viernes, 29 de octubre de 2010

El gran desafío

Editorial YSUCA

El gran desafío


Un reciente reportaje de la Prensa Gráfica mencionaba algunos de los pasos que se están dando para trasladar al Ministerio de Educación la dirección de todos los centros de atención a la infancia. Pues el ISNA, en cuanto tal, dejará de ejercer esa función. Lo cierto es que a partir del primero de enero entra en vigor la Ley de Protección Integral de la Niñez y de la Adolescencia y que urge desarrollar toda la institucionalidad nueva que deberá irse imponiendo para entender que los niños no son objeto de apoyo o de beneficiencia cuando están desprotegidos, sino que son siempre sujetos de derechos.


Hasta ahora la política de la niñez ha sido totalmente insuficiente. El hecho de que casi el veinte por ciento de nuestros niños pasen hambre es un dato demasiado claro que lo demuestra paladinamente. Realidad que se agrava cuando vemos que en los hogares más pobres, que representan una quinta parte de la población salvadoreña, un cuarenta por ciento de los niños sufren de privación alimentaria. Con el agravante de que entre cero y cinco años de edad la atención estatal a los niños es mínima. Reduciéndose en algunos lugares sólo a la entrega de suplementos vitamínicos.


Todos sabemos y repetimos que la falta de alimentación adecuada en los primeros años del niño o la niña pueden crear graves daños, en muchos aspectos irreversibles, para la salud física y mental del futuro adulto. Reducen generalmente su capacidad intelectual y los vuelven menos eficaces para el estudio si están desnutridos cuando van a la escuela. Sabiendo que lo más valioso de El Salvador es su gente, deberíamos en la práctica ver en el hambre de los niños un acto de traición a la patria. Una responsabilidad colectiva de todos y todas, imprescindible para la cohesión social, para el sano desarrollo de la vida comunitaria, y para el adecuado crecimiento de la democracia. Porque si la democracia se basa en la aceptación de que todos tenemos la misma dignidad, no puede ser compatible con el hambre de los niños.


Todos sabemos que El Salvador tiene grandes desafíos. Pero centrarnos en la salud, desarrollo integral y respeto a los derechos de los niños debe ser uno de los desafíos que nos unan a todos y todas en el país. Los niños no tienen color político ni pueden ser manipulados en una u otra dirección. Y menos aún los niños entre cero y cinco años, tan desprotegidos y tan dependientes de los adultos. Si no somos capaces de superar unidos el problema del hambre infantil y el cumplimiento de los derechos de los niños, difícilmente podremos ponernos de acuerdo para otras tareas. O incluso si nos pusiéramos de acuerdo para otros temas y olvidáramos a los niños, habría una especie de vulnerabilidad básica en cualquier tipo de acuerdo. Porque no se pueden ver como serios acuerdos que se presenten como importantes si simultáneamente se están olvidando temas más fundamentales y básicos. El hambre no es una enfermedad sino una injusticia. Y el hambre de los niños, si es masiva, es una injusticia radical que deslegitima cualquier tipo de institucionalidad o aparentes acuerdos.


Desde esta casa de Radio felicitamos a la Prensa Gráfica por preocuparse del tema de la LEPINA, que es el nombre que por sus siglas se le da a la Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia, y animamos a todos los medios de comunicación del país a interesarse en este tema que, con mucha más razón que otros, debería unirnos a todos. La nueva institucionalidad que nace con esta ley está diseñada para atender a lo más tierno del presente y lo más básico de nuestro futuro: Los niños y niñas. Ha sido aprobada por unanimidad en la Asamblea Legislativa. Ahora se trata de que todos apoyemos su rápida implementación para poder, sin dilaciones, construir el futuro de El Salvador sobre verdaderas bases de justicia y paz.
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"Cuando la situación histórica se define en términos de injusticia y opresión, no hay amor cristiano sin lucha por la justicia" (I. Ellacuría, 1977)

16 de noviembre de 2010, XXI aniversario de los mártires de la UCA

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