Marcelo Colussi
Guatemala
vive en estos momentos una crisis palaciega. ¡Qué bueno si esto fuera el
preámbulo de un cambio real en la situación política, económica y social de las
grandes mayorías! Pero todo indica que va a ser difícil que haya algo de eso.
¿Es
sano luchar contra la corrupción? Sin dudas: sí. Pero ¿para qué esa lucha? En
Guatemala: ¿qué significa eso en estos momentos? En realidad, ¿quién hace esa
lucha?
Sabemos
que hace un par de años esa consigna fue lo que movilizó a una buena cantidad
de población. La consecuencia de ello fue
la salida del poder del entonces binomio presidencial Pérez Molina/Baldetti. Y
en su reemplazo, un “raro” proceso electoral donde, contrariando pronósticos,
se impuso una figura mediática utilizada como comodín: el comediante Jimmy
Morales. Si bien nunca quedó claro con documentos que lo atestiguaran en forma
explícita, todo indicó que se trató de una movida de la geoestrategia de
Washington para “limpiar” el Triángulo Norte de Centroamérica (en Honduras pasó
algo similar) de mafias políticas, abriendo una iniciativa de reconquista
conocida como “Plan Alianza para la Prosperidad”, supuesto proyecto para
transparentar las corruptas instituciones del Estado (que significa, en
realidad, asegurar férreamente su Frontera Sur).
La
prosperidad nunca llegó… ¡ni va a llegar! El agente clave en esta “lucha
frontal contra la corrupción” fue la Comisión Internacional Contra la Impunidad
–CICIG-, de la ONU, liderada por el colombiano Iván Velásquez, y financiada por
Estados Unidos y la Unión Europea.
Esta
Comisión cumplió con su mandato y encontró interminables casos de corrupción en
las esferas del Estado. Pero de los grandes factores de poder económico
(nucleados en el CACIF -Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas,
Comerciales, Industriales y Financieras-), de lo que en su momento se llamó la
“Línea 2”, es decir: los empresarios que se beneficiaron impunemente de la
corrupción de la Línea 1, no se ha pronunciado nunca. Ni, todo indicaría, se va
a pronunciar. La corrupción, pareciera ser dentro de esta lógica, está solo en
algunos agentes estatales. Los desmanes de la empresa privada (salarios de
hambre, muchas veces sin que se pague siquiera el salario mínimo, impune
contaminación del ambiente, explotación en todo su esplendor) no entran en su
mandato.
Lo
que queda claro es que hay un enfrentamiento entre el proyecto de Washington y
los nuevos sectores económicos ligados al Estado contrainsurgente de años
atrás, mafiosos y corruptos, en general vinculados a altos cuadros del ejército
(de donde venía el ex mandatario Pérez Molina, ahora preso). El presidente
Jimmy Morales es, en realidad, operador político de estos sectores.
Ahora
se da la curiosa situación en que la Embajada de Estados Unidos (y países de la
Unión Europea) manifiestan su intención de mantener esa pretendida lucha
frontal contra la corrupción, apoyando a la CICIG, encontrándose una vez más
con una presidencia díscola, que responde a los sectores mafiosos
(narcotráfico, crimen organizado, contrabando, corruptos contratistas del
Estado). Y un CACIF y una oligarquía nacional que se encuentran en el medio del
combate, que no quieren tomar distancia de los dictados de Estados Unidos, pero
que están temerosas de las investigaciones (porque se le pueden encontrar
“ilícitos”, obviamente). Esa particular situación generó una crisis palaciega,
donde el presidente Morales pidió la expulsión del país del Comisionado Iván
Velásquez.
Gran
crisis política. De hecho, el presidente destituyó a su equipo de la
Cancillería: el canciller Carlos Morales, quien se negaba a la expulsión de
Velásquez, y el vicecanciller, Carlos Martínez. La crisis provocó la renuncia
de un par de ministras: Aura Teleguario, de Trabajo y Previsión Social, y Lucrecia
Hernández Mack, de Salud. Gran crisis política que se continuó con el amparo
presentado por la sociedad civil contra la expulsión del Comisionado Velásquez,
amparo que fue aceptado por la Corte de Constitucionalidad y deja su salida en
suspenso. Crisis, por otro lado, que se amplía con la declaratoria de
preocupación que manifiestan los países europeos y, fundamentalmente, Estados
Unidos, quien amenaza con no otorgar la ayuda económica del Plan Alianza para
la Prosperidad si se mantiene la decisión de Jimmy Morales. (Pero… ¿la ayuda
está condicionada entonces? ¿Es ayuda eso?).
Crisis
que ha dejado al comediante Morales, ahora primer mandatario, en una gran
soledad, teniendo en contra numerosas instituciones, desde la Iglesia Católica
a la Universidad de San Carlos, de medios comerciales de comunicación a un
cuerpo diplomático (incluida Naciones Unidas) que ve con preocupación la
declaración de non grato del titular
de la CICIG.
Crisis,
finalmente, que encuentra a una población indignada que vuelve a salir a la
calle, pidiendo ahora la renuncia del mandatario.
¿Se
está ante un momento pre-revolucionario? No parece. La lucha contra la
corrupción tiene un alcance limitado, muy limitado. Si se trata de mandar
presos a unos cuantos funcionarios corruptos, eso ya se está haciendo, y la
situación de la gran mayoría de guatemaltecos sigue exactamente igual. Si se va
Jimmy Morales asume su vicepresidente, Jafeth Cabrera (acusado de tremendos
actos de corrupción en la universidad pública). ¿Más de lo mismo?
Lo
que preocupa es que caen presos solo los corruptos de un lado (la Línea 1),
pero los “otros corruptos”, la Línea 2, siguen tranquilos. Y las mayorías
populares… siempre “bien, gracias”.
Por
lo que se ve, no hay fuerza en el campo popular ni en las instancias de
izquierda para llevar más lejos esta indignación. En otros términos: es una
lucha palaciega entre mafias. La población de a pie no parece en condiciones de
llevar esto a un proceso de transformación más profundo.
En
medio de todo esto, es oportuno leer con detenimiento un comunicado que está
circulando por allí. Es curioso (¿patético?) que en estos momentos converjan en
un mismo interés el gobierno de los Estados Unidos y la población de a pie, e
incluso las izquierdas. ¿Cómo entender la crisis? ¿Cómo hacer para ir más allá
de la destitución de este actor que actuó durante un par de años –con mala
actuación, por cierto- de presidente no corrupto?
“COMUNICADO URGENTE:
quiero pedirle por favor a mis amigos de
la URNG, CODECA, Unidad Socialista, Winaq, CONVERGENCIA, al PSU, los de Ajoder,
al PSOCA, los sindicalistas, el magisterio nacional, a mis cuates anarquistas y
a los grupos de la nueva izquierda guatemalteca que por favor no anden
suplicando que la CICIG goze de completa impunidad para seguir engañando a la
población guatemalteca, me duele ver que a muchos ya se les olvidó que fueron
los gringos junto con los empresarios oligarcas los
que nos han condenado a la miseria y a la ignorancia y esos mismos gringos son
los que financian al sistema de naciones unidas y a su brazo mercenario
político de la CICIG, de manera que si ustedes apoyan a estos hijos de puta
entonces no tiene sentido nada de lo vivido por nuestro país. . . así que por
favor, les imploro que recapaciten al respecto.”
Entonces,
¿cómo hacer para profundizar este movimiento de descontento?
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