Por Pablo Xicol
Para la construcción de una
cultura de paz, en un país latinoamericano como lo es Guatemala, que viene una
serie de constante pugna interna, al igual que el resto de países, tanto
centroamericanos, como latinoamericanos; es un tema bastante complejo de abordar,
en general no se puede introducir en el tema sin antes tener claros los
conceptos; se entiende que la democracia es un sistema que permite organizar un
conjunto de individuos, en el cual el poder no radica en una sola persona sino
que se distribuye entre todos los ciudadanos. Por lo tanto, las decisiones se
toman según la opinión de la mayoría.
También se entiende como
democracia al conjunto de reglas que determinan la conducta para una
convivencia ordenada política y socialmente. Se podría decir que se trata de un
estilo de vida cuyas bases se encuentran en el respeto a la dignidad humana, a
la libertad y a los derechos de todos y cada uno de los miembros.
Si bien la democracia es un
derecho, como una manifestación de la libertad del individuo, la libertad es un
concepto abstracto de difícil definición; en principio, está vinculada a la
facultad que posee todo ser vivo para llevar a cabo una acción de acuerdo a su
propia voluntad.
A lo largo del tiempo, la
libertad comenzó a unirse a otras facultades o virtudes, como la justicia y la
igualdad. Este cambio social fue acompañado por el desarrollo de nuevas formas
de organización de la sociedad y el surgimiento de regímenes políticos hasta
entonces inéditos.
Un ser libre no está atado a la
voluntad de otros de forma coercitiva. La libertad garantiza el respeto por la
voluntad individual e implica que cada uno debe hacerse responsable de sus
actos. Se conoce como libertinaje a la libertad absoluta, lo cual lleva
inevitablemente al descontrol social.
Esto deja en evidencia una
cuestión muy particular: no existe la libertad absoluta. Al respecto, existen
diversas posturas, pero ninguna que asegure la posibilidad de mantener vigentes
los principios morales, y la dificultad de mantener una postura cuando se rompen
cada una de las etapas de la libertad, hasta caer al libertinaje.
Es difícil entonces concebir la
idea que la cultura de paz, va de la mano con la democracia, y para abordar
este tema hay valores importantes como la tolerancia y la condescendencia; la
primera no es más que el respeto por los pensamientos y las acciones de
terceros cuando resultan opuestos o distintos a los propios.
El concepto se origina en el
latín tolerare (“soportar”) y hace
referencia al nivel de admisión o aprobación frente a aquello que es contrario
a nuestra moral. Se trata, en otras palabras, de la actitud que adoptamos cuando nos encontramos con algo que
resulta distinto a nuestros valores.
Ahora bien nos referimos a la
condescendencia; Se trata de un concepto cuyos límites son difusos y su
definición, poco precisa. Ser condescendiente no es lo mismo que permitir
cualquier cosa, incluso aquello que hace daño o vulnera los derechos de otro.
Tener la capacidad de adaptarse a la voluntad de otra persona y mostrar
flexibilidad no debe convertirse en conformismo o falta de responsabilidad.
La condescendencia, por lo
tanto, no debe avalar la ineficiencia o la incapacidad. Es importante que cada
individuo exija aquello que le corresponde y que reclame o se manifieste cuando
no se cumpla con eso.
Es posible entender a la
condescendencia como el acto de descender a un estado de menor, renunciando a
privilegios de rango o jerarquía. En este caso, la condescendencia implica
otorgar honores a alguien de menor posición o categoría.
Entonces en un caso concreto,
la sociedad guatemalteca, que es lo que impera en primera instancia, ¿La Paz?;
¿La Democracia?, o tal vez valores morales; como la tolerancia y la
condescendencia. Aquí es donde se parte del análisis de la sociedad como un
actor influyente en la creación de la cultura de paz y democracia, no se puede
concebir una sociedad pacifica, por así decirlo, o con una democracia de
primera, cuando sus ciudadanos, los actores de esas condiciones no están de
acuerdo o no son acordes con sus actos.
Entonces se puede decir que
psicológicamente, no están preparados para esa cultura de paz y democracia
participativa, ya que psicológicamente para que exista un valor; es necesario
tener en cuenta que surge y existe sólo en la interacción sujeto-objeto, pues
el valor objetivo debe su aparición a la presencia de un sujeto (individual o
colectivo) que se orienta hacia él y a su vez el valor subjetivo surge en
virtud del reflejo del objeto externo (o sea, del valor objetivo). Sólo si el
objeto (natural o social) satisface necesidades del sujeto se convierte en
valor. Sólo si el sujeto refleja al objeto que le satisface y se orienta
afectiva y motivacionalmente hacia él, convierte a ese objeto en un valor. Así
el valor objetivo y el subjetivo se engendran recíprocamente en la interacción
sujeto-objeto.
Esta relación de valores lo
determina el sujeto, que son los ciudadanos y el objeto que son los valores, un
ejemplo de ello, es un caso muy famoso en Guatemala, si hubo o no hubo
genocidio en Guatemala, las respuestas son muy diversas por una simple razón;
la mayoría de la población psicológicamente es apática a situaciones que no le
sean pertinentes o no les influya directamente, por lo que todos pueden emitir
su opinión en base a una escala de valores, pero en realidad no saben ni
siquiera que significa la palabra genocidio; pueden decir que si, por el
sentimiento de la perdida de manera cobarde de sus familiares y amigos, o bien
pueden decir que no, por el simple hecho que atenta contra las jerarquías ya
impuestas en Guatemala, entonces para una cultura de paz; qué hace falta en
este ejemplo; hace falta la tolerancia, aunque muy trillado decir que la
tolerancia es la base, es una proposición que emito como autor, ya que ninguno
de los dos bandos que hay en Guatemala, los que están a favor ni los que están
en contra, terminaran su postura hasta ver acabado al otro, entonces entra aquí
el valor de la tolerancia en la medida que se respete la opinión del otro y se
pueda con ello una sana convivencia de los ciudadanos social y políticamente.
La complejidad del asunto es el
termino justicia, recordemos que la justicia es imparcial, la justicia es
ciega. Por ello en el juicio de cualquiera de los bandos, la justicia debe de
ser imparcial, llevar a cabo el debido proceso, y en este caso respetar las
garantías del defendido. El querer hacer “justicia” aprovechándose de su
jerarquía en la sociedad, es violar la constitución política de la república de
Guatemala así como atentar contra el Estado de derecho.
Por lo que,
la construcción de la paz en Guatemala, y con ello la construcción de una
democracia participativa, se basa en la tolerancia, acompañada de otros
valores, como el respeto, la comprensión, y la reconciliación, esta última
importante ya que no basta con respetar el ideal del otro compañero, o bien ser
condescendiente por no crear un conflicto, no; Guatemala podrá superar ese
rencor y ese dolor interno, cuando puedan reconciliarse las partes, suena algo
romántico, pero es algo verídico, la justicia en Guatemala se basa en el
perdón.
No es la
primera vez que el Estado, Gobierno, pide perdón por errores cometidos en el
pasado, tampoco es la primera vez que los ciudadanos se organizan para pedir
mejoras en su calidad de vida. A lo que me refiero es que la capacidad de reconciliación
será en la medida que ambas partes reconozcan la culpabilidad de sus actos, por
supuesto sometiéndose al debido proceso legal; está el ejercito con atentados
contra la humanidad por la cantidad de muertes en la época, también está la
guerrilla, quien atento también tanto contra el ejército como con los civiles
que estaba alrededor.
La conclusión es que de los
hechos que afectan a Guatemala psicológicamente, se encuentran: históricamente;
el coloniaje que deja al indio en posiciones de esclavo, como raza un ser
inferior que solo sirve para darle riqueza a los que detentan el poder,
generalmente extranjeros; segundo el conflicto por las tierras y dinero, la
capacidad económica y despojar a sus dueños, generalmente indígenas de sus
tierras, luego el conflicto armado, y por último la apatía y la desunión como
país a causa de factores antes mencionados.
En conclusión el desarrollo de
Guatemala desde varios puntos de vista se encuentra en que los guatemaltecos
podamos conciliarnos con nuestros compatriotas con la finalidad de enriquecer
la sociedad, fomentar la paz, buscar la democracia. Y crear en Guatemala esa
cultura de paz y bienestar que tanto se ha buscado pero poco se ha encontrado,
solo los valores morales le devolverán la paz y la democracia a nuestro país y
hasta que ese punto de reconciliación no se pueda dar, podremos seguir viviendo
en una cultura con otros valores como la tolerancia y la condescendencia para
sobrellevar nuestro diario vivir.
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