Cindy López S.
Para
llegar a las comunidades de Santa Clara, Los encuentros Amachel o Centro
Amachel -entre otras-, ubicadas al norte del municipio de Chajul, del
departamento de Quiché, en Guatemala, hay que recorrer alrededor de 20 kilómetros
desde la aldea Xaxmoxán, Chajul, por un camino de tierra, que más bien es una
trocha que se encuentra en pésimas condiciones, lo que hace imposible
transitarla en cualquier vehículo, por lo que se necesita uno de doble
tracción, con un motor potente, incluso se deben usar cadenas en las llantas
para poder avanzar por el lodo y las piedras del camino. Para andar esos 20
kilómetros se necesitan entre 4 y 5 horas.
Me
consta, yo fui testigo del deplorable estado en que se encuentra esa carretera
-aunque resulta irónico llamarla así-. Salimos de Xaxmoxán alrededor de las 4:00
de la tarde y llegamos a Santa Clara a las 9:00 de la noche. El vehículo en el
que íbamos -uno de doble tracción- no pudo pasar, tuvimos que dejarlo parqueado
en una de las casas cercanas y seguir el camino en el pick up que usualmente
hace los traslados en el área. Viajamos en la parte trasera del vehículo -en la
palangana-, debiendo bajarnos del mismo en varias ocasiones e ir a pie por lo
peligrosos que resultaban algunos tramos del camino. La lluvia comenzó a caer e
hizo el traslado aún más difícil. O quizás deba decir: nos permitió
experimentar más a cabalidad lo que a los pobladores de estas comunidades les
toca vivir para movilizarse.
Mi
viaje a Santa Clara se enmarcó en un voluntariado para dar clases a los
estudiantes del Instituto Nacional Básico por Telesecundaria -INEBT- y en una
investigación académica. Es decir, yo sería una extraña de paso que, aunque
tratara de insertarme en la cotidianidad de la comunidad -empezando por la
vivencia en la carretera-, sabía que luego de algunos días regresaría a mi
“normalidad”. Pero no quería quedarme en ser solamente una “extraña de paso”.
Yo quiero contribuir al esfuerzo y la lucha que desde hace varios años estas
comunidades llevan a cabo para exigirle al Estado el cumplimiento de sus
derechos fundamentales, de los cuales la mayoría -por no decir todos- está
desatendida o precariamente atendida.
Es
por ello que a través de este escrito me uno a la denuncia que la semana pasada
hicieran los representantes del órgano del Consejo Comunitario de la
microrregión 6 del municipio de Chajul, Quiché a través de una conferencia de
prensa en la que exigieron al Estado cumplir con una de sus responsabilidades:
la construcción de la carretera que conecta entre los municipios de Ixcán y
Chajul, del aquel departamento.
De
acuerdo a los datos brindados en la conferencia de prensa, desde hace 13 años
se está construyendo esta carretera y a la fecha aún no está finalizada, pero curiosamente,
la misma sí se ha “inaugurado” en cuatro ocasiones, casi seguro previo al
período de elecciones. Sí, así como se lee: una carretera no construida pero
que ha sido inaugurada varias veces. Pareciera una historia de Macondo, de Les
lutieres o de la Dimensión desconocida, pero no es así. Esto sucede hoy en día en
Guatemala. Y esta “incoherencia” se vuelve más dramática aun cuando nos enteramos
que el tipo de carretera que las comunidades están exigiendo es una carretera
de tierra, balastrada, no de asfalto.
Al
parecer no está claro el por qué este proyecto de carretera nunca se concluyó. Según
los líderes comunitarios, la información que a duras penas les han
proporcionado las instituciones estatales a las que se han abocado, es que a la
empresa constructora no se le ha pagado el trabajo, pero el Gobierno ya se
gastó los fondos -de nuevo remeda a Macondo-. Dicho sea de paso, un dato
fundamental proporcionado en la conferencia de prensa y que no se puede dejar
de mencionar, es que la empresa constructora pertenece a un diputado de dudosa
reputación del Congreso de la República. Quizás esa sea la razón que lo explica
todo.
Curiosamente
el tramo de la carretera que está en buenas condiciones finaliza justo en la
finca La Perla, en donde se ubica la hidroeléctrica Xacbal, la cual es una
empresa privada. Esto me hace pensar en la coyuntura actual relacionada con el
estado de las carreteras en el país -un problema histórico como muchos otros- y
en el Encuentro Nacional de Empresarios (ENADE) 2017, recientemente realizado, con
la temática: “infraestructura para el desarrollo”. ¿Desarrollo para quién?
habría que especificar. Porque para citar uno de muchos ejemplos, esta
hidroeléctrica privada no parece haber traído desarrollo a las comunidades del lugar,
a pesar de ser la segunda más grande después de
Chixoy (Reynolds, 2007)[1].
Estamos
en un momento en que todos los ojos están puestos en la mala situación de las
principales vías de comunicación por las que se transportan los productos de
las grandes empresas, y en el que se escuchan propuestas como “privatizar la
construcción, administración y mantenimiento de las carreteras”, los medios de
comunicación se llenan de campos pagados manifestando la preocupación del
sector empresarial porque el Estado no les mantiene las carreteras en óptimas
condiciones e incluso indignados exigen la renuncia de funcionarios públicos. Como
si el problema se tratara de personas, que dicho sea de paso muy funcionales
les han sido en ocasiones, y no de un sistema puesto en marcha por esos mismos
empresarios que no pagan impuestos, que continuamente están buscando la forma
de evadirlos, que cada año entran en grandes discusiones por el aumento de
apenas Q100.00 o Q200.00 en el salario mínimo -alrededor de USD30.00-, el cual es
uno de los más bajos de América Latina y que finalmente no todos pagan,
especialmente los cañeros, que son los que bastante uso hacen de las
carreteras, pero que además sobreexplotan a los y las trabajadoras y se
ingenian estrategias para no pagarles lo equivalente a lo trabajado, en otras
palabras: les roban[2].
Lo
que todo esto evidencia es la existencia de un Estado al servicio de la empresa
privada, que solamente se ocupa de resolver y atender las necesidades de este
sector que le “representa ganancias al país” -la reciente participación del
Presidente de la República en el Encuentro empresarial lo confirma-, y
desatiende a miles de guatemaltecas y guatemaltecos que “no le generan beneficios”.
Pero ese desinterés no es casual, la desatención de las grandes masas de
pobres, en especial de las poblaciones indígenas del área rural del país, tiene
entre otros objetivos de trasfondo: generar mano de obra barata. Y en el caso
que nos ocupa muy seguramente una suerte de venganza histórica, porque algunas de
las comunidades que reclaman la construcción de la carretera son parte de las
Comunidades de Población en Resistencia -CPR- de la Sierra, quienes durante los
años más difíciles del Conflicto Armado Interno -CAI-, se refugiaron en las
zonas montañosas cercanas a sus comunidades para sobrevivir a los ataques y la
persecución de las que fueron víctimas por parte del Estado. Pero también para resistir,
se organizaron para, en la medida que las condiciones se los permitían, atender
de forma equitativa las necesidades de sus comunidades, llegando a alcanzar un
modelo de desarrollo basado en la democracia de base (un verdadero germen de
socialismo).
Así
como fui testigo del pésimo estado de la carretera, uno de los principales
obstáculos para el desarrollo, según lo manifiestan los pobladores del área, también
fui testigo de la lucha y esfuerzos que estas comunidades realizan para mejorar
su situación de precariedad, específicamente el caso de Santa Clara, la cual a
pesar de encontrarse prácticamente incomunicada cuenta con el INEBT, al cual el
Ministerio de Educación solamente ha asignado un profesor, quien no se presenta
a sus labores como corresponde. Además tienen un hospitalillo atendido por un
médico español que los visita de forma voluntaria cada seis meses, una clínica
a cargo de un enfermero de la comunidad. Ante la falta de servicio de energía
eléctrica y de agua potable, gestionaron paneles solares para el hospital y el
laboratorio de computación del Instituto; y depósitos para la recolección de
agua de lluvia.
A
pesar de que la infraestructura antes descrita pueda parecer muy poca para
hablar de un desarrollo humano digno e integral, es necesario reconocer que
todo ello es un logro de Santa Clara, gestionado a partir de la organización
comunitaria con apoyo de donaciones nacionales e internacionales. El Estado prácticamente no
existe en Santa Clara y no cumple con su obligación de garantizarles a todos
los y las guatemaltecas por igual el desarrollo integral de la persona, entre
otras cosas, según lo mandata la Constitución Política de la República.
El Estado solamente se hizo presente en Santa Clara a través de su
aparato represivo, el Ejército, cuando los reprimió, los persiguió y los mató,
entonces sí fue eficiente para llevar a cabo sus objetivos, sí fue capaz de
cumplir con sus “tareas”, no tuvo que recurrir a la privatización, como
pareciera que quiere plantearse ahora como única solución al tema de la red de
carreteras, y a muchos otros problemas histórico-estructurales no resueltos por
el Estado. ¿Por qué ahora no es igual de eficiente para atender todas las
necesidades de esa población? ¿En dónde está el alcalde o los diputados que los
representan? ¿Cuántas veces al mes o al año se reúne con ellos para conocer sus
necesidades, proponer soluciones y llevarlas a cabo? ¿Solamente una vez cada
cuatro años, previo a las elecciones? En efecto, así es; y los pobladores de
esta área lo tienen muy claro, saben que los políticos solamente se acercan a
sus comunidades para la época de la campaña electoral, ofreciéndoles regalos a
cambio de votos. La carretera en construcción de nunca acabar, es una prueba de
ello.
[1] Con una capacidad de 94 megavatios, la hidroeléctrica Xacbal en
San Gaspar Chajul, Quiché, será la mayor
hidroeléctrica que se construirá en los últimos 20 años, después
de Chixoy. Sin embargo, los pobladores de
las aldeas chajulenses cercanas a la hidroeléctrica, cuyo inicio
de operaciones está previsto para 2010, señalan
que el proyecto fue autorizado sin un proceso de consulta adecuado.
[…] el municipio de Chajul, donde se
desarrolla la hidroeléctrica Xacbal, se caracteriza por sus
condiciones de extrema pobreza. Una de los problemas que viven es la falta de
luz eléctrica. Actualmente, la subestación eléctrica más cercana al área Ixil
se encuentra en el municipio de Sacapulas, y debido a la distancia
-unos 50 km de carretera-, el servicio es
caro, de baja calidad y no llega más allá de la cabecera
municipal, Chajul. Por lo tanto, la Mesa Regional Ixil, la cual aglutina a 36
organizaciones sociales de Nebaj, Chajul y Cotzal, […] considera una ironía que
la
electricidad producida por Hidro Xacbal sea para abastecer a la
subestación La Esperanza, localizada en
Quetzaltenango. Francisco Velasco Marroquín, de la Mesa Regional
Ixil, dijo a Inforpress: «Se necesita ese
servicio. Pero lo contradictorio es que se lo quieren llevar a
otro lugar». El sacerdote Nicolás Gómez, de la
aldea Chel, ha propuesto la creación de una subestación eléctrica
en Chajul que pueda proporcionar un
servicio de calidad y a un precio asequible para todo el área
Ixil. Bajo esta propuesta, la electricidad sería
distribuida por una cooperativa creada por la comunidad. Sin
embargo, Hidro Xacbal ha rechazado la propuesta argumentando que esto
representaría un costo demasiado elevado para la empresa. Ver: Reynolds, L.
(2007). Construcción de hidroeléctrica
Xacbal genera descontento en población Ixil. Recuperado de:
http://www.albedrio.org/htm/articulos/l/lr-028.htm
[2] Ver: Colussi, M. (2016). Entrevista a dos trabajadores cañeros
revolucionarios en la Costa Sur de Guatemala: “Hay temor, pero debemos volver a
trabajar para organizarnos”. Recuperado de:
http://www.albedrio.org/htm/entrevistas/albedrio-045.html
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