El letargo de la
Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC)
Por Raúl Molina
Caben dos
interpretaciones para la palabra letargo. Por un lado, a partir del 1 de
diciembre la USAC ha entrado en su anual período de hibernación. Si ya en 1980
estábamos convencidos de que era inconcebible que una universidad nacional
cerrara por completo durante más de un mes; más de 30 años después, y con más
de 150,000 estudiantes, este letargo es inaceptable. Es reflejo de un letargo más significativo:
el anquilosamiento de sus estructuras y
funcionamiento y su resistencia a la indispensable reforma universitaria. Hubo
un intento de reforma universitaria en los 90s, que concluyó con una serie de
propuestas importantes para actualizar al alma
máter; pero no se tradujo en nada, al engavetarse dicho trabajo, como
posteriormente se hizo con el Informe de la Comisión de la Verdad de la USAC,
que yo presidí, cuya única función terminó siendo la de servir de insumo para
la Comisión para el Esclarecimiento Histórico. Solamente 15 años después, luego
de que la Corte de (In) Constitucionalidad violara flagrantemente la autonomía
universitaria y por ende la Constitución, los estudiantes por la autonomía
(EPA) realizaron la toma de las instalaciones universitarias para exigir que la
USAC entrara en un proceso de reforma que la hiciera verdaderamente autónoma,
nacional y democrática. Esa corriente de aire fresco ha sido bloqueada, sin
embargo, por las autoridades actuales, que han aplicado el “tortuguismo” a
cualquier tipo de cambio.
Ante estas
condiciones y la inminencia del proceso para elegir a la Rectora o Rector de la
USAC, un grupo de universitarios y ciudadanos enviamos una carta al Consejo
Superior Universitario (CSU), en noviembre, para solicitar que se modificara la
forma de elección. La carta decía, entre otras cosas pertinentes, lo siguiente:
“Los abajo firmantes, interesados en la continuidad y
desarrollo de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), en su condición
de universidad nacional, autónoma y democrática, solicitamos al Honorable
Consejo Superior Universitario (CSU) que analice y apruebe el proyecto de ley
que acá proponemos y lo someta de inmediato al Congreso de la República, de
manera que el próximo proceso de elección de Rector se realice de acuerdo a
nuevas condiciones… La elección de Rector se realizará mediante el voto
ponderado de profesores, profesionales egresados de la USAC y estudiantes. El
33.33% del cómputo final corresponderá a los docentes, el 33.33% a los
profesionales egresados de la USAC y el 33.33% a los estudiantes”. De esta
manera, se eliminaría la existencia de cuerpos electorales, siempre sujetos a
la manipulación, y por voto directo de todos los profesores y estudiantes,
tanto de Facultades como de Escuelas y Centros Regionales, se determinaría a la
nueva Rectora o Rector.
Si bien la USAC recibió la carta
oficialmente, la respuesta del CSU, pensando en garantizarse la elección del
candidato “oficial”, en su última sesión del año, procedió a convocar las
elecciones para el 24 de marzo, cerrando toda posibilidad de democratización.
Desde luego, es un proceso con vicio de origen, porque al no permitirse la
participación de los profesores y estudiantes de las Escuelas y de los Centros
Regionales, se aplica una discriminación que es fuente de inconstitucionalidad.
Es un proceso que, desde este momento hasta su culminación puede ser
cuestionado ante la Corte de (In) Constitucionalidad --desde luego, la
respuesta de ésta se inclinará del lado de lo que le convenga a los sectores de
poder del país; pero la persona electa quedaría cuestionada. La USAC debe salir
de sus “letargos”; los estudiantes universitarios, que siempre han estado en la
vanguardia de los movimientos revolucionarios de Guatemala, deben hoy rescatar
su propia Casa de Estudios. La refundación del Estado guatemalteco pasa por la
transformación de sus instituciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario