Por Juan
Gaudenzi
El demócrata Jimmy Carter (presidente de
Estados Unidos entre 1977 y 1981) fue una pieza clave para terminar con la
dictadura somocista tras casi 40 años en el poder en Nicaragua.
Primero suspendió la ayuda militar al último de
la sangrienta dinastía, Anastasio Somoza Debayle (“Tachito”). Después, cuando
fracasaron sus intentos para detener la marea insurgente del Frente Sandinista
de Liberación Nacional (FSLN) mediante la intervención de una fuerza
interamericana de paz, convenció al dictador para que renunciara, en 1979.
Treinta y siete años más tarde otra demócrata
estadounidense, la aspirante a la Presidencia Hillary Clinton, cuenta entre sus
colaboradores con una joven llamada Anastasia Somoza ¿Coincidencia? En absoluto.
Se trata de la sobrina nieta del feroz ex mandatario nicaragüense, ajusticiado
por un comando guerrillero argentino en Paraguay, su país de exilio, el 17 de
setiembre de 1980.
Anastasia es hija de Gerardo Somoza Urcuyo, uno
de los siete hijos de Luis Somoza Debayle, hermano mayor de Anastasio.
Después del asesinato de Anastasio Somoza García
(a) “Tacho” – en la cumbre del poder político y militar durante 16 años gracias
al apoyo estadounidense – el 21 de septiembre de 1956, a manos del poeta Rigoberto
López Pérez, lo sucedió Luis Somoza Debayle, abuelo de Anastasia y uno de los
hombres más ricos del continente, quien gobernó con puño de hierro hasta 1963.
Al asumir el cargo el Cardenal de Nueva York,
Francis Joseph Spellman, le envió un mensaje diciéndole: "Estoy seguro que
su padre hubiera estado muy complacido de saber que usted será su
sucesor".
Entre la gestión de Luis y la de su hermano
“Tachito” gobernaron dos incondicionales de la familia Somoza: René Schick
Gutiérrez, probablemente asesinado en agosto de 1966, y Lorenzo Guerrero
Gutiérrez, responsable de la represión de una manifestación opositora al
somocismo, con un saldo de entre mil y mil quinientos muertos.
Luis Somoza Debayle murió el 13 de abril de 1967
por un ataque al corazón, siendo sepultado en la cripta de los oficiales de la
Guardia Nacional al lado de los restos de su padre en el Cementerio General (u
Occidental) de la capital Managua.
La estrecha relación de los Somoza con el poder
estadounidense es de larga data. Como el muro fronterizo con el que actualmente
Donald Trump amenaza a México, pretendiendo que sea este país quien lo pague, a
principios de los años 30´s Washington retiró a los marines con los que había
intervenido en los enfrentamientos internos de Nicaragua y los reemplazo por
una Guardia Nacional que ese país debía sufragar. Para ello el entonces
presidente Juan Bautista Sacasa tuvo que desviar fondos destinados a la educación
pública. Anastasio Somoza García quedó al frente de la nueva fuerza armada y
por medio de ella logró lo que las tropas estadounidenses no habían podido
conseguir: el asesinato del patriota y líder de la resistencia contra el
invasor: Augusto Cesar Sandino. El comando de la Guardia Nacional también le
permitió a Somoza derrocar a Sacasa y desde la Presidencia convertirse en el
principal aliado del demócrata Franklin D. Roosevelt en la región.
Todos o casi todos los miembros de la
familia-mafia somocista estudiaron en Estados Unidos y algunos de ellos pasaron
por la Academia Militar de La Salle en Oakdale (Nueva York) y West Point.
“Tacho” hablaba mejor el inglés que el español. En su libro “Los Somoza; una
estirpe sangrienta”, Pedro Joaquín Chamorro, propietario y director del
periódico “La Prensa”, asesinado por órdenes de Anastasio Somoza Debayle el 10
de enero de 1978, relata como las torturas que sufrió durante sus
encarcelamientos e interrogatorios fueron lecciones bien aprendidas por la
Guardia Nacional de sus asesores estadounidenses.
Los nexos políticos, económicos, militares y
criminales entre Managua, Washington y Nueva York impiden considerar casual que
el presidente Bill Clinton haya elegido el aula a la que asistía la entonces
niña Anastasia para escuchar de ella un dificultoso pedido de ayuda para que su
hermana menor (igualmente discapacitada) también pudiese estudiar.
Desde entonces la carrera de Anastasia fue en
continuo ascenso hasta terminar, hace algunos días, compartiendo el podio con
Hillary Clinton en el cierre de la Convención Demócrata.
Estas son sólo algunas de sus actividades y
logros dentro de un extenso curriculum:
Apoyó la postulación de Hillary para el Senado y
su campaña presidencial del 2008.
Entre abril del 2008 y septiembre del 2012 se
desempeñó como tutora bilingüe en alfabetización, matemáticas y comunicación no
verbal para jóvenes y adultos con y sin discapacidad.
En el 2010 se incorporó como voluntaria a
la Fundación de William J. Clinton y desde allí respondió los correos
electrónicos recibidos después del terremoto en Haití, además de encargarse de tareas
administrativas adicionales.
En el 2013 y 2014 trabajó en la promoción y
recaudación de fondos para la Iniciativa Global Clinton destinada a la
Educación para Padres y Centro de Recursos para niños con discapacidades en
China.
En el 2015 participó como panelista en un
congreso del Education Center Training, en Beijing, con una ponencia sobre la
discapacidad de una mujer con parálisis cerebral.
Con su historia familiar y su incapacidad a
cuestas Anastasia ha logrado transitar exitosamente por el mundo de la
política, las ONG’s, la academia, etc. Ella no es responsable ni de la
monstruosidad de sus antepasados ni de su enfermedad. Está claro que ha luchado
frontalmente contra esta al punto que en lugar de un obstáculo parece ser un
estímulo para superarse a sí misma y ayudar a otros. El interrogante consiste
es saber cómo puede lidiar con su nombre y con unos padres que la bautizaron
así en homenaje a uno de los seres más siniestros de la historia.
Puede especularse con que, dada su incapacidad,
Anastasia ignora todo sobre sus ancestros o que, como los padres adoptivos de
los hijos de asesinados o desaparecidos por la dictadura militar argentina, los
suyos optaron por el silencio o la mentira. Pero, ¿y los Clinton? Ellos conocen
perfectamente sus orígenes ¿Qué los motivó entonces a ayudar y promover a
Anastasia? En la más ingenua de las hipótesis: el mismo razonamiento de que los
hijos o nietos no tienen por qué pagar las consecuencias de la maldad de los
mayores.
Quienes piensan que los sentimientos tienen poco
que ver con la política consideran otra posibilidad mucho menos inocente.
Cuando en 1984 la enmienda Boland en el Congreso estadounidense acabó con la
ayuda a los contrarrevolucionarios nicaragüenses (“la contra”) algunos de los
funcionarios más cercanos al presidente Ronald Reagan organizaron una compleja
red de financiamiento y abastecimiento ilegal con dos fuentes principales de
alimentación: el dinero generado por la introducción masiva de drogas en
Estados Unidos y el proveniente de la venta de armas a Irán (por entonces
en guerra con Irak).
Para el primer propósito el aeropuerto de Mena,
en Arkansas, pasó a tener una importancia estratégica. ¿Y quién era el entonces
gobernador de Arkansas? Bill Clinton, sospechoso de hacer la vista gorda al
desembarque de toneladas de narcóticos procedentes de Colombia y México y el
embarque de armas y pertrechos para la contra. A cambio de esto Clinton habría
recibido fuertes sumas de dinero para el financiamiento de su campaña
presidencial por parte de los principales dirigentes somocistas ansiosos por
recuperar el poder. La cadena de favores mutuos bien podría haber incluido la
ayuda a las hijas discapacitadas de Gerardo Somoza Urcuyo
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