de marzo de 2011 ante los Ministros de Relaciones Exteriores reunidos en Ginebra, expresó:
“La conciencia humana rechaza la muerte de personas inocentes en cualquier circunstancia y lugar. Cuba comparte plenamente la preocupación mundial por las pérdidas de vidas de civiles en Libia y desea que su pueblo alcance una solución pacífica y soberana a la guerra civil que allí ocurre, sin ninguna injerencia extranjera, y que garantice la integridad de esa nación.””

Sobre El Salvador, pueden mencionarse la intervención internacional, de la que fue víctima durante el conflicto, tal como menciona Menéndez[5] “En medio de la intensa y prolongada crisis y ante la imposibilidad de una solución política favorable a los intereses de las catorce familias y el imperialismo los acorralados e incapaces altos mandos castrenses solicitaron la intervención genocida de los generales Policarpo Paz García, y Romeo Lucas García, que se internaron en los departamentos salvadoreños de Chalatenango y Santa Ana, para asesinar, al lado de sus homólogos al pueblo organizado y combativo de Agustín Farabundo Martí, que heroicamente resiste la agresión internacional, agresión en la que participan miles de soldados, y numerosos aviones, helicópteros, tanques y blindados de toda naturaleza, procedentes de Estados Unidos e Israel”

“Por otra parte el Farabundo Martí perdió a cinco de sus militantes en combates posteriores, registrados contra los refuerzos enviados al lugar de los hechos desde la cercana base estratégica de Zacatecoluca, dirigida por oficiales de los Estados Unidos”.

Desde otro punto, Mojica[6] considera “La administración de Reagan inició una feroz contraofensiva contra la revolución en el mundo y específicamente contra la revolución nicaragüense y Centroamericana. A nivel de Centroamérica, esta contraofensiva consistió, en primer lugar, en evitar el triunfo de la revolución en El Salvador, apuntalando al gobierno militar y estableciendo un anillo militar contra Nicaragua, a partir de las bases yanquis en Honduras. En segundo lugar, montó un proyecto de guerra de guerrillas contrarrevolucionarias como las utilizadas exitosamente en Afganistán, Mozambique y Etiopía. En tercer lugar, y como un aspecto accesorio al inicio de los años ochenta, Reagan promovió “aperturas democráticas” controladas en Honduras y Guatemala, colocando como ejemplo de democracia a Costa Rica”

Irónico es también que la administración de Reagan haya apoyado de manera abierta el conflicto de “baja intensidad” pues según el MINED[7] la administración de Carter, contrariaba lo anterior, luego de darse cuenta de los abusos del Estado Salvadoreño para con su población “El caso es que varios actores externos estaban implicados en apoyo a una u otra de las partes en conflicto. Destacaba en primer lugar, por su poderío y presencia, Estados Unidos, que consideraba a Centroamérica como una zona de confrontación con la Antigua Unión Soviética. La administración del presidente Jimmy Carter, consciente de los problemas que había ocasionado a Estados Unidos la Revolución Sandinista en Nicaragua, decidió que no pasaría algo igual en El Salvador. A mediados de 1980 la administración de Carter había aprobado una partida de casi seis millones de dólares en ayuda militar para EL Salvador, mientras insistía, por otro lado, en la necesidad de respetar los derechos humanos de la población.

Las elecciones presidenciales de noviembre de 1980 llevaron a la presidencia de Estados Unidos a Ronald Reagan, quien se instaló en la Casa Blanca, en enero de 1981. El nuevo presidente, declarado enemigo de la Unión Soviética, de Cuba y de la Nicaragua Sandinista, alertó sobre los peligros para la seguridad nacional de Estados Unidos que se estaban gestando en El Salvador. Sus asesores y los estrategas del Departamento de Estado o del Pentágono temían que se podría generar el llamado “efecto dominó” es decir después de caer Nicaragua en manos de un gobierno revolucionario de carácter anti norteamericano, caería EL Salvador, y en seguida Guatemala”.

Posteriormente agrega[8] “También pesaba en el análisis de los militares salvadoreños la política norteamericana en defensa de los derechos humanos del presidente estadounidense Jimmy Carter. Carter ya había enviado a sus emisarios para que manifestaran su repudio a la represión desatada por el gobierno del general Romero y trataran de persuadirle para que buscara una negociación con sus enemigos políticos”

De lo anterior puede deducirse que se buscaba el retroceso de la izquierda revolucionaria, sin usar tropas estadounidenses de forma directa, pues el apoyo militar no únicamente consistía en el gasto de un millón de dólares al día, sino también en el entrenamiento militar para militares de alto mando en Fort Bening, Georgia; la ayuda militar se intensificó, conforme el avance del conflicto armado, aunque la estrategia estadounidense por otro lado buscaba la instauración de un gobierno que tuviera legitimidad y que fuera electo de forma legal, pero dicho gobierno seguiría siendo títere de Estados Unidos, en el ´84 se realizan elecciones en las que participan los candidatos José Napoleón Duarte –quien resultó ganador- y el Mayor Roberto D´Abuisson Arrieta, agente de la CIA, y autor del genocidio cometido en contra de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

A finales de los ochentas y posterior a la Ofensiva Final “Hasta el tope y punto” mediante el cual el FMLN pretendía consolidar la revolución se intensifican las negociaciones de paz, siendo una realidad el 16 de Enero de 1992.
La política internacional de hegemonización, y de conquistar el mundo por parte de Estados Unidos, no es nueva, tiene mucho tiempo de estar en vigencia, esta potencia ha usado durante muchas décadas, en su ánimo de hacer un mundo Unipolar, e imponer sus ideales a todo el mundo, importándole poco, la pérdida de vidas humanas, las constantes violaciones a derechos humanos, las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, y la soberanía de los Estados.
Libia y El Salvador, dos realidades tan lejanas, tan distantes, dos contextos económicos, sociales, políticos y religiosos tan diferentes los une hoy por hoy, un elemento común en su consecución histórica: la intervención militar de los Estados Unidos de Norteamérica.

Bibliografía:

·         http://es.wikipedia.org/wiki/El_Salvador
·         García Iturbe, Néstor, El conflicto libio y sus alternativas en: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/03/12/el-conflicto-libio-y-sus-alternativas/
·         Castro Ruz, Fidel; La OTAN, la guerra la mentira y los negocios en:
·         Menéndez Rodríguez, Mario. El Salvador, una auténtica guerra civil, 1984, Editorial Universitaria Centroamericana.
·         Mojica, Orson. La Contraofensiva del Imperialismo, en: ¿Cómo y por qué fue derrotada la Revolución? Notas para un Balance, 2003, Managua.
  • Ministerio de Educación, República de El Salvador; Historia de El Salvador, tomo II, 1994.




[1] http://es.wikipedia.org/wiki/El_Salvador
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Libia
[3] García Iturbe, Néstor, El conflicto libio y sus alternativas en: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/03/12/el-conflicto-libio-y-sus-alternativas/
[4] Castro Ruz, Fidel; La OTAN, la guerra la mentira y los negocios en:
[5] Menéndez Rodríguez, Mario. Atacan los ejércitos regulares de Honduras y Guatemala en: El Salvador, una auténtica guerra civil, 1984, Editorial Universitaria Centroamericana, p. 120.
[6] Mojica, Orson. La Contraofensiva del Imperialismo, en: ¿Cómo y por qué fue derrotada la Revolución? Notas para un Balance, 2003, Managua.
[7] Ministerio de Educación, República de El Salvador; Las juntas Revolucionarias y las reformas en: Historia de El Salvador, tomo II, 1994, p. 247.
[8] Ibíd. 251

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