Marcelo
Colussi
Guatemala está movilizada al día de hoy.
La población –en principio parte de la clase media urbana de la ciudad capital,
luego otros sectores como campesinos, pueblos mayas, trabajadores en general,
estudiantes universitarios, etc.– se fueron sumando al clima de protesta
cívica, de rebeldía. No es la revolución socialista (¿quién pretendería eso hoy
día?, o más aún: ¿quién sabría cómo hacerlo?), pero es un sano ejercicio de
protesta ciudadana, no visto aquí en décadas. O, quizá, nunca visto en toda la
historia. Todo eso, obviamente, abre esperanzas. La gente protestando en la
calle es siempre una buena noticia para el espíritu de transformación. Como se
dijo por ahí: “mientras la calle no calle, hay esperanzas”.
¿Dónde llevará toda esta agitación
social? Nadie lo sabe. Sin dudas, se presentifican ahí proyectos políticos
disímiles: la derecha (oligarquía tradicional, ejército, embajada de Estados
Unidos) pretende afanosamente detener el estado de movilización, buscando una
salida “pacífica”, sin saltarse los marcos constitucionales (entiéndase: sin
tocar ningún resorte del poder, algo así como “cambiar todo para que no cambie
nada”). Por otro lado, para el campo popular puede ser una interesante opción
de abrir brechas, de profundizar luchas, de darse fuerza. Es una manera de
mostrar que el pueblo (aunque sea algo impreciso el término, por demasiado
genérico), cuando se moviliza, representa un verdadero poder. Este espíritu
contestatario que ahora se ha desatado puede llevar a situaciones novedosas.
Por lo pronto, se está hablando de “refundar el Estado”. Aunque ello pueda ser
un tarea titánica, no hay peor lucha que la que no se hace…
En estos días, la consigna aglutinante de
las movilizaciones ha sido “lucha contra la corrupción”. Ello, en sí mismo, es
maravilloso. La población en su conjunto, sin mayor distinción de diferencias
sociales, se está alzando contra una práctica ya “normalizada” por la
abominable casta política: la corrupción como norma, el Estado como botín.
Reaccionar ante esa lacra es un síntoma de buena salud cívica. En estos
momentos, si bien ya se abrió la campaña electoral para las elecciones de
septiembre, debido a la desobediencia cívica despertada, los partidos políticos
se las están viendo bastante mal, porque su descrédito es mayúsculo. ¡Más buena
noticia aún!
Ahora bien: la corrupción es un síntoma
de un sistema en sí mismo corrupto, injusto, macabro, basado en la explotación
de una gran mayoría por una pequeña élite. La historia del país lleva hoy a la
situación actual; y esa historia es una suma infinita de injusticias, de
explotación, de exclusión de la gran mayoría, de asimetrías obscenas, de
represión. La corrupción que hoy se manifiesta impúdica y contra la cual la
población reacciona airada es la punta del iceberg de una situación de infamia
crónica y estructural.
Para verlo en detalle nos pareció
oportuno presentar aquí un documento que tiene ya 16 años de vida, donde puede
apreciarse con claridad meridiana que lo mismo que se denuncia hoy se podría
haber denunciado una década y media atrás (y, seguramente, varias décadas, o
medio sigo, ¡o un siglo!). La injusticia estructural (la gran mayoría de la
población sobrevive con escasas migajas, mientras que un pequeño puñado de
familias tiene 200 veces más patrimonio que los más excluidos), la corrupción y
la impunidad de los grupos de poder, el sometimiento de las grandes masas, todo
eso es vieja historia en Guatemala. De ahí que abre esperanzadores optimismos
esta reacción que hoy se vive.
En concreto: presentamos aquí una
investigación (va completa en el PDF adjunto) realizada desde una organización
no gubernamental que intentaba ver las consecuencias de la contaminación con
plomo del que era víctima la población de una barriada pobre de la ciudad de
Guatemala, específicamente los niños, producto de la impunidad reinante que
permitió por años que una planta de fabricación de baterías para vehículos
violara toda norma medioambiental con la más absoluta frialdad, con el
beneplácito de las autoridades de turno.
Como acertadamente dijera una maestra de
un establecimiento educativo del sector refiriéndose a la población infantil
afectada con las emanaciones de plomo: “Lo increíble de estos
niños no es su bajo rendimiento escolar. Lo increíble es que, pese a todo,
aprendan.” Para ejemplificar lo que queremos evidenciar,
nos permitimos citar en específicos tres capítulos de todo el trabajo.
De todo ello pueden deducirse, al menos,
tres puntos importantes:
1. La situación de exclusión de grandes mayorías de
guatemaltecas y guatemaltecos no se debe SÓLO a la corrupción que campea
impune. Es una combinación de causas estructurales e históricas. El robo al
erario público por parte de autoridades venales contribuye al estado de
postración de esas mayorías, pero no es su única causa. El Estado es raquítico
y casi inservible porque los factores de poder así lo deciden.
2. La corrupción y la impunidad son constantes en la
historia nacional, enquistadas ya como parte del paisaje normalizado. Obtener
un cargo político de elección popular es un pasaporte para el rápido
enriquecimiento. Todo ello generó una cultura de normalización de la corrupción
que hace que la misma se encuentre en cada rincón de la vida diaria como
práctica cotidiana (desde el pequeño soborno al agente de policía hasta el robo
descarado que está cometiendo hoy el Poder Ejecutivo).
3. El Estado ha sido históricamente deficiente, puesto
exclusiva –y sanguinariamente– al servicio de la clase dirigente, de espalda a
las necesidades de la población, todo lo cual se agravó exponencialmente con la
entrada en vigencia de las políticas neoliberales que se impusieron desde hace
algunas décadas. En ese sentido, las Organizaciones No Gubernamentales –ONG’s–
hacen las veces de colchón que socorre esa ausencia de Estado.
El documento
al que hacemos referencia es la “Investigación con Niños/as Contaminados
con plomo (Zona 17 de la
Ciudad de Guatemala)”, realizada a solicitud de la Alianza para el Desarrollo
Juvenil Comunitario –ADEJUC– en el año 1999 en un barrio pobre de la ciudad de
Guatemala. Para entender qué se quiere decir, permítasenos presentar tres
fragmentos del estudio (además del dossier completo, para quien quisiera
revisarlo): las “Consideraciones generales” (para situar el problema), las
“Consideraciones previas a la conclusión” (para entender la dinámica en juego)
y las “Conclusiones” propiamente dichas –en un sentido: ¡desgarradoras!–.
CONSIDERACIONES GENERALES
En el kilómetro 10.8 de la carretera al
Atlántico, Zona 17 de la ciudad de Guatemala, en medio de un área densamente
poblada, desde hace aproximadamente 20 años la fábrica de acumuladores y
recicladora de plomo Iberia mantiene su proceso de producción sin guardar las
normas mínimas de seguridad. Durante todo ese tiempo ninguna autoridad
competente, pese a haber habido denuncias al respecto, tomó cartas en el
asunto. Consecuencia de ello los habitantes de las colonias vecinas a la planta
se vieron sometidos a un proceso crónico de contaminación, debido
fundamentalmente a la cantidad de deshechos de plomo impunemente arrojados al
aire.
Alianza para el Desarrollo Juvenil
Comunitario (ADEJUC) desarrolla su programa de Área Urbana, desde el año 1995,
en algunos barrios del sector Nororiente de la ciudad capital, justamente donde
se encuentran estas comunidades damnificadas. Conocedora de esta situación, y a
pedido de la misma población, intervino en este proceso a partir de mediados de
1996 brindando su asesoría y acompañamiento.
Desde ese entonces se desarrolló un
acalorado y complejo proceso de lucha entre los habitantes aledaños a la
fábrica (algunos de los cuales trabajan ahí mismo) y la empresa. El objetivo de
la movilización fue conseguir terminar con la fuente contaminante; inclusive se
planteó como meta el cierre definitivo de la planta industrial. Toda la
historia del conflicto desatado fue larga, dura, y no exenta de elementos
irritantes: presiones, intimidaciones, sobornos. Resultado de todo ello fue la
difusión pública del problema planteado con la consecuente intervención de
diversas instancias gubernamentales. Así las cosas la Comisión Nacional del Medio
Ambiente (CONAMA) decretó el cierre temporal de las instalaciones, fijándose
una multa de 5,000 quetzales, y la conminación a introducir las mejoras del
caso en el proceso fabril para garantizar la no polución futura, quedando sujeta
a control periódico por los próximos 5 años.
Durante el transcurso del enfrentamiento
vivido entre las partes ADEJUC, intentando contribuir con ello a la apoyatura
de cualquier acción a emprenderse por parte de la comunidad, facilitó la
realización de exámenes de sangre para determinar el porcentaje de plomo
depositado, y una medición de la calidad de aire. En ambas pruebas se
encontraron niveles considerablemente altos, indicadores de una prolongada
exposición a factores contaminantes.
La organización que se había dado la
comunidad en los primeros momentos de todo este proceso fue resquebrajándose y,
finalmente, la comisión de vecinos que lideraba las negociaciones con la
empresa – sin que esto pueda demostrarse fehacientemente, pero aparentemente
producto de las intimidaciones y/o del soborno que refiere la población – firmó
documentos en los que se comprometía a no continuar ninguna demanda judicial,
en tanto que la fábrica tomaba la obligación – no firmada – de pavimentar las
calles del sector y de construir un nuevo edificio escolar.
Luego de 10 meses de inactividad, y tras
haber realizado cambios en sus equipos, la empresa reabrió sus puertas. De
hecho se registraron cambios favorables en las condiciones de habitabilidad de
las colonias; la misma población comenzó a manifestar la terminación de la
crónica irritación de garganta y ojos, sufrida durante todos los años de
exposición al plomo en el medio ambiente. En las pruebas realizadas ahora los
niveles de plomo en aire y en sangre están descendiendo a niveles no peligrosos
o normales. Lo curioso a destacar es que las medidas correctivas introducidas,
por la forma en que finalmente acabaron las negociaciones, no son sentidas por
los vecinos como un triunfo. Contrariamente hay una sensación generalizada de
fracaso y un desinterés muy grande en cuanto a participar para asegurar el
monitoreo continuo de las condiciones en que la planta sigue operando. Prima la
desunión, la desconfianza incluso.
Unos meses después de estos
acontecimientos ADEJUC, recogiendo un interés nunca totalmente desaparecido en
la comunidad, promueve una investigación sobre el estado de salud de la
población infantil, con el objetivo de constatar de qué manera las
modificaciones introducidas influyeron en la misma. Surge así el proyecto de un
estudio multidisciplinario (médico, psicológico y social; epidemiológico en
otros términos), del que aquí se presenta una síntesis en la forma de Resumen
Ejecutivo. A partir de los resultados obtenidos en este diagnóstico se plantea
determinar las líneas de acción a futuro con respecto a esta problemática
puntual de la contaminación por plomo, siempre en el contexto del desarrollo
integral con énfasis en la niñez.
La idea original fue centrarse en los
problemas de aprendizaje derivados de la contaminación, objetivo que luego se
amplió enfocándose la salud en un sentido más general. Para la implementación
del estudio se contó con una batería de instrumentos de investigación,
enfocando cada uno de ellos aspectos parciales de todo el fenómeno: 1) chequeo
clínico-médico, 2) entrevista psicológica, 3) exámenes bioquímicos de sangre,
4) monitoreo de la calidad de aire en todo el sector, 5) análisis de la
situación socio-demográfica e historia de las colonias en cuestión. Se
investigó toda la población infantil en edad escolar de los sectores afectados,
al par que se hicieron similares exámenes en otros grupos de comparación no
sometidos a contaminación, de igual nivel socioeconómico que los niños/as
contaminados, y de clase media y alta. Recogidos todos los insumos, y debidamente
procesados, se procedió a formular una interpretación global, de la que se
desprenden las correspondientes conclusiones y recomendaciones.
Los niños y niñas sometidos a esta fuente
contaminante son habitantes de colonias pobres. Los servicios básicos de que
disponen son deficitarios. Provienen de hogares humildes, con ingresos muy
bajos y con gran cantidad de hijos (un promedio de 5 por familia). En general
padecen de un estado de sub alimentación crónico, sin llegar al estado de la
desnutrición. Sus condiciones generales de salud son malas, y la escuela
pública a la que mayoritariamente asisten presenta muchas y variadas carencias.
Sus expectativas de desarrollo personal a mediano y largo plazo no van mucho
más allá de terminar los estudios primarios, los básicos en algunos casos, para
rápidamente entrar al mercado laboral en el caso de los varones, para pensar ya
en la maternidad en el de las mujeres.
Procesada toda la información obtenida se
realizaron interconsultas con otros expertos en áreas anexas con el fin de
apoyar oportunamente las conclusiones.
CONSIDERACIONES
PREVIAS A LA CONCLUSIÓN
(…) El desarrollo de toda la indagación,
especialmente la combinación multidisciplinaria de sus diferentes insumos y no
sólo el resultado de un diagnóstico psicológico, nos confirma, nos muestra
pormenorizadamente y nos fuerza a denunciar que los niños y niñas habitantes de
las colonias adyacentes a la fábrica de acumuladores Iberia sufren de un estado de exclusión crónico, donde la contaminación del aire por los deshechos
con contenido plúmbico es un elemento más que deteriora su calidad de vida.
No hay nada (¿podría agregarse felizmente?) que de un modo
contundente pueda ligar esa polución con un bajo rendimiento escolar. En todo
caso una lectura global de toda la situación muestra que diferentes elementos
combinadamente no estimulan la excelencia académica; por el contrario la alejan
como posibilidad. Subalimentación crónica, malas condiciones
higiénico-sanitarias, familias numerosas y con escasos recursos, padres en
general no alfabetizados o analfabetas funcionales, una política gubernamental
respecto a la educación pública que definitivamente no la fomenta, y además
presencia de materiales tóxicos en el medio ambiente, hacen que los niños/as
estudiados de las colonias periféricas no presenten los mismos resultados en su
aprendizaje que aquellos otros de los colegios privados de los grupos de
comparación. (…)
CONCLUSIONES
1. Durante aproximadamente 20 años la fábrica de
acumuladores y recicladora de plomo Iberia estuvo trabajando sin ninguna medida
de protección medioambiental, contribuyendo de esa manera a la contaminación de
sus áreas circunvecinas.
2. Durante todo este período ninguna autoridad
competente, conocedora de la situación de irregularidad, tomó alguna medida al
respecto.
3. Los barrios que se expandieron en torno a la planta
industrial lo hicieron en terrenos donde se permitieron lotificaciones sin
ningún estudio previo de impacto ambiental, desconociéndose el nivel de riesgo
a que se verían sometidos sus futuros habitantes.
4. Solamente forzadas por una considerable movilización
de las comunidades afectadas las autoridades pertinentes emprendieron acciones
tendientes a rectificar la situación creada.
5. A partir de las acciones correctivas ejecutadas en el
transcurso del año 1998 se comenzó a modificar positivamente el estado de contaminación
padecido por los habitantes de las colonias adyacentes a la fábrica.
6. El estado de salud de los niños y niñas sometidos por
años a la fuente contaminante es malo. La presencia de partículas de plomo en
el ambiente contribuye a desmejorar más aún una situación desfavorable,
sumándose y potenciando carencias que obedecen a su estado socio-económico,
tales como mala alimentación crónica y acceso deficiente a escasos y pobres
servicios básicos.
7. Algunos indicadores biomédicos de los niños y niñas
expuestos a la contaminación, considerados comparativamente con aquellos de los
de los grupos de control, demuestran un estado clínico general más deficiente:
mayor presencia de disfunciones oftalmológicas, peso y talla por debajo de lo
esperable con una frecuencia mayor, mayor presencia de cefaleas y dolores
gastrointestinales, una mayor prevalencia de anemia.
8. Este grupo poblacional en su conjunto, y
especialmente los niños y niñas, constituye un grupo de alto riesgo en términos
sanitarios (por tanto de especial prioridad en función de una continua
vigilancia epidemiológica a futuro), por cuanto se ve sometido a la interacción
de a) elementos socioeconómicos que inciden negativamente, aumentando b) los
peligros derivados de hallarse expuesto a una fuente contaminante que
históricamente no estuvo sujeta a regulación alguna sino hasta muy
recientemente, y que, considerando esos antecedentes, no queda absolutamente
garantizado que no vuelva a incumplir normas de protección.
9. Entre los niños y niñas de las colonias adyacentes a
la planta industrial no se registran particulares problemas de aprendizaje, eventualmente
asociables a su estado de contaminación plúmbica.
10. El rendimiento académico de los niños y niñas de
estas colonias está dentro de los parámetros normales manejados por el
Ministerio de Educación y no es distinto del de otras áreas urbano-precarias no
expuestas a similares fuentes contaminantes.
11. Comparativamente considerado el universo estudiado
con grupos de una situación socioeconómica más favorable hay diferencias
marcadas en su grado de calidad y de expectativas como base para un futuro desarrollo
post educación primaria.
12. La educación
primaria recibida por los niños y niñas que habitan los barrios periféricos a
la fábrica, fundamentalmente la impartida en la escuela pública, no contribuye
de ningún modo a la excelencia académica, siendo por el contrario, en términos
generales, propiciadora de precariedad en el aprendizaje, y por tanto, como
resultado final de todo el proceso, no estimuladora del desarrollo.
13. Si se consideran los déficits físicos (mayor
incidencia de problemas visuales, mayor frecuencia de baja talla y bajo peso,
mayor índice de anemia) de los niños y niñas estudiados atribuibles a la contaminación
por plomo como un elemento que puede contribuir a dificultar su proceso
educativo, en ese sentido puede decirse que, indirectamente, la intoxicación a
que se han visto sometidos tiene un grado de influencia en su bajo rendimiento
escolar.
14. La forma en que terminó el proceso de lucha llevado a
cabo por los habitantes de las colonias afectadas contra la fábrica Iberia, con
acusaciones de soborno y compra de voluntades de algunos de los dirigentes por
parte de la empresa, trajo como consecuencia, en el ámbito de la vida
comunitaria, una fuerte desunión y un desinterés por continuar dándole
seguimiento a todo el problema.
15. En todo el proceso de lucha durante los años ’97 y
’98 jugó un papel de mucha relevancia la presencia del Programa de Área Urbana
de ADEJUC, como asesor y apoyo de la población afectada.
16. Combinando los dos factores anteriores (14 y 15), y
considerando que el presente es el último año de presencia regular del programa
de ADEJUC en el sector, se abre el interrogante respecto a la sostenibilidad de
los monitoreos a que debe verse sometida continuamente la planta industrial,
garante de las buenas condiciones de producción que posibiliten,
concomitantemente, buenas condiciones medioambientales, y por tanto sanitarias
para la población.
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