lunes, 22 de marzo de 2010

En el día mundial del teatro

TEATRO RADIOFONICO EN EL SALVADOR

Miguel Angel Chinchilla



La motivación de las presentes líneas surge a raíz de haberme encontrado mientras ordenaba libros y papeles, con una vieja ponencia que escribí hace catorce años para presentarla en alguna actividad cultural de la cual ya no me acuerdo , pero cuyo título es: Desarrollo de la Literatura Dramática en El Salvador y los Cambios Sociales.

Más o menos por ese entonces tuve que renunciar públicamente a seguir escribiendo literatura dramática, como protesta ante un premio nacional que había obtenido y el cual no fue cumplido en su totalidad por los convocantes.

No obstante y aquella mi renuncia, paralelamente había emprendido en radio YSUCA un proyecto de literatura radiofónica muy emparentado con el drama. Se trataba en una primera fase de dramatizar fábulas clásicas de autores universales: Esopo, Lafontaine, Samaniego, Sigüenza, etc., con el objetivo de difundirlos en el programa infantil Mundo Nomasito que yo producía y conducía todos los domingos por la mañana en dicha estación.

De aquella rica experiencia queda como testimonio un disco compacto con una selección de las mejores producciones que en su mayoría las realizaba con el apoyo de mi hijo Carlos Emilio y mi hija Lucrecia María, hoy día ambos arquitectos.

Este mi prurito de escribir y producir radio dramas surgió en 1983, en un proyecto de la antigua subsecretaría de Cultura, Juventud y Deportes del Ministerio de Educación, durante la gestión presidencial del ingeniero Napoleón Duarte. En esa época grabamos “el Cristo Negro” de Salarrué, con el apoyo del entonces grupo de teatro BULULÚ.

Posteriormente a Mundo Nomasito, abandoné la radio por algún tiempo hasta que hace siete años retomamos el proyecto con YSUCA, con el objetivo de proseguir el quehacer del teatro radiofónico.

Por supuesto que aquí no se trata de que nosotros inventamos el agua azucarada, porque el agua azucarada ya había sido inventada por grandes teatristas como decir por ejemplo Bertolt Brecht (1898-1956), quien escribió una teoría de la radio entre 1927 y 1932. Brecht hacía lo mismo que yo hago, adaptar obras de clásicos de la literatura a lenguaje radiofónico: en 1927 produce Macbeth y en 1931 produce Hamlet. Una obra emblemática suya “Madre Coraje” fue producida primeramente para radio y luego para teatro sobre un escenario.

Otro pionero del teatro radiofónico fue el francés Gabriel Germinet, quien escribió con Pierre Cusy en 1924, un guión titulado “maremoto”, que trataba de un barco que había naufragado y que pedía auxilio; evidentemente se trataba del antecedente de “la guerra de los mundos” de H.G. Wells producida por Orson Welles y el teatro Mercurio en 1938.

En El Salvador desde luego también hubo una época de oro para el teatro radiofónico, la cual queda consignada en el libro “De vista y Oídas” de José David Calderón, quien en 1950 produjo una radionovela de 43 capítulos con la figura del legendario bandido conocido como Partideño.

El espacio en el teatro tradicional es el escenario, y el espacio del teatro radiofónico es el silencio. El oyente escucha las voces de los intérpretes pero tiene que inventarse los rostros, es decir, el teatro radiofónico se mira con los oídos.

El teatro radiofónico emplea algunos recursos del teatro épico: el narrador, la música, , los efectos, las traslaciones temporales y el monólogo interior; o sea, como alguien decía, la radio es el teatro de la mente, porque exige al espectador o radioescucha un grado mayor de imaginación, y por eso mismo yo sostengo que el teatro radiofónico posee los recursos expresivos para clasificarse como una nueva concepción de teatro, aunque hay algunos que al referirse a él lo califican como el género perdido.

Bueno, relegado tal vez pero nunca perdido. En mi experiencia personal he elaborado docenas de guiones de textos dramáticos, y he tenido la satisfacción de trabajar con actores y actrices profesionales como Dimas de Jesús Castellón, Mariano Espinoza, Collette Jacquinot, Jorge Gámez, Donald Paz Monge, Walter Dionisio, Edwin Pastore, Rubidia Contreras , Boris Barraza, Emely Pineda, Alejandro Lemus, Miguel Díaz, el mago Fanci, Lety García, Jim Casalbé, Antonia Ramírez, Rolando Menéndez (el Cipitío), Khaterine Rivera y Silvia Mejía; entre muchos y muchas que me han colaborado a través de estos años en la producción de los “Clásicos”. Sin embargo, también me ha tocado trabajar con gente sin ninguna formación teatral ni radiofónica, tal fue el caso de la producción de “un día en la vida” de Manlio Argueta, en la cual los talentos eran radioescuchas de YSUCA pero sin embargo dicha radionovela la produjimos con bastante decoro y buena aceptación del autor.

Yo entiendo que para el teatro tradicional que se hace en El Salvador, el teatro radiofónico no tiene la menor importancia, básicamente porque el teatro tradicional actual responde todavía a los planteamientos del teatro pobre que estipuló Jerzy Grotowski, donde la principal figura es el actor en un escenario, no obstante que en sus ejercicios Grotowski pone especial énfasis en la voz, elemento esencial para el teatro radiofónico.

Lo cierto es que el teatro radiofónico existe, se produce y reproduce, tanto que en España se otorga el premio Margarita Xirgú para las mejores producciones. Otrosí, el teatro radiofónico goza de mayor público que el teatro tradicional, porque la radio rompe todas las paredes que limitan al teatro entre butacas y telones. Estoy hablando de teatro masivo, de mass media, con otros parámetros de comunicación precisamente porque se trata de otro lenguaje ya que utiliza otra semántica, pero con el mismo y noble objetivo cual es el de entretener al público, mas también educándolo e iluminándolo.

En mi caso personal he producido casi un centenar de obras literarias de diversos autores nacionales y extranjeros, entre los que menciono a: Francisco Gavidia, Harold Pinter, José Napoleón Rodríguez Ruiz, Matilde Elena López y Khalil Gibrán. He adaptado también textos eminentemente narrativos como decir El Decamerón, El Quijote de la Mancha, el Cristo Negro y el Asco, sólo por mencionar dos que tres. Sobre escritores nacionales he producido teatro radiofónico con textos de casi todos los autores salvadoreños reconocidos. El año pasado con la Asociación de Escritoras y Escritores de Centra América, editamos el disco compacto “Grandes Narradores de Centro América”, el cual es una compilación de seis cuentistas clásicos, uno por cada país centroamericano.

Cada 27 de marzo los teatreros del mundo se reúnen para festejar su día, el cual se estipuló en Viena en 1961, en el seno del Instituto Internacional del Teatro. Este año 2010, el mensaje del Día Mundial del Teatro escrito por Lady Judy Dench, prestigiosa actriz inglesa, comienza diciendo: “el día mundial del teatro es una oportunidad para celebrar el teatro en sus diversas manifestaciones”.

Por tanto, el teatro radiofónico es sin lugar a dudas una de esas manifestaciones a las que se refiere Lady Judi Dench, y por lo mismo me arrogo también el derecho de celebrar la fecha, aunque los teatristas tradicionales piensen que hacerlo es una usurpación.

Feliz día entonces: actores, actrices, dramaturgos, tramoyistas, directores, productores, maquillistas, escenógrafos, luminotécnicos, técnicos de audio, taquilleros, efectistas, musicalizadores, etcéteras y etcéteras, esta es la tercera llamada ¡Abur!

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