Por René Franco
Viví en Guatemala casi siete años. Un país cuya belleza es solo
comparable a sus contradicciones, siempre me pareció que la gente era muy
callada. Esa sociedad a la que Edelberto Torres Rivas analiza muy bien como un
edificio de cinco niveles, tan sometida y conservadora. Con el tiempo entendí
que el proceso de conquista y colonización, y más recientemente el Conflicto
Armado Interno, habían fragmentado el tejido social, de ahí que la base de las
relaciones interpersonales en Guatemala sea la desconfianza. “El silencio de Neto” (película
guatemalteca) me hizo entender cómo el silencio perenne y enmudecedor está en
el ADN de cada guatemalteco.
Mi paso por la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San
Carlos resolvió algunas que tenía, la mayoría las entendí, aunque nunca las comprendí;
tenía que conformarme con respuestas a medias que se resumían en un “Así es Guate, va vos”. De ahí que no
resultara extraño que aunque se dieran casos de corrupción a todo nivel, clientelismo
político, y en general se usara al Estado como plataforma de negocios, nadie
hacía nada, nadie movía un dedo. En 2015 la realidad fue distinta, la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y el Ministerio Público
presentaron en abril el caso de “La Línea”, una enorme estructura de corrupción
que llegaba hasta la vice presidencia de la República.
Desde abril hasta septiembre se registraron movilizaciones ciudadanas
sin precedentes en la historia guatemalteca, la ciudadanía se concentraba en
plazas públicas, siendo la Plaza Central en zona 1 de la Ciudad de Guatemala el
punto neurálgico de las manifestaciones, en las que confluyeron distintos
sectores de la sociedad, y cuya presión –además de la intervención de la
embajada estadounidense- derivó en la renuncia del binomio presidencial
compuesto por la ex vicepresidente Roxana Baldetti y el ex presidente Otto
Pérez Molina, quienes a su vez fueron encarcelados posteriormente, junto con
más de la mitad del gabinete del gobierno anterior.
Poco a poco los casos de corrupción se han ido destapando, y con ello el
aumento de la indignación ciudadana. Actualmente se ventilan algunos casos de
corrupción que involucran al hermano y al hijo del presidente en una
defraudación fiscal, y al presidente por financiamiento ilícito de su partido
político –FCN Nación- en ocasión de la campaña presidencial en 2015, por este
último caso el congreso se negó a quitarle el derecho de antejuicio al
presidente y aprobaron una reforma que daba pie al financiamiento ilícito de
los partidos políticos, la cual revirtieron por la presión ciudadana indignada,
y posteriormente reprimida. El –todavía- presidente Jimmy Morales lleva más de
dos semanas sin dar la cara a la prensa, evadiendo a la población y con un gabinete
que se cae a pedazos con cada renuncia de sus funcionarios.
De este lado del Río Paz también se han registrado numerosos actos de
corrupción, la mayoría en total impunidad. El Salvador ha estado gobernado por
cleptócratas desde 1984, con la vuelta a la democracia, al día de hoy los dos
principales partidos políticos –ARENA de derecha, hijo del MLN de Sandoval
Alarcón y el FMLN, la ex guerrilla salvadoreña- barajan el futuro de este país,
teniendo como telonero una novela de desamor entre el alcalde de San Salvador y
su partido político. La actividad pública salvadoreña gira en torno a votos, a idílicos
procesos electorales y al manejo finquero del aparato público, mientras el
costo de la vida se incrementa cada día, las oportunidades para superarse se desvanecen
y la población no tiene más opción que emigrar a Estados Unidos.
Este 20 de septiembre los estudiantes sancarlistas han convocado a un
paro nacional al que se han sumado distintas organizaciones, algo que
personalmente me alegra mucho, aún y con las reglas “mamonas” y “ñoñas”, aún
con el hecho que suavicen el nombre de la actividad llamándole caminata “cívica
y pacífica” en lugar de Paro Nacional; me llena de esperanza. Apoyemos el Paro
Nacional. Mi mayor deseo es que lucha por las reivindicaciones populares le
deparen un futuro prometedor a la muchachada guatemalteca. Ojalá los
salvadoreños entendamos que la corrupción nos afecta a todos y que exigir transparencia
no debe pasar por supeditar las exigencias a la agenda de los partidos
políticos, demandemos transparencia. Es necesario estar del lado correcto de la
historia.
#ParoNacional #20S
No hay comentarios:
Publicar un comentario