Marcelo Colussi
Declaró vez pasada Sergei
Gornostayev, soldado israelí que se negó a tomar parte en el actual conflicto
de Israel con El Líbano: "Comencé
lentamente a comprender el sentido de las políticas israelíes y de la
ocupación, y empecé a involucrarme, más o menos activamente, en la acción
política de la izquierda. También decidí negarme a prestar el servicio de
reserva. Creo que lo obvio y más irritante de esta guerra es su falta de
sentido. Para todos está claro que no hay conexión entre los dos soldados
capturados por Hezbollah y la operación en El Líbano. Hoy, después de un mes,
incluso ni los ministros recuerdan mencionar a esos pobres muchachos, y están
buscando justificaciones para el conflicto". Es decir: hay más de un
judío que no avala la agresión que realiza Israel contra los palestinos, ni contra
ningún punto del Medio Oriente, aunque la imagen mediática dominante es que
todos los judíos están en una guerra –justa y necesaria, por otro lado– contra
sus vecinos.
¿Por qué el Estado de
Israel se ha transformado en una potencia agresora, militarista, invasora? ¿Por
qué esa guerra perpetua que mantiene con sus vecinos árabes? ¿Por qué está
armado hasta los dientes, y siempre dispuesto a utilizar ese armamento? Dicho
sea de paso: con un potencial nuclear –oficialmente negado y siempre
imprecisamente conocido– que lo coloca como la cuarta o quinta potencia atómica
del mundo, con alrededor de 400 cabezas atómicas.
"Los
árabes",
expresó en alguna ocasión el ultraderechista mandatario israelí Ariel Sharon, "sólo
entienden la fuerza, y ahora que tenemos poder los trataremos como se
merecen". "Y como solíamos ser tratados", agregó con
mucha perspicacia el politólogo palestino-estadounidense Edward Said. Hay un
axioma psicológico que dice que "se
repite activamente lo que se padeció pasivamente". ¿Habrá algo de eso en esta historia? Pareciera que no hay
mayores diferencias reales entre Auschwitz y el ejército de ocupación israelí
en cada zona que "recupera".
¿Qué ha pasado ahí
que el colectivo judío, de víctima de una segregación histórica milenaria, y
víctima de las peores atrocidades durante el período nazi en la Alemania de los
años 30 del siglo pasado, pasó a ser ahora un azote para sus vecinos árabes del
Medio Oriente? ¿Cómo y por qué ha pasado de víctima a victimario? Su posición
de potencia militar regional, su alta belicosidad, el martirio a que somete al
pueblo palestino, ¿tiene que ver con un real derecho a defenderse, o hay algo
más? ¿Es legítima defensa contra el "monstruoso terrorismo" al que se
ve sometido? Dicho sea de paso, más allá de la insidiosa campaña mediática que
ha transformado al siempre mal definido terrorismo en una nueva plaga bíblica,
los datos duros indican que debido a acciones que podrían llamarse "terroristas" muere un promedio de
12 personas diarias en el mundo, el 0,1% de los que mueren de hambre.
La explosiva
situación de Medio Oriente, seguramente la región más convulsionada de todo el
planeta, lejos está de explicarse por motivos religiosos. Se juegan ahí otros
intereses. Económicos básicamente: ahí están las principales reservas de
petróleo del mundo. Israel no las tiene, ni en su geoestrategia aparece como la
principal potencia ávida de esa materia. Si presenta esa belicosidad, siempre
mostrando los dientes y lista para entrar en combate, ¿será que el pueblo
judío, históricamente discriminado y víctima del escarnio, ha cambiado tanto,
ha pasado a ser tan perverso, tan maléfico? ¿A quién favorece esta guerra
perpetua que parece no tener fin? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos está
tan involucrado en esto, proveyendo armamento a Tel Aviv por valor de 3.000
millones de dólares anuales? (la mayor ayuda militar que otorga Washington en
todo el mundo). ¿Con qué necesidad el estado de Israel es una potencia nuclear?
La prensa occidental de las grandes
corporaciones mediáticas nos tiene acostumbrados a presentar la convulsa situación
del Medio Oriente como producto del terrorismo islámico del que es víctima el
estado de Israel. Pero como dijo Adrián Salbuchi: "Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel han
declarado a Hamas y Hezbollah como "organizaciones terroristas". Conviene
recordar, sin embargo, que el origen de las Fuerzas de Defensa Israelíes (el
Ejército de Israel) surge de la fusión en 1948 de tres grandes organizaciones terroristas: los grupos Stern, Irgun y Zvai Leumi que previo al surgimiento del Estado de Israel, perpetraron crímenes
terroristas como el asesinato del mediador de la ONU en Palestina, Conde
Bernadotte (organizado por la guerrilla a cargo de Ytzakh Shamir, luego primer
ministro israelí), y el ataque terrorista con bombas en 1947 contra el Hotel
Rey David de Jerusalén, sede de la comandancia militar británica (perpetrado
por la guerrilla de Menahem Beghin, luego también primer ministro israelí). Una
de dos: o todos estos grupos –Hamas, Hezbollah y Ejército
Israelí– son catalogados como "fuerzas de defensa"; o son todos catalogados como "grupos terroristas".
Y conviene recordar también que las
voces más racionales surgidas de entre judíos, como la de Ytzakh Rabin, ex primer ministro que buscaba un
entendimiento con sus vecinos árabes, fueron silenciadas por los
fundamentalistas guerreristas que tienen secuestrado el estado israelí. Rabin
–como dijo Saluchi– "fue acribillado
a balazos en Israel NO por un terrorista musulmán; NO por un neonazi; sino por Ygal Amir, un joven militante sionista israelí
estrechamente vinculado al movimiento ultra-derechista de los colonos, y
próximo al Shin-Beth, el servicio de seguridad interna israelí". Si
alguien no quiere la paz en esta zona, parece el gobierno israelí precisamente.
No todos los judíos avalan esta
política agresiva y pro-estadounidense. Hay voces, como la de Ytzakh Rabin, como la del soldado Sergei Gornostayev que
citábamos más arriba, y la de tantos otros, que no comparten el sionismo ultra
derechista que busca ser el gendarme nuclear de la región, haciéndole el juego
a los intereses petroleros estadounidenses y británicos. "Toda la humanidad se encuentra horrorizada ante el terrible
sufrimiento en el Medio Oriente. Inocentes de ambos lados están siendo barridos
en un espiral de al parecer interminable derramamiento de sangre. El mundo
busca una solución. El reclamo de Israel de representar a los judíos del mundo
vincula a todo nuestro pueblo a los actos de violencia del estado en contra del
pueblo Palestino. Esta es una frustrante y vergonzosa mentira. Nada puede estar
más alejado de la realidad. No hay necesidad para los judíos de ser vistos como
los enemigos del mundo islámico", dice, por ejemplo, la organización
judía no gubernamental "Judíos contra el sionismo". De todos modos,
esas voces quedan silenciadas dentro del mismo estado de Israel, y opacadas en
el concierto internacional. El discurso "oficial" dominante es que
Israel es víctima del ataque indiscriminado del fundamentalismo musulmán,
siempre sanguinario y visceralmente anti-judío.
Pero "Israel está haciendo perder el capital de compasión, de
admiración y de respeto que el pueblo judío merecía por los sufrimientos por
los que pasó. Ya no son dignos de ese capital", manifestó el portugués Premio Nobel José Saramago. Afirmación fuerte, demasiado
fuerte quizá. Lo importante es no perder de vista que judíos no es equivalente a
Estado de Israel. El enemigo, que quede claro, no es el pueblo judío.
¿Qué es el terrorismo
finalmente? ¿Poner una bomba en un lugar público? ¿Atacar un país en nombre de
la libertad para robarle sus recursos? ¿Hacer de la fabricación de las armas el
principal negocio del mundo? Si Israel está enclavado en esta problemática zona
como valuarte del antiterrorismo, evidentemente su función no se cumple muy
bien que digamos, porque los grupos integristas, en vez de disminuir, crecen a
diario. La violencia, otra verdad que nos entregan las ciencias sociales, se
alimenta de violencia. "El ojo por ojo", como dijo Mahatma Gandhi, "nos dejará ciegos a todos".
Valga agregar que con la estructura
económico-social que presenta nuestra aldea global –no muy justa, por cierto–
actualmente se dan a nivel planetario 6.000 muertes diarias por diarrea, 11.000
muertes diarias por hambre, 3.800 personas mueren a diario por la infección de
VIH/SIDA, mientras que cada día personas 150 fallecen por consumo de drogas y
otros 720 seres humanos mueren por accidentes automovilísticos, en tanto que el
siempre mal definido "terrorismo" produce en promedio, tal como se
decía más arriba, 11 muertes diarias.
Sin llegar a la
afirmación de Saramago, quizá podemos decir que los judíos, víctimas del infame
Holocausto en que murieron 6 millones de ellos, siguen siendo dignos de respeto
como colectivo, y su masacre a manos de los nazis continúa siendo una vergüenza
histórica para toda la humanidad (como lo son las víctimas de cualquier
holocausto: los armenios a principios del siglo XX, los 25 millones de
soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, los mayas-guatemaltecos en la
guerra civil de la década de los 80 con la política de tierra arrasada, los
hutus en la carnicería de Ruanda, los palestinos masacrados por el ejército
israelí, etc., etc.)
Los judíos, pueblo
históricamente marginado y aborrecido, se merecen algo más que un Estado como
el que manejan los genocidas sionistas hoy en el poder, tanto en Tel Aviv como
en Washington.
No hay comentarios:
Publicar un comentario