miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sobre salarios y cuestiones pendientes

Ética y Política
Sobre salarios y cuestiones pendientes
José M. Tojeira








Nuestro Arzobispo, al mismo tiempo que se alegraba de la subida salarial en el Gobierno, invitaba a la empresa privada a revisar también su tabla de salarios. Ciertamente una iniciativa y una invitación no sólo sabia, sino oportuna y necesaria. El informe del PNUD sobre Desarrollo Humano de El Salvador decía hace dos años que ninguno de los salarios básicos se habían ajustado adecuadamente al índice de precios al consumidor. En otras palabras, que a pesar de los ajustes, los salarios mínimos tenían cada vez menor capacidad de compra. También para esas fechas el mismo informe proponía como salario decente urbano la cifra de 458 dólares. Y 372 para el área rural. Y calculaba que sólo el veinte por ciento de la población económicamente activa tenia un trabajo decente.


La crisis, que se nos vino encima poco después de este documento del PNUD, sacudió la situación y añadió más pobreza a nuestro suelo. Aunque probablemente no todos los salvadoreños perdieron dinero. Recientemente se publicaba que las 74 personas más ricas de Estados Unidos siguieron ganando más dinero a pesar y en medio de la crisis. Según la noticia, el ingreso de estos 74 fue equivalente al salario de los 19 millones de personas de menor ingreso de los Estados Unidos. Pasar hambre mientras otros se inflan con sus ganancias no es raro en el panorama de la crisis. Mientras esto pasa en el mundo y en nuestro país, nuestros diputados (o una parte de ellos al menos) se dan el lujo de eliminar los controles patrimoniales a aquellos que en El Salvador tienen un ingreso superior a los 75.000 dólares anuales. La excusa de que podría filtrarse la información y multiplicarse los secuestros no es más que una invención de la cabeza caliente de algunos diputados. Hace no muchos años la UCA publicó en la revista ECA una lista de los millonarios de El Salvador y las inversiones y acciones que los mismos tenían en diferentes empresas. Dos prominentes empresarios llegaron a la Universidad a decir que ésta había publicado una lista de secuestrables. Sin embargo en los años siguientes a la publicación no hubo ni un secuestro de la lista de millonarios publicada. Y ciertamente el acceso a la ECA era mucho más fácil que el acceso a los registros de Hacienda.

Con fecha de Julio de 2007 ha aparecido un informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas) sobre el costo del hambre en El Salvador. En él se habla de más de mil millones de dólares perdidos a causa de problemas en salud, educación y productividad causados por la privación y carencia alimentaria. Sólo en muertes asociadas a la desnutrición entre 2000 y 2004 se menciona a más de seis mil niños menores de cinco años. Y el hambre, es muy claro, depende en buena parte de la ausencia de un ingreso salarial decente. En ese mismo año 2004 teníamos aproximadamente en el país 97.000 niños menores de cinco años con problemas de desnutrición. Aunque no a todos se les atienda, es evidente que los costos de esos niños los estamos pagando y los está pagando el país. Entre 1940 y 1989 murieron a consecuencia de la desnutrición 289 000 personas aproximadamente. Eso significó para El Salvador la pérdida de 404 millones de horas de trabajo.
Pero ojos que no ven, corazón que no siente. Y los informes, por buenos que sean, se pueden guardar fácilmente en las estanterías. En tiempos de la reforma agraria los campesinos latinoamericanos solían decir que a los latifundistas el mugido de las vacas no les dejaba oír el gemido de los pobres. Hoy es la superficialidad y el individualismo, unidos a la oferta permanente de un consumo tan excesivo como poco informado, el que nos impide ver que sigue habiendo hambre en el país. Y no faltan los economistas y los empresarios que cada vez que se hace algo por los pobres lo critican sin ofrecer alternativas viables y convincentes. Representantes de ANEP protestando por la inclusión de las trabajadoras del hogar en el Seguro Social, economistas diciendo que las subidas salariales en el Gobierno van a ser contraproducentes, “opinólogos” insistiendo en que transferencias que los pobres agradecen, como la entrega de uniformes, no sirven para nada.


En el 2008 el informe mencionado del PNUD proponía un “Pacto Nacional de Empleo y Cohesión Social, basado en el enfoque de desarrollo humano”. Aunque en ese pacto no tenga que contemplarse únicamente el tema del salario decente, es evidente que el mismo es un elemento básico. El Pacto mencionado tiene elementos valiosos, que hasta hoy duermen en el olvido. La amnesia del liderazgo económico del país es con frecuencia correlativa a la amnesia de los políticos en torno a los crímenes del pasado. Las agencias de las Naciones Unidas que piden la elaboración de proyectos nacionales de realización común, que tengan prioritariamente en cuenta los dolores y carencias de la población, tienen normalmente la misma respuesta que las que piden la anulación de la ley de amnistía, que cubrió de silencio insultante el dolor de los pobres. Los temas pendientes en nuestro país, reparación a las víctimas, hambre y salario decente incluidos, son demasiados. Despertar del letargo y comenzar a pensar en el país de una manera diferente es indispensable. Lo están haciendo ya muchos de nuestros jóvenes generosos, comprometidos con la cercanía, la asistencia y el apoyo concreto a programas de desarrollo. Pero nos falta pensar juntos proyectos nacionales de realización común y solidaria, con generosidad y claridad, que nos lleven con eficacia hacia el desarrollo humano en el término de una generación. La incapacidad de pensar en salarios decentes es un síntoma demasiado peligroso de la lentitud con la que caminamos hacia el bien común.
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"Cuando la situación histórica se define en términos de injusticia y opresión, no hay amor cristiano sin lucha por la justicia" (I. Ellacuría, 1977)

16 de noviembre de 2010, XXI aniversario de los mártires de la UCA

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